CASTELLÓ. Carolina Diego decidió por voluntad propia que no quería ser madre. Una determinación frente a la maternidad que siempre llevará consigo. "Las mujeres sienten cierta obligación de ser madres, y aunque serlo o no dependerá de cada una de ellas, la sociedad siempre les empujará a tener hijos". Su relato habla pues desde la audacia. Pero en Ni siento ni padezco la artista alicantina habla además de muchos otros estigmas que decide acercar a través de su propio cuerpo. “Disney fue casi lo primero que nos comimos cuando éramos pequeños, por eso, superar sus cuentos supone una ruptura con la época infantil y la dureza de la madurez”, señala la fotógrafa, quien ha querido desmontar diferentes mitos y estereotipos con una serie de autorretratos que habitan desde ahora en la fachada del mercado central de Castelló.
Una mujer con una bolsa puesta en la cabeza, enrollada a la persiana, con un trozo de carne pegado en su rostro o con el mismo aspecto que un seto. Carolina Diego hace uso de la ironía y el absurdo para reflexionar sobre el uso de la mujer como objeto o como carne, pero también para evidenciar la ausencia de libertad a la que muchas veces se le priva. “No me siento cómoda con las cosas demasiado serias o encorsetadas. Utilizo el humor porque para mí es necesario para mantenerme. Es más fácil además que la sociedad capte el mensaje si una lo presenta con este doble sentido”, explica la autora, quien defiende que el “drama siempre está ahí”, pero la diferencia está “en cómo lo cuentas”. “Yo he escogido este formato porque me resulta más llevable y también porque hay que tomar distancia para tomar decisiones”, defiende.