CASTELLÓ. Juan Carlos Garrido anunció en sus primeras comparecencias en sala de prensa su intención de dar estabilidad al once inicial del Castellón, introduciendo los cambios mínimos de un partido a otro.
Lo hizo en su arranque como técnico albinegro, después de revolucionar el equipo en su debut, frente al Sporting de Gijón. Aquella formación, en la que fueron novedades Carlos Delgado, Víctor García, el recién recuperado Carles Salvador, Gustavo Ledes y David Cubillas, fue el mismo en la jornada siguiente, frente al Almería, y tuvo un único cambio contra el Mirandés con la incorporación de Javi Moyano.
Sin embargo, las pobres prestaciones del conjunto albinegro frente al equipo burgalés rompieron una línea de estabilidad que no se ha vuelto a recuperar. Así, Garrido presentó tres variaciones ante el Fuenlabrada con la alineación de Jorge Fernández, Bodiger y César Díaz.
Las novedades introducidas en ese partido tampoco funcionaron y el Castellón volvió a variar ante el Girona, este vez de manera más radical, ya que no solo presentó cuatro futbolistas diferentes respecto al encuentro anterior, sino que transformó su estilo de juego con una propuesta de fútbol combinativo, muy opuesta al juego directo que venía desarrollando.
En ese choque, la imagen mejoró, pero el Castellón cometió los mismos errores que realizaba en tiempos de Óscar Cano y que precipitaron la salida del granadino del banquillo orellut.
Así pues, Garrido ha empleado 17 jugadores diferentes en el once inicial en los cinco partidos que ha dirigido. Ha utilizado 20 futbolistas en total, dejando sin minutos a Muguruza, Lapeña, Castells, Paolo Fernandes, el lesionado Ortuño y el recién incorporado Krhin.
Algunos de los cambios que ha introducido han sido por lesión, pero la mayoría han tenido que ver con las deficiencias ofensivas y defensivas que ha mostrado el equipo en estos partidos y que han llevado al valenciano a hacer modificaciones en todas las líneas.
Estos fallos han sido más visibles si cabe en el choque del pasado fin de semana, por lo que el técnico del Castellón sigue pendiente de hallar la tecla que haga funcionar al equipo con la solvencia requerida para aspirar a la permanencia.
