VALÈNCIA. Si no hay sorpresa, el PSPV recuperará el 29 de marzo la alcaldía de Rocafort, un logro que siempre es motivo de alegría para cualquier partido pero al que los socialistas han dado una relevancia notable. El modo en el que retomará la vara de mando de esta localidad de L'Horta Nord no es ajeno a esa valoración, puesto que lo hace con un pacto con Ciudadanos que, además, acaba con un gobierno formado por PP y Vox. El acuerdo supone un gancho socialista al electorado de la formación que preside Inés Arrimadas cuando falta apenas un año para unas elecciones autonómicas que se prevén apretadas y en las que hay una enorme bolsa de votantes de este partido en el aire.
Desde que comenzó la legislatura, el PSPV se ha esforzado por estar cerca de Ciudadanos, no tanto por la aritmética presente (que en Les Corts no daba para alternativas al Botànic) sino para trasladar una imagen central y mostrar capacidad de entendimiento con este partido.
En esa línea, se pueden enmarcar acuerdos como el logrado para gobernar en Torrent o que el president Ximo Puig tratara, para enfado de Compromís y de Unides Podem, atraerse su voto para los presupuestos de 2021, algo que finalmente no pudo hacer. En cualquier caso, esa posición de frontera podría permitir a los socialistas absorber votos que por el otro lado se disputarán el PP y Vox. El pacto de Rocafort le permite reforzar esa posición y compensar en parte el alejamiento que se vive en Les Corts.
Las últimas tres elecciones autonómicas en España sólo han tenido un punto en común: una fuga de votos de Ciudadanos entre grande y enorme. A falta de lo que ocurra en Andalucía y con las reservas que suponen 12 meses en política, nada indica ahora mismo que en la Comunitat Valenciana vaya a ser diferente.
En un escenario que se prevé apretado, el granero de votos de Cs puede ser decisivo. Liderado por Toni Cantó, ahora de facto en el PP, el partido fue la tercera fuerza en 2019 con 466.391 votos y 18 diputados. Fueron, en números redondos, veinticinco mil votos más que Compromís y cuarenta mil menos que el PP.
Hasta ahora, cada una de las últimas elecciones autonómicas han sido diferentes en cuanto al destino de esos votos. En Cataluña el desplome fue brutal, de casi un millón de votos. Lo fue en un contexto en el que se multiplicó la abstención (la participación bajó del 79% al 53%) y en el que los únicos partidos grandes que crecieron fueron el PSC de Salvador Illa y Vox. Entre esos tres destinos se repartió.
En Madrid, la formación perdió medio millón de votos y el PP de Isabel Díaz Ayuso ganó más de novecientos mil. Se entiende que fue la gran beneficiada, muy por delante de lo que pudiera pescar Más Madrid o Vox. Por último, en Castilla y León, los ciento cincuenta mil votos que ha perdido C's parecen haber ido a la formacion de extrema derecha, la única que ha subido y que lo ha hecho en un volumen parecido.
Con esa disparidad, según la orientación de los votantes de un partido que atrajo a un espectro bastante amplio de personas, el PSPV trabaja con imágenes como la del acuerdo de Rocafort para que, en el caso de que la historia se repita, llevarse a una parte de ese electorado que no se sienta cómodo ante un hipotético pacto del PP con Vox.