Puedes arañar una nube y sentir que flotamos en el aire. Puedes perseguir sueños en forma de nubes. Podemos interpretar el lenguaje de los cumulonimbos, de los estratocúmulos, altocúmulos y, también, de los cirrocúmulos. Podemos mirar detenidamente el cielo y descubrir que la vida pasa entre esas nubes enormes, bellas, majestuosas, amenazantes. Y saber que cuando aparecen y coronan la iglesia de Sant Miquel, -lo que es hoy el centro de salud de Morella-, el agua traerá toda su furia y, quizás, piedras de granizo. Algunas mujeres morellanas dibujaban cruces con sal en la puerta de sus casas cuando asomaban estas nubes tras el campanario de Sant Miquel, conjurando la tormenta para salvar las cosechas y frutos de los últimos días del verano.
Este fin de semana el cielo de Els Ports ha regalado escenas bellísimas. Tormentas regladas que han despedido el verano en estas montañas. Ayer, domingo, el frío, la fresca, llegó a Morella. Los primeros fríos son los mejores, y en las horas del amanecer, son ese susurro que anuncia la cercanía de los abrigos anímicos. Entre las tormentas circulares, que se iban y que regresaban, el suave llanto del pequeño Quim ha iluminado el cielo morellano, rotundamente transparente. En las montañas la luz ya celebra la llegada del otoño. Y los bebés nacen, sonríen, lloran, y mueven sus diminutas manos sin distinguir el destino, sin entender todavía que han llegado a un nuevo nido amoroso. Mientras, a su hermano Aimar le brilla la mirada, moviéndose nervioso en torno a la nueva vida que le envuelve, cogiéndose con fuerza a la mano de su padre Pau, acurrucándose en el regazo de su madre Vanessa.
El tránsito de la vida deja una estela agridulce. (El paso del tiempo es tan vertiginoso que, cuando creemos retenerlo, se escapa de nuestras manos y de las cajas de los recuerdos). Los pequeños niños, que subían y bajaban ruidosamente las escaleras de una casa florida y cantonera, vigilan ahora el sueño de sus pequeños hijos. Los pequeños niños que habitaron aquella casa emprendieron su propio vuelo, planeando velozmente. Hoy son cinco, grandes y pequeños, dos padres, tres hijos y tres nietos. Y sientes movimientos emocionales, algún desgarro, decepciones, y mucha alegría, esa felicidad intermitente y necesaria. Y piensas que este mundo debería ser el mejor hogar para los jóvenes que hoy sufren el desasosiego de un incierto futuro, de esa ausencia destructiva de expectativas. Las niñas y los niños de hoy merecen que les dejemos un mundo en paz, solidario, limpio y sano.
Si los amaneceres morellanos de otoño son espléndidos, en la gran ciudad también va cambiando la luz diurna, instalándose ese contundente azul del cielo otoñal, sin canícula ni abrasamientos. El Parque Ribalta acompaña los paseos de Pancho, mi perro y compañero de vida. Este parque castellonense guarda rincones especiales, sensibles, bellos, con ricas y exclusivas variedades botánicas. Fue creado en el siglo XIX y aún conserva el sabor de quienes decidieron reunir en este gran espacio verde la vida cotidiana de una ciudad ilustrada.
hoy, cierta prensa, ciertos medios de comunicación, son portadores de las sinrazón, de la manipulación, del blanqueamiento de la ultraderecha
Recuerdo a Antonio Gala y aquellas Charlas con Troylo que escribía en El País semanal del siglo pasado. Como Troylo, mi perro Pancho tiene vida propia y compartida. Su mirada puede transmitirme alegría, bienestar, tristeza, solidaridad, ansiedad… A veces suplica una caricia si he sido engullida por el ordenador, a veces yo le suplico una caricia para seguir adelante. Nos hacemos señales de amor, y no hay mejor amor que la lealtad y ternura infinita de un compañero canino. Porque Pancho, como Troylo, como todos los seres caninos, hablan con sus progenitores. Conoce perfectamente mis estados de ánimo, sabe cuándo me supera la tristeza, cuándo hay días que tirarías todo por la borda, también sabe de mis alegrías, y se pliega a mi lado en el sofá naranja de esta nueva casa. Miramos la televisión juntos. Siempre. Le gusta posicionarse en el mejor lugar para seguir atentamente las series, películas y documentales de Filmin.
En un lateral de la fachada de hormigón gris de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid había una pintada, en los primeros años ochenta, que resumía el estado de ánimo de una sociedad muy cansada de la ausencia de libertades y los cambios precisos que aún no llegaban. Cada vez que leo el periódico, quiero más a mi perro. Esta frase era un grito de guerra para aquellas y aquellos futuros periodistas. Hoy siento que aquel mensaje sigue vigente. Hoy, cierta prensa, ciertos medios de comunicación, son portadores de las sinrazón, de la manipulación, del blanqueamiento de la ultraderecha. Son promotores y difusores de los mensajes de odio.
La noche del sábado volví a ver la película Los Santos Inocentes, el mismo día en el que muriera su director, el magistral Mario Camus. Y volví a emocionarme con los desharrapados de aquellos tiempos, la dureza de aquellos campos, de aquellos dueños señoritos fascistas, de aquella Milana Bonita que debía volar, volar lejos para salvarse, pero no pudo. El excelente libro de Miguel Delibes crece en la pantalla bajo la dirección de Camus. Sigue estremeciendo Zacarías y su "¡quia, quia, quia!", aquella impresionante mirada de La Régula… Mario Camus afirmaba, muchos años después de dirigir Los Santos Inocentes (1984), que aquel retrato seguía vigente, que aquel triste país de tristes héroes seguía bien vivo.
El escritor Gustavo Martín Garzo, escribía ayer, en El País, un buen artículo, describiendo emociones y su relación personal con Mario Camus. Uno de sus párrafos habla de los personajes del cineasta. Es perfecto... Todos se rebelan contra las cosas muertas que deshonran la vida. Como los héroes tristes de los relatos eternos, luchan para que en el mundo sigan siendo posible cosas tan antiguas como la dignidad, la amistad y el perdón.
Cuídense, porque en el mundo que habitamos las cosas son así, malditas, tristes e injustas, aunque sigan existiendo personas, organizaciones, e instituciones dispuestas a luchar por la igualdad y la dignidad.