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El joven turco

Mazón: conmoción y pavor

Publicado: 24/03/2025 ·06:00
Actualizado: 24/03/2025 · 06:00
  • El president de la Generalitat, Carlos Mazón.
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María Marquez escribía hace unas Semanas en Público que la estrategía comunicativa de Trump se basaba en dos ideas: shock and awe. Conmoción y pavor.

Decía que la violencia discursiva del presidente estadounidense no es casual, sino que forma parte de un plan que trata de abrumar, generar un colapso en el receptor, e instaurar el uso indiscriminado de la mentira o la híperbole. Un caos dirigido a tumbar cualquier capacidad de resistencia crítica o de oposición. Violencia para tratar de imponer un sentimiento de impotencia en la sociedad.

Esta profesora de la Universidad de Sevilla escribía sobre Trump, pero podía haberlo hecho sobre Mazón. Porque a su forma, como hacía con las canciones de Julio Iglesias, él también versiona esta estrategía del Shock.

Lo ha hecho esta misma semana, asediado en una situación insostenible, desmentido en cada excusa por la jueza de Catarroja, sostenido solo por los que se aprovechan de esta situación y sin poder hacer ninguna aparición pública sin ser abucheado o escuchar a los valencianos llamarle asesino. Carlos Mazón decidió pasar al ataque. Bueno, lo decidió otra vez. Porque ha hecho ya varios intentos infructuosos.

Es cierto que solo el hecho de ser calculador, después de que la negliglente gestión de su Consell costará 228 vidas, tal y como se desprende de la instrucción judicial, es un síntoma de falta de cualquier ética. Pero es que, desde el 29 de octubre, Mazón ha tenido una actitud política más propia de la sociopatia que de cualquier rasgo de empatía o sentimiento responsable. 

Y, por eso, se le escapa una sonrisa en la tribuna de Les Corts o cambia la cara de compungido con la que recibe los insultos en la calle por una sonrisa, mientras se toma un quinto con sus compañeros en el salón de cristal del ayuntamiento de València la noche de la cremà.

Mazón no ha dimitido ya porque, parafraseando a Nietzsche, se lleva peor con su mala reputación que con su mala conciencia.

Por eso, en lugar de asumir su responsabilidad como primero de los valencianos, y hacerse cargo del sentimiento de dolor colectivo, aplica violencia discursiva. 

Una violencia que no consiste en insultar, ni siquiera en levantar la voz, sino en romper cualquier límite moral compartido. 

  • Carlos Mazón (i) y María José Catalá (d). -

Por eso, en lugar de salir a explicar de forma veraz que ocurrió el 29 de octubre o reunirse con las víctimas como colectivo y de forma sincera, anuncia el pacto por el que cede todo el proyecto político de la Comunitat Valenciana a la extrema derecha.

Y da igual si está de acuerdo o no con ello. Probablemente no le importe. Porque Mazón, ni siente, ni padece. 

Lo hace para generar conmoción entre todos los que pensamos, una enorme mayoría, que culpar a los migrantes de la tragedia de la Dana, señalarlos y perseguirlos es una absoluta barbaridad. Para reventar cualquier costura que une a la sociedad con la verdad, criticando las políticas contra el cambio climático como corresponsables, junto a los menores no acompañados, de esta tragedia.

Lo hace para desplazar el debate de la búsqueda de la verdad o de la exigencia de responsabilidad a ese terreno. A  donde la humanidad y la ciencia dejan de ser asuntos que se dan por ciertos. Lo hace para generar shock, para administrar una dosis de conmoción y pavor a los valencianos y valencianas. Para que dejemos de hablar del Ventorro, de la alerta tardía, de la imputación de la consellera de emergencias, de que llegará tarde al CECOPI. Para tratar de salvarse a costa de romperlo todo, si es necesario.

Para eso y para generar sentimiento de impotencia en la sociedad valenciana. Porque esta estrategia solo tiene éxito si nos hace bajar los brazos ante tal suma de vergüenzas que nos abrume. Si nos hace pensar que todo da demasiado asco y que encima se saldrá de rositas. Golpe a golpe, mentira a mentira, escándalo a escándalo. Dándonos tantos motivos para el hastío que al final los hechos concretos que le preocupan se diluyan entre tanta infamía. 

  • El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (i), y el portavoz de VOX en las Corts, José María Llanos (d) -

La receta de Mazón será toxicidad hasta que nos resignemos ante una indignidad que parezca infinita. 

A cada revelación sobre su gestión de la Dana una declaración escándalosa, una política racista, una cesión antidemocrática, un bulo climático o vete a saber que se le ocurre esa semana. A cada evidencia de que su camino político se acaba una dosis de cinismo para intentar hacerte creer que antes te cansarás tú que él.

Sabemos como lo hacen porque ha pasado antes y en otras partes. Sabemos que lo hará porque quien puede dormir por las noches en su situación es capaz de todo. Lo que debemos es prevenirnos de ello para que no tenga éxito. 

Por eso, a cada intento hay que dar una respuesta. A cada momento una imagen de resistencia, de inconformismo. Desde donde cada uno podamos, desde todas partes. Para que sea él quien piense que antes se dará por vencido él que el pueblo valenciano. O hasta que el Partido Popular sepa que este insulto continuado no se borrará solo cambiando de candidato antes de las próximas elecciones.

Por eso, el próximo sábado nos vemos en la manifestación. 

Contra la conmoción y el pavor. Contra Mazón.

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