Qué bueno querida Minerva. En breve comenzaremos a sentir el olor de los primeros azahares que traerán los vientos de primavera desde las huertas de naranjos que aún sobreviven entre Castelló, Benicàssim y Almassora. Nos gustaba la primavera castellonense cuando caminábamos algún sábado hacia Lledó o hacia el Grau, empujando los carros infantiles de aquellos bebés que fueron nuestros hijos. Hoy regresamos a aquellas calles y plazas en las que fuimos felices, seguiremos siendo las mismas periodistas inquietas y curiosas, entregadas, comprometidas y estrictas hasta las últimas consecuencias. Pasaremos, de nuevo, sobre la primera piedra que un día colocara un alcalde, encerrando un ejemplar del periódico Mediterráneo con “el artículo más ácido” dedicado a la Plaza Santa Clara. Qué tiempos y cómo fluye la vida, asentando en sus justos espacios las historias de quienes renegaron de casi todo. Volveremos a cruzar la emblemática Plaça Major de Castelló, ese espacio donde pasamos tantas tardes sentadas en su fuente mientras crecían los bebés que eran nuestros hijos. Gira, il mondo gira, en las calles, en la gente, el mundo, que no ha parado ni un momento, como cantara Jimmy Fontana. Y seguimos girando querida Minerva, deprisa, despacio, entre luces y sombras, con las piedras que nos ponen en los bolsillos, con el puño en alto y el corazón abierto. Siempre fuimos adictas a la primavera castellonense.
Hay ciudades oscuras que han recuperado la fuerza necesaria para iluminar la convivencia cotidiana. Y las ciudades crecen entre palabras y personas, entre zonas comunes de entendimiento, espacios verdes y amables, comercios cercanos que siguen luchando por una difícil supervivencia frente a los monstruos multinacionales. Las ciudades son emociones y sentimientos. Ciudades que estiman y que estimamos, callejeros anímicos que nos devuelven la alegría o nos envuelven en la tristeza. Las ciudades son la vida de las personas que las habitan. Esto, Minerva, ya lo escribimos un día, enredadas en nuestra correspondencia y abrazadas bajo la ceiba del Templete de tu ciudad habanera. Ahora las ciudades, sus calles, son espacios de encuentro, solidaridad, de necesaria multicultural y de múltiples experiencias. Una casa global en la que seguir luchando por el futuro de sus habitantes.
Hace una semana, en la librería Fan Set de Octubre Centre de Cultura Contemporània Octubre, en València, conocí al periodista y escritor Mohamad Bitari, exiliado sirio en Barcelona, y a la poeta siria Nisrín Akran. Bitari, hijo y nieto de palestinos, ha recopilado en el libro Jo soc vosaltres (Godall Edicions) una destacada selección de poemas de seis autoras y autores sirios. Una publicación que ha contado con la colaboración del PEN Catalá, liderado por la estimada poeta y gestora cultural Àngels Gregori, e integrado en el PEN Internacional que se fundara en Londres en 1921 para promover la cooperación entre escritores de todo el mundo. Es la organización más antigua de defensa de los Derechos Humanos y la libertad de expresión, poniendo voz a los escritores, periodistas y artistas asediados, encarcelados o asesinados, además de acogerles en sus países como refugiados y exiliados.
Participé, junto al editor Manolo Gil, el poeta Joan Navarro, la traductora Margarida Castells y la editora Matilde Martínez en la presentación de este libro. Una publicación dura y preciosa, impactante desde el primer momento que llegó a mis manos. Mohamad prologa cada selección de poemas, describiendo su relación con cada autor y autora. Y nos adentra hasta el fondo en la terrible situación que sufre el pueblo sirio desde hace años y también el pueblo palestino desde la terrible Nakba de 1948 cuando fueron expulsados tras la creación del estado de Israel. Y surgieron términos como éxodo, exilio, viaje, ciudadanos refugiados… El viaje, como bien define la poeta Nisrín Akran a sus días, sus silencios y sus palabras desde su nacimiento en Homs, ciudad masacrada de la que tuvo que huir. El viaje, esa transición maldita que conoce bien el pueblo palestino y su sufrimiento. Mohamad ya sabía bien lo que era el éxodo, el dolor, el desgarro, la memoria, los recuerdos que se conservan a través del símbolo de la llave que abría la puerta de las casas palestinas y sus tierras arrebatadas por el sionismo en 1948.
A través de los prólogos Bitari nos describe con una honestidad admirable y precisión periodística la importante crónica de la vida de estos poetas en el contexto geopolítico y humano que sufre Siria. La represión, la guerra, la violencia ambiental, la prisión, la lucha interminable, el miedo, la doliente memoria. Los exilios internos y externos. El éxodo que el mismo Mohamad lleva en su carga genética, esa dignidad y tristeza infinita que acompaña el desgarro de marchar. Son seis poetas errantes con las miradas más amplias que he leído en mucho tiempo. Palabras que vuelan con las alas rotas pero llenas de esa peculiar belleza que transmite el dolor, la rabia, la resistencia y la soledad. Habitan entre nosotras, refugiados, exiliados, colegas periodistas, escritores, con dolor, con desolación y primeras esperanzas, con el alma que se encoge bajo las bombas y los derrumbes, escribiendo entre escombros y muerte. Son miles de personas desplazándose cada día por los mapas de un mundo y una Europa que les está dando la espalda. Habitan entre nosotras y nosotros, estimando las ciudades que se han convertido en un gran abrazo solidario.
Hay geografías del abrazo, ciudades que acogen a las personas, y también hay ciudades para el frío y la soledad. El relator de la ONU, Philip Alston advertía al Gobierno, en una reciente visita, que si España no actúa contra la pobreza tendrá protestas como en Chile. Alston, relator sobre extrema pobreza y derechos humanos de la ONU, ha permanecido dos semanas recorriendo diversas ciudades, concluyendo que había visto barrios "en peores condiciones que campos de refugiados”, según declaraciones a El Periódico. La desigualdad se extiende vertiginosamente por el planeta y no solo por los países del sur, el hemisferio más castigado históricamente. Conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres, la igualdad social y la igualdad de oportunidades debe ser el objetivo prioritario de los gobiernos. Pero el mundo gira de forma torpe y tortuosa, con millones de manos abiertas y miradas desoladas.
Resisteix, em digué,
erta com la catedral de Homs.
I se n’anà després.
…Aquest matí, alenades de primavera
deuen fer ballar les cortines de casa,
de la nostra casa abandonada.
Vam deixar les finestres obertes
abans de partir,
per que el vidre no ferís
les galtes de les cortines florejades.
El que queda en els calaixos de l’emigrant. Nisrín Akran, poeta de la ciudad destruída