CASTELLÓ (EFE). El pueblo castellonense de Cervera del Maestre ha logrado erigirse como modelo de referencia en la lucha contra la despoblación tras haber conseguido sumar entre sus 663 vecinos a 185 extranjeros, la mayoría comunitarios, lo que representa el 30% de su padrón y un ejemplo de integración vecinal y organización. Estos nuevos vecinos participan activamente en la vida de un pueblo del que destacan su calidad de vida, su buena comunicación y sus servicios en el interior norte castellonense, en la comarca del Baix Maestrat.
Un modelo de "nueva ruralidad" del que su alcalde, Adolf Sanmartín, se siente especialmente orgulloso e implicado y que defiende como una nueva vía para romper "la brecha de la despoblación" en un proceso que ha convertido a esta población en "la ONU del Maestrat". Así lo muestran los vecinos que han acudido a una entrevista con Efe para explicar cómo es su vida en este pueblo. La mayoría forman parte de una asociación en la que se reúnen para poner en común sus necesidades, compartir su experiencia y organizar encuentros y actividades.
Maria Isabelle Cattin Iglesias llegó desde Francia a Cervera para instalarse definitivamente hace 3 años, forma parte de la junta directiva de la asociación y explica que los alemanes empezaron a venir en los años 80 atraídos "por la calma" y la "autenticidad de la población". El "boca-oreja" ha ido haciendo el resto y ha atraído a extranjeros, en su mayoría de la Unión Europea, con el argumento de un pueblo "sin grandes urbanizaciones ni masificaciones" y muy cerca de la costa castellonense y de los municipios de Peñíscola, Benicarló y Vinaròs, con los que tiene muy buena comunicación.
Asienten los estadounidenses Jon y Judy Detwiler, quienes huían de la gente en la costa y adquirieron una vivienda junto al castillo, la cual han reformado completamente y junto a la que ya han comprado otra parcela para hacer un jardín. A Jon "le encanta España" y ahora que su mujer y él están jubilados "disfrutan al máximo del pueblo y de los paseos por la naturaleza".
Irene Van Leeuwen llegó junto a su marido en 2007 desde Holanda, ambos tocan instrumentos en la banda municipal y posan orgullosos junto a los olivos de su finca, cuidada al detalle y situada a escasos dos kilómetros del casco urbano. Recolectan las almendras y las olivas de su terreno y presumen de su propio aceite de variedad farga, al tiempo que alaban la buena climatología de la zona. "Nos gusta la nieve" pero, añade, "dos días, como aquí, no durante meses como en nuestro lugar de origen", bromea Irene frente a Jon y Judy recordando los gélidos inviernos en Estados Unidos.
Maria Isabelle indica que además les encanta que el pueblo tenga un castillo, ya que ella es arqueóloga, y explica que ha comprado una antigua granja avícola cerca del casco urbano para establecer un taller de arqueología en ella para "compartir" sus conocimientos en prehistoria, su especialidad.
La comunidad de inmigrantes ha traído a Cervera además profesionales del yoga internacionalmente reconocidos, un profesor de taichí y kickboxing, gente que se dedica al cuidado de mayores, una familia que ha abierto una galería de arte y una inmobiliaria, masajistas y artesanos de la madera o la cestería.
Sanmartín explica que la asociación, fomentada por el propio Ayuntamiento, se asienta sobre varios vectores: desde clases de castellano y valenciano organizadas por el consistorio, hasta la georreferenciación (porque un 80% reside fuera del casco urbano y es difícil el acceso en momentos de urgencias y emergencias). También facilita la correspondencia con la creación de un espacio homologado por Correos con buzones y acceso con llave, y la disponibilidad de recursos hídricos (dentro de un término de casi 100 metros cuadrados) a través de Facsa con un proyecto para dotar de agua potable a los vecinos de fuera del casco urbano.
Además, se ha apostado por la integración en la vida del "vecindario" y eso ha sido "tremendamente positivo", porque "participan absolutamente en todo". El alcalde señala en este sentido que en el pueblo "tienen un proyecto de vida" y a su juicio "ahí radica la diferencia del proyecto". "Aquí son ciudadanos comunitarios que no vienen solo porque se han jubilado, sino que hay jóvenes con niños".
Se ha conseguido así "romper la brecha demográfica que tenemos en el interior con una opción diferente, a través de ciudadanos europeos a los que les das un modelo de territorio" y, según Sanmartín, la experiencia "ha sido tremendamente positiva" y ha quedado demostrado que son "integrables".
En Cervera, añade, "sin los ciudadanos comunitarios la regresión sería brutal en población y en ingresos municipales", ya que la mayoría de ingresos por permisos de obra les viene de este colectivo. Y educativamente también es positivo, añade, porque han llegado familias con niños y eso "mantiene la escuela viva". El alcalde señala que se han producido dos incorporaciones al colegio en las últimas semanas de sendas familias del Reino Unido que acaban de llegar. Familias atraídas, a su juicio, por "un pueblo que lo tiene todo: fibra óptica, tiendas, médico, colegio, comunicaciones y mucha tranquilidad, patrimonio cultural y natural, mucha calidad de vida".