VALÈNCIA. Los Presupuestos de la Generalitat para 2023 crecerán entre un 5 y un 6% según confirman fuentes del Gobierno valenciano. Un porcentaje que supone que rocen prácticamente los 30.000 millones de euros. PSPV, Compromís y Unides Podem han llegado al acuerdo político para cerrar las cuentas del próximo año sin haberlas aprobado todavía, como estaba previsto.
La intención con este calendario era llegar al último pleno del Consell del mes con la imagen de unidad pese a que algunos flecos no estaban cerrados. Tras el anuncio, los técnicos de la Conselleria de Hacienda realizarán el volcado durante el fin de semana. Ya el lunes, último día del plazo legal para dar luz verde a los presupuestos, se convocará un pleno extraordinario para posteriormente entregar las cuentas en Les Corts en tiempo y forma, como es tradicional, y realizar a continuación la rueda de prensa de presentación.
Las negociaciones entre el tripartito se han producido hasta el último momento. Sin un choque público notorio como en otras ocasiones, pero con ciertas discrepancias. Sobre todo, como ha venido publicando Valencia Plaza, en los ingresos. Hace un año, la fórmula del Ejecutivo autonómico para cuadrar las cuentas de 2022 y mantener el incremento del gasto fue la inclusión de dos partidas llamadas "reivindicativas". De un lado, 1.000 millones de euros en ingresos no garantizados basados en los fondos extraordinarios del Estado para paliar la crisis de la covid y con los que la Generalitat iba a dejar de contar. De otro, los ya tradicionales 1.336 millones que el Consell mete año tras año para compensar la infrafinanciación por el retraso en la reforma del sistema. En total, 2.336 millones que no están respaldados con transferencias reales del Estado.
De cara a 2023, la partida relativa a la infrafinanciación se daba por descontada, pero en la de los (no) fondos covid se encontraban las disconformidades. El PSPV no lo veía con buenos ojos, mientras Compromís y Unides Podem querían introducir de nuevo esos 1.000 millones sin llegada asegurada. Aunque parecía que se trabajaba en llegar a un término medio entre ambas posiciones, finalmente los socios de los socialistas han cedido. Los ingresos ficticios, por tanto, sólo serán los clásicos 1.336 millones de la infrafinanciación, sin los fondos covid, tal como confirman desde el Consell. Con ello, las partidas reivindicativas se reducirán en mil millones de euros respecto a 2022.
Lo cierto es que el Ejecutivo autonómico contaba con una mayor holgura esta vez para elaborar los presupuestos. El conseller de Hacienda, Arcadi España, salió del Consejo de Política Fiscal y Financiera del pasado julio con 2.835 millones de euros más del sistema de financiación para 2023. Con ello, la Generalitat pasó a contar con 13.540 millones, la mayor cantidad que ha recibido nunca del citado sistema.
En todo caso, el de los ingresos ficticios no ha sido el único problema en la confección de las cuentas. La inflación, la subida de tipos y el aumento de los precios de la energía afectará al capítulo 2 de gastos corrientes. Pero si algo ha llevado de cabeza a las Consellerias es la subida de sueldo a los funcionarios de hasta un 3,5% aprobada por el Gobierno central y que condiciona todo el capítulo 1 de gastos de personal (cuyo incremento es muy sustancial). También hasta última hora han faltado por perfilar las partidas de los fondos europeos del llamado Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR).
Los 3.000 millones más de presupuesto que pidieron en su conjunto todos los departamentos tuvo, lógicamente que ajustarse como así transmitió Hacienda. Y el que más recortó respecto a sus previsiones iniciales fue Sanidad, que de golpe rebajó sus expectativas en 1.300 millones que de entrada había reclamado para intentar adaptar el presupuesto diseñado al gasto real que tiene la cartera a lo largo del año, puesto que siempre queda por debajo de lo que finalmente termina ejecutando.
La luz verde a los presupuestos de este viernes supone dar un carpetazo en cierto modo a la crisis que estalló esta semana en el seno del Ejecutivo valenciano a raíz de la destitución fulminante de Mireia Mollà como consellera de Agricultura. Un cese ordenado por la propia vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas que, a pesar de las críticas que despertó por el momento elegido para hacerlo -a escasas horas de aprobar las últimas cuentas del Botànic II antes de que se celebren las elecciones autonómicas (las primeras del tercer Botànic según Mas)- no ha tenido mayor trascendencia para la propia Aitana Mas.
La portavoz del Consell consideró que esta ha sido "una muy buena semana para el Botànic" porque además de cerrar las cuentas del próximo ejercicio, también se ha pactado una reforma fiscal que "aliviará las cargas a las familias". Dos acuerdos que hacen que el Gobierno valenciano "salga más cohesionado", según Mas. "Hoy volvemos a demostrar un año más que el Botanic está más fuerte que nunca", aseguró la vicepresidenta tras insistir en que en el tripartito impera la "estabilidad".
Sin mencionar explícitamente el cese que se produjo el miércoles, la consellera también deslizó alguna perla dirigida a la exconsellera Mollà al sostener que el Ejecutivo no funciona "en base a personalismos". "El Consell no depende de ninguna persona. Esto es una cuestión colectiva y hemos de estar a la altura de las circunstancias", advirtió sin titubear la portavoz del Botànic II.