Castellón Plaza

un estudio de maría vidal SORIA

Un ejercicio de imaginación sobre las acequias valencianas

  • Foto: DIEGO SIMÓN
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VALÈNCIA. Lo que nos vertebra y nos une como sociedad es invisible. Puede ser un idioma, la cultura, un gesto y hasta un olor muy concreto. Todo esto puede conformar la definición de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, una construcción que generalmente se enlaza por autores o filósofos, que dan su imagen de algo que realmente no tiene una forma concreta. 

Este mismo ejercicio es el que lleva a cabo la valenciana María Vidal Soria a través de su investigación Formaciones y deformaciones del agua, un proyecto para el Programa de Residencias de creación de investigación para Cultura Resident. En este, comprende el agua como “medio que genera una interdependencia entre las comunidades humanas y no humanas que habitan el territorio”, y en el que además imagina los otros escenarios posibles de en Castelló y València, vertebrados por las acequias. 

Dialogando con los espacios, su historia y lo que les conecta la valenciana comienza una exhaustiva investigación sobre el territorio a raíz de un colapso sobre el presente y el futuro. La investigación comienza por Utopía no es una isla, un libro de Layla Martínez, en el que analiza cómo estamos rodeados y llenos de distopías tanto “audiovisuales como literarias”, y cómo esto nos paraliza, pues el futuro nos parece devastador. “Ella plantea que esta incapacidad por imaginar futuros mejores nos priva de pensar un porvenir mejor, por lo que tal vez necesitamos utopías”, señala Vidal, quien inspirada por estas imágenes y estos conceptos intenta aterrizar y abarcar en su proyecto una forma de darle forma a lo que le rodea e imaginar, a su vez, otros escenarios posibles. 

Para ello toma a dos protagonistas principales: València y Castelló, los lugares donde se ha criado y los territorios que conoce. Dentro del imaginario donde “todo se termina y todo es catastrófico” lo que consigue es darle una relectura a lo que le rodea a través de autoras como Gloria Anzaldúa, con obras como Luz en lo oscuro y Yásnaya Aguilar, Iki Yos Piña e Indigenous Action con Futuro Ancestral. Estos libros y autoras, entre otras tantas, le ayudan a imaginar un futuro en su territorio que se conjuga desde lo que ya existe. 

Foto: DIEGO SIMÓN

“Para hablar del futuro que imaginamos hay que hacer referencia al pasado. En este caso no nos podemos olvidar que se basa en el ecocidio, extractivismo y colonialismo y en base a esto, imaginadesde el presente qué futuro queremos construir”, apunta Vidal. Estas autoras y activistas le llevan a problematizar la temporalidad lineal como cuestión hegemónica desde la que narramos e imaginamos el mundo.

Atravesada por esta ruptura con el tiempo lineal o straight time -que también tiene que ver con el tiempo recto, hetero- conecta con las acequias para tratar de construir desde otro lugar. Estas son “un elemento muy presente en el imaginario valenciano”, constituyen un sistema de ingeniería hidráulico basado en una estructura “arbórea y rizomática”. “Conectan a diferentes grupos sociales, creo que es un lugar intercultural desde el que poder pensar en las múltiples y diferentes relaciones que se generan”. Explorando el territorio que le rodea desde la curiosidad “y el querer saber” intenta vertebrar lo que le rodea a través de las estructuras, intentando comprenderlo en lo social, tirando poco a poco del hilo de la historia: “Mi investigación no parte de la certeza sino de la curiosidad. Lo que hago con lo que descubro es explorar qué posibilidades me ofrece la propia historia y trabajo con publicaciones fragmentarias y no lineales para hablar de mis procesos y de las acequias”, señala Vidal.

Un punto de encuentro, para ella, puede ser el imaginario en construcción y las narrativas que entran con las que ya están “impregnadas en nuestro mundo” generando un diálogo para imaginar escenarios mejores. Para ello se basa en varios autores, en algunas metáforas que ella misma crea, en algunos poemas propios y hasta en el diseño para deconstruir la linealidad que le rodea: “Desde la narrativa y el formato editorial me conecto con las acequias y pienso en escenarios de mundos mejores. Pienso en las comunidades humanas, no humanas y discordantes con la cronocisheteronormatividad y empleo el agua como elemento de conexión”, apunta la autora de este proyecto.

Para conectar estos conceptos trabaja en diversas publicaciones, editoriales y en algunos fanzines -con fotografías, textos, poemas y transparencias- para conseguir generar un diálogo sobre este nuevo escenario posible que imagina desde el territorio valenciano. Bajando a tierra, más allá del subsuelo, la valenciana consigue construir su propio espacio en el que se conecta con la huerta, con quienes la trabajan y con esos nuevos lugares de espacio-tiempo deseables para la especie humana y no humanas, todo ello desde la poesía, la fotografía y con un goteo de ideas único. 

Foto: JESÚS ORRICO

Con todo esto emplea las acequias en las que corre el agua, “un elemento muy presente en el imaginario valenciano”, para tomar la estructura “arbórea y rizomática” de las acequias y comprender cómo entuban el territorio y como nos conectan: “Conectan a la humanidad y a los grupos, creo que es un lugar intercultural desde el que poder pensar las conexiones”. Explorando el territorio que le rodea desde la curiosidad “y el querer saber” intenta vertebrar lo que le rodea a través de las estructuras, intentando comprenderlo en lo social, tirando poco a poco del hilo de la historia: “Mi investigación no parte de la certeza sino de la curiosidad. Lo que hago con lo que descubro es explorar qué posibilidades me ofrece la propia historia y trabajo con publicaciones fragmentarias y no lineales para hablar de mis procesos y de las acequias”, señala Vidal.

Con motivo de conectar estos conceptos trabaja en diversas publicaciones y en algunos fanzines -con fotografías, textos, poemas y transparencias- para conseguir generar un diálogo sobre este nuevo escenario posible que imagina desde el territorio valenciano. Bajando a tierra, más allá del subsuelo, la valenciana consigue construir su propio espacio en el que se conecta con la huerta, con quienes la trabajan y con esos nuevos lugares de espacio-tiempo deseables para las especies “humanas y no humanas”, todo ello desde la poesía, la fotografía y con un goteo de ideas único. 

Foto: DIEGO SIMÓN

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