CASTELLÓ. Aunque todavía no hay fecha para que la restauración vuelva a la actividad tras la pandemia del coronavirus, hay empresarios que no dejan de idear iniciativas que devuelvan la confianza a sus clientes cuando estos puedan reunirse de nuevo en un lugar público. Entre los más inquietos está el responsable de Grupo La Guindilla, José Romero, que ya trabaja en mejorar la seguridad que ofrecer a sus clientes en ese ansiado momento. No en vano, el reto ahora es "dar seguridad y confianza a los clientes de que no se van a contagiar", remarca.
Con este objetivo, Romero ha completado ya la compra de varios lotes de material con los que dotar a sus restaurantes, además de concretar otros protocolos de seguridad. Entre la inversión -que ronda "los 100.000 euros", asegura- destaca la adquisición de cuatro cámaras térmicas con las que tomar la temperatura de todo aquel que quiera acceder a sus establecimientos. "Las hemos comprado a una empresa de Castellón; estarán ubicadas en la entrada y el personal de recepción revisará la temperatura corporal a través de un ordenador". En el caso de que esta supere los 37º "no podrá entrar al restaurante y se le recomendará que acuda al médico", señala Romero.
Y es que previamente se informará a los clientes de esta posibilidad, además de otras medidas de prevención del contagio en los locales, como el uso de guantes por parte de todo el personal (y la posibilidad de que los utilicen los clientes), la diferenciación de los cubiertos para servir, que serán de un color distinto, o el aumento de la separación de las mesas, que se encontrarán, mínimo, "a un metro y medio", algo que, además, "va a imponer el Gobierno", afirma el responsable de La Guindilla. Con ello, se reducirá el aforo de los locales, lo que obligará a establecer dos turnos para las comidas y las cenas. "Es inevitable si queremos que salgan los números; a esto nos tenemos que adaptar todos, también los clientes", remarca el empresario hostelero.
Otra de las medidas estrella que Romero va a implantar en sus establecimientos es la higienización con ozono. Para ello ha comprado diversos generadores, con los que realizará tres desinfecciones masivas cuando no haya clientes -"antes de abrir, tras el servicio de mediodía y al cerrar", indica-. Asimismo, prevé implantar una cámara de ozono por la que pasarán sus empleados antes de comenzar a trabajar. Con el fin de rentabilizar al máximo esta inversión, el empresario ya ha pensado incluso en el uso que tendrán estos aparatos una vez pase la pandemia sanitaria: "Después utilizaré las cámaras para madurar carne, que es uno de los usos que tienen los generadores de ozono".
Todo ello se completará con medidas como la instalación de dispensadores de geles alcohólicos, la desinfección de vajillas y cuberterías con lavados a más de 80º y de la mantelería y ropa de trabajo a más de 60º. Asimismo, prevé que sea un empleado concreto el encargado de desmontar y montar las mesas en cada servicio porque este es "un momento crítico donde el trabajador puede infectarse, por lo tanto tiene que haber un protocolo muy definido".
En un primer momento, Romero va a implantar todos estos protocolos y medidas de seguridad en sus establecimientos de Benicàssim (Habanero, Playachica, El Mercado Gin&Bar, Gastrotasca La Guindilla y Taberna Shibuya), para después materializarlos también en los de Castelló. Y es que los de la capital de la Plana ya no abrirán hasta pasado el verano.
En cuanto a fechas de apertura, y siempre a la espera del pronunciamiento oficial por parte del Gobierno, Romero señala que los rumores que llegan por parte de medios sanitarios es que hacia el 6 de junio se podrían producir las primeras licencias para los establecimientos más grandes.