CASTELLÓ. Castellón afronta la temporada veraniega con una oferta turística que en los últimos años ha evolucionado de manera desigual según segmentos; apartamentos y campings han crecido mientras la planta hotelera y las casas rurales se mantienen estancadas.
Según los datos de Turisme de la Generalitat Valenciana, la provincia alberga 13.907 viviendas turísticas, 700 más que en el año de la prepandemia de 2019. En este incremento inciden dos cuestiones; por un lado, la regularización que promovió el anterior Consell del Botànic, y en segundo lugar, el incremento de las pernoctaciones en segundas residencias.
Al respecto, la mitad de las noches de visitantes internacionales registradas en 2023 se realizaron en alojamientos calificados "no de mercado", una variante que ha absorbido buena parte del alza del turismo extranjero del año pasado.
Por su parte, el grueso de los apartamentos, 13.616, tienen una categoría estándar, y el resto son de primera (239).
El segundo alojamiento que ha aumentado en cinco años su número de instalaciones es el de campings. En 2019 había 40 y en estos momentos son 46. Cabe destacar un ascenso del grado de ocupación en este periodo, que ha subido de un 40,43 % a un 55 %. Se ubican en localidades turísticas tanto del litoral como del interior de la provincia como Peñíscola, Benicàssim, Alcossebre, Orpesa, Torreblanca, Altura, Viver, Tírig, Navajas, Cabanes, Bejís, Vilafranca o Nules.
De hecho, según Turisme de la Generalitat, las pernoctaciones en los campings en Castellón mejoraron en 2023 un 8,5 % y la cifra de viajeros un 9,3 %.