CASTELLÓ. La fría mañana del domingo nos recibe en el Parque Ribalta, caminando lentamente por los recodos, evitando los restos de la fiesta del sábado, multitudinaria, celebraciones de las vecinas y vecinos rumanos, con motivo de su Día Nacional. Mi perro Pancho no puede con su alma y vamos muy despacio, paso a paso, deteniéndonos antes todo reclamo que para mi compañero canino son constantes y lastimosos. La fiesta debió ser gozosa, con mucho ambiente, añorando una tierra y un país que debieron abandonar para viajar a una vida nueva, cargada de incertidumbres. Llegaron a Castelló, y a numerosos municipios de las comarcas castellonenses. En Morella conviven decenas de rumanos que ya han transformado sus vidas y se han establecido permanentemente en la ciudad de Els Ports. Trabajan mayoritariamente en hostelería, han recuperado bares y restaurantes, trabajan duro y se han integrado, han parido hijas e hijos morellanos. Y, ahora, la vida transcurre fácil y bonita.
Este fin de semana, en Cabo de Gata, han sido rescatados catorce inmigrantes que viajaban en una patera. La pasada semana, también, fue rescatado otro grupo de personas que abandonaron sus países para viajar hasta Europa en busca de una vida mejor. Son constantes los rescates, y estos últimos han tenido la suerte de llegar a nuestras costas sanos y salvos. La inmigración no va a detenerse, la miseria, hambruna, conflictos y guerra en los países africanos fuerzan al abandono y la huida de quienes pueden permitirse viajar en una patera. Terrible. Ahora, además, en el país valenciano no se podrá acoger a menores inmigrantes, según los acuerdos adoptados entre PP y Vox, marcando a hierro la ideología ultra. La aprobación del candidato de la derecha de Feijóo a President de la Generalitat conlleva la aceptación de tremendas decisiones y proyectos de su ultraderecha. El fascismo ya se ha instalado en esta autonomía, en todas sus administraciones públicas. Lo estamos sufriendo en Castelló. Vox siembra ideología ultra y el PP acepta en silencio.

- Obra de Artur Heras.
Quienes son refugiados en su tierra es el pueblo palestino, quienes están sufriendo el Genocidio y la ocupación de su territorio. Según ha informado La Vanguardia, este pasado fin de semana, los muertos en la Franja de Gaza a causa de la ofensiva israelí iniciada en octubre de 2023 superan los 70.000, tras la identificación de cientos de cadáveres por parte del Ministerio de Sanidad gazatí. Además, según este rotativo, los equipos de rescate de la Defensa Civil palestina han recuperado, de momento, más de 600 cuerpos sin vida entre las toneladas de escombros de una Franja devastada, en la que más del 80 % de sus edificios han sido completamente destruidos o dañados.
Y la muerte sigue caminando por esta tierra demolida, Israel sigue asesinando impunemente a la población civil, sobre todo niños y mujeres, y jóvenes. En Cisjordania, donde la tensión que impone Netanyahu es creciente, han sido asesinados dos adolescentes desarmados por soldados israelíes. Gaza sobrevive, ahora, a las bajas temperaturas del invierno, a los temporales de lluvias, con centenares de miles de personas refugiadas en tiendas de campaña, en sus propias ciudades, sin hogares a los que regresar, sufriendo hambruna y los constantes ataques de los militares del Gobierno de Israel.
El famoso plan de paz de Trump, es un falso alto el fuego. El genocidio sigue matando y machacando a una población asfixiada desde hace más de un año. La ayuda humanitaria sigue siendo obstaculizada, llegando en cuentagotas. Y nadie dice nada. Se está corriendo una cortina de olvido en torno de Gaza. Ya nadie parece estar interesado en el seguimiento de la grave situación que sufre el pueblo palestino.
En Cisjordania, en los Territorios Ocupados, se han perdido las cosechas de la aceituna. Los colonos que han ocupado ilegalmente el territorio, han prendido fuego a los olivos, han atacado a los agricultores que han vivido ataques diarios para impedir que se desarrollara la cosecha de uno de los productos agroalimentarios más importantes en Palestina. En municipios como Jenín la presión de los soldados israelíes es insoportable, como son los ataques violentos que se están cobrando la vida de inocentes.

- Gottfried Helnwein.
Esta semana vuelvo a recordarles que no se olviden de Gaza y Cisjordania, no podemos dejarlos en el olvido, no podemos perder la memoria reciente del Genocidio, ni la memoria histórica de un pueblo que viene sufriendo desde 1948 el exilio, el apartheid y el exterminio de Israel.
Termino este artículo, que escribo cada domingo, hablándoles de mi querida vecina Carmen, que está griposa y preocupada por el exceso de virus que nos rodean. Yo sumo, asimismo, a las malas personas que nos envuelven. Carmen cocinó ayer un cocido que despertó todos los sentidos. Comimos, un domingo más, como dos reinas, saboreando cada paso de este plato celestial. De postre, mandarinas castellonenses. Seguimos cabreadas con la sanidad valenciana, con el servicio valenciano de salud, sigo esperando mi operación de pie, inmersa en el “plan de choque” desde hace más de un año, para ser intervenida en el Hospital Vithas de Castelló. No hay manera. No se aclaran, dos veces convocada y dos veces desconvocada y una tercera programación sin que nadie me avisara. En los tiempos que corren, en los que se está devaluando la sanidad pública, que parece que lo hagan aposta, no se pueden cometer tantos errores ni tantos retrasos. Lo mío no es aparentemente grave, pero hay demasiados usuarios que sufren interminables listas de espera para ser intervenidos, o atendidos por especialistas con carácter de urgencia. Vivimos peligrosamente.
Buena semana. Buena suerte.
No se olviden de Gaza, ni de Cisjordania.