La directora de Orihuela presenta en Cannes su mediometraje Las novias del sur, sobre el contraste entre la sexualidad de las generaciones actuales y la de sus madres y abuelas
VALÈNCIA. El mediometraje con el que la directora de Orihuela Elena López Riera vuelve al Festival de Cannes tras el estreno en 2022 de su ópera prima El agua en la Quincena de los realizadores arranca con una reflexión en voz alta largamente escondida a su progenitora frente a una instantánea familiar: “Miro la foto de mi madre el día de su boda, hago los cálculos y compruebo que soy más vieja el día que la desvirgaron, más vieja que ella el día que decidió ser madre para siempre, que soy casi tan vieja el día que la acompañó a la iglesia. La busco en todos los cuerpos, en todas las voces, en todas las madres. Hago a otras las preguntas que no me atrevo a hacerle a ella. Cómo decirle que de todo lo que me enseñó solo me queda el futuro”.
En los 40 minutos de Las novias del sur, proyectado en la Semana de la Crítica todo lo que le enseñó va siendo cuestionado en un mosaico de entrevistas a diferentes mujeres maduras. A modo de confidencia, revelan sus primeras veces, la virtud preservada hasta la noche de bodas, frustraciones ligadas a la sexualidad, a la intimidad, al vínculo jurado de por vida durante sus matrimonios. La directora confronta esas nociones arraigadas en las anteriores generaciones de españolas con su propia soltería y la ausencia de hijos.
- En 2018, Laura García Andreu dirigió un mediometraje documental llamado Motherhood donde abordaba la decisión de no ser madre, como ahora ha sido afrontado por Liliana Torres en Mamífera. ¿A qué responde que este tema, habitualmente tabú, al fin se afronte en nuestra cinematografía?
- Como mujeres de una generación que empieza a objetar asuntos incuestionables que se nos han enseñado, no me parece que estén surgiendo como discursos al aire en el desierto. Esta película también por conversaciones con amigas y en mi entorno es un tema bastante presente con todas las opciones. ¿Qué hacemos con esto? La que ha elegido ser madre como la que ha elegido no serlo, la que lo ha sido porque le ha tocado como la que se arrepiente.
- ¿Sientes que la maternidad es una imposición más social que biológica?
- Para mí no ha sido una decisión no ser madre. De repente me he dado cuenta de que no lo he sido, y ahí hay una cuestión, porque soy la primera mujer de mi familia que no lo ha sido desde hace mil generaciones. Es una reflexión que no estaría si no tuviera la edad que tengo.
- Equivocadamente, pensé que el casting involucraría a mujeres de tu comarca, pero hay de otras partes de España, incluida Pepita, una señora de 103 años de Barcelona asidua a la sala de baile La Paloma. ¿Cómo fue el proceso de casting?
- Tampoco fue un casting al uso. Fue algo random. Algunas son amigas de la familia, pero principalmente, proceden de los descartes de la película de Laura Ferrés La imatge permanent, porque la directora de casting, Cristina Pérez, es mi mejor amiga y una estrecha colaboradora que también colaboró conmigo en El agua. Reciclando.
- ¿Crees que esta película abre la puerta a esa conversación aplazada con tu madre?
- La vio en el estreno aquí por primera vez y no sabía nada, así que nuestra relación ha cambiado para siempre. Se ha ido y no hemos vuelto a hablar. Voy así de a tope con la vida. Soy de Levante, de todo o nada, como los fuegos artificiales.
- ¿Qué presencia ha tenido la foto familiar de la que parte este proyecto?
- Es una foto que tengo muy presente desde hace años. De hecho, los primeros textos de este mediometraje los escribo hace 20 años. He estado muy obsesionada, pero imagino que por la educación que me han dado, muy controladora en lo sexual, reprimida porque ellas lo habían sido. De ninguna manera quiero culpabilizar a mi madre, pero eso se proyecta. Siempre he estado muy obsesionada con el relato de ella, con el orgullo de llegar virgen al matrimonio, de ser novia de mi padre desde los 14 años... Todas estas historias de nuestros padres, donde el amor resiste y se cuida es muy bonita. Tienen ya 70 y se aman. En suma, me obsesiona el amor romántico y duradero, con esa pureza que se cristaliza en esta imagen doméstica. Hostia, es que tienes una foto del último día que fuiste virgen. Y además se repite en un montón de mujeres. Me parece muy interesante porque se mezclan el temor y la alegría.
- Y, significativamente, son fotos donde las novias aparecen solas.
- A nivel estético me parece muy interesante, porque la historia de nuestra audiovisual doméstico ha recortado ese cuerpo. Luego hasta que no he tenido 42 años y no me he encontrado en la situación en la que me encuentro no he podido hacer esta reflexión de qué hago con todo esto que me habéis enseñado, porque no me sirve.
- Hay menciones a la guerra, pero no así a la posguerra. ¿Echas de menos las referencias a la losa en las mujeres de la educación franquista?
- Lo grave es que mi madre se casó en los años ochenta, cuando en Madrid ya estaba la movida, así que pienso que no solo tiene que ver con la ideología franquista. La dictadura lo llevó al extremo, pero estaba en la religión católica, en el acervo popular y el bando republicano. El comunismo no ha sido especialmente conocido por el pensamiento feminista. El machismo está a pesar de clase e ideología. Es que los comunistas nos prometieron a las mujeres que iban a luchar por nosotras, porque está en la Primera Internacional Comunista y todavía estamos esperando.
- Te ha faltado nombrar a Disney.
- Nos han educado con cuentos de princesa en los que que el matrimonio es ese momento catártico donde todo se libera, fueron felices y comieron perdices. Nosotras también hemos crecido con ese relato. Supongo que quería casarme, pero no ha llegado el príncipe azul.
- ¿Crees que el amor romántico es a la mujer lo que el porno a la mujer en términos de educación sexual y sentimental?
- Me parece una pregunta pertinente, pero tan compleja y con tantos matices y aristas... Para empezar porque no estoy en contra del porno. El amor romántico, como muchas otras mitologías e incluso religiones, puede ser utilizado en nuestra contra pero también t maravillosas, o sea que también tener derivadas maravillosas, como salir de una realidad terrible. Creo que la violencia y el machismo ha utilizado muchas veces como excusa el amor romántico y lo ha formulado a su interés. Yo soy una romántica de hecha. Creo que puede elevar la cruda realidad hacia otros derroteros si lo usas de manera liberadora.
La ópera prima es un relato iniciático donde el conflicto de clase erosiona una amistad femenina