CASTELLÓ. El PP se sentará con su socio de gobierno en el Ayuntamiento de Castelló, Vox, para hablar sobre el punto 70 del pacto de gobernanza, que plantea la colocación "en un lugar relevante de la ciudad de una escultura o monumento que honre la memoria y mantenga el recuerdo a las víctimas de la violencia". La posibilidad de restituir la cruz de Ribalta, que se encuentra desde hace más de un año en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, o de instalar una cruceta similar en el parque no se planteará en las negociaciones, que se producirán de manera oficial cuando exista una sentencia firme respecto a la denuncia de la Fundación Abogados Cristianos contra el decreto de retirada del lábaro.
El portavoz municipal, el popular Vicent Sales, subraya que "el que tengamos disparidad de opinión sobre este tema no quita que las resolvamos hablando tranquilamente. Vamos a intentar conciliar las dos voluntades del gobierno. Siempre es bueno en procedimientos judiciales cumplir los plazos, por lo que hay que esperar", reitera.
Sales cree que "el foco no está en si hay que poner o no una cruz, sino que el Ayuntamiento de Castelló, gobernado por el PSPV y Compromís la pasada legislatura, actuó de forma arbitraria y sectaria para quitar un elemento carente de toda simbología y que se resignificó en 1979".
El portavoz municipal insiste en que no se abordará en el seno del gobierno el cumplimiento de ese punto 70 mientras el proceso judicial siga abierto por los recursos de Intersindical y el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV). Sin embargo, admite que, después del fallo del propio órgano judicial, que considera que la cruceta de Ribalta no se trata de un símbolo franquista, todo apunta a que la resolución del primer contencioso [Abogados Cristianos contra el decreto] "irá en la misma línea".
De ahí que de manera informal el Partido Popular esté hablando con los concejales de Vox sobre el asunto. En este punto, Sales admite que encima de la mesa están todas las opciones posibles. Desde que la escultura sirva tanto para recordar la figura de Miguel Ángel Blanco como para honrar a las víctimas de la violencia, hasta que se instalen dos esculturas diferentes en la ciudad. "Es una decisión que habrá que tomar en el futuro". En concreto, se refiere a "la ubicación y al tipo de monumento". Incluso, cabría la alternativa de que fuera en una zona distinta al parque Ribalta.
Lo que sí está totalmente descartado es mover el lábaro que se encuentra en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva. Primero, porque ya no es propiedad del Ayuntamiento de Castelló, sino del Obispado, al que "se le chantajeó porque si no la quería, la tiraban a una cantera", asevera el edil. Segundo, porque un segundo traslado podría provocar una rotura de la cruz. "Es impensable moverla. Está en unas condiciones severas y ya hubo un elevado riesgo la primera vez", en alusión al informe técnico que advertía del grave deterioro de la estructura.