Actualmente, como sociedad demandamos “sostenibilidad”, es decir, buscamos satisfacer nuestras necesidades sin hipotecar los recursos futuros. Esto conlleva la “responsabilidad social” de buscar el equilibrio entre crecimiento económico, respeto al medio ambiente y bienestar social.
En el mundo de la agricultura hay un largo proceso desde el inicio del ciclo del cultivo hasta que el producto llega a la mesa. Pero generalmente se desconoce qué ocurre en el campo. Cualquier actividad necesaria para la producción de alimentos va a tener un impacto en los recursos básicos: agua, tierra y aire. Por tanto, la apuesta por una agricultura sostenible ya no es una tendencia sino una necesidad y una responsabilidad social de todos. La sostenibilidad empieza desde el campo.
De entre todas las actividades del campo, la protección de cultivos frente a las plagas es una de la que más ha evolucionado en las últimas décadas hacia técnicas más respetuosas con el medio ambiente buscando el equilibrio ecológico.
La reducción de plaguicidas nocivos es uno de los retos planteados por estrategias internacionales como el Pacto Verde de la UE y la Agenda 2030. La gran distribución también apuesta claramente por técnicas de control limpias, y es patente el crecimiento en la demanda de residuo cero o la agricultura ecológica por parte de los consumidores.
Como respuesta a la necesidad de una protección de cultivos más respetuosa y resultado de la aplicación de I+D, se desarrolló la técnica de confusión sexual en la década de los 90. Desde entonces se ha expandido para el control de numerosas plagas de gran importancia económica, permitiendo una producción que cumpla con los requisitos exigidos actualmente en los mercados. Concretamente en la viña ha despegado claramente como técnica de biocontrol innovadora, eficaz y sostenible en los viñedos de toda Europa y es hora de implementarla y expandirla en el viñedo valenciano.
Tras este nombre tan llamativo, ‘Confusión sexual’ se encuentran las feromonas, unas sustancias que generan las hembras para atraer a los machos. Esta técnica se basa en su liberación controlada. Esto confunde a los machos y disminuye la posibilidad de que encuentren a las hembras, evitando el apareamiento. De esta manera se reduce la población de la plaga de forma paulatina. Es un sistema que no trata de eliminar los insectos si no de reducir su población hasta niveles en que dejen de ser económicamente dañinos para el cultivo, sin que desaparezcan. Esta característica junto con la alta especificidad, ya que solo afectan a la plaga diana, hacen que este método de control mantenga el equilibrio ecológico en el cultivo, lo que es imprescindible en un manejo sostenible.
Gracias a estas características, la técnica es compatible con otros medios de control biológicos, biotecnológicos, culturales o químicos convencionales, permitiendo en este caso un mejor uso racional de insecticidas cuando éstos son estrictamente necesarios. Es una herramienta clave para una Gestión Integrada de Plagas.
Las ventajas de esta técnica no es solo el control de la polilla o el melazo, sino que al favorecer el equilibrio ecológico ayuda al control de plagas secundarias.
Además del daño directo que provoca la polilla, tiene un efecto importante en el índice de ácido glucónico y afecta a la calidad del vino. Las heridas de la piel debidas a las larvas de la polilla, además de favorecer la podredumbre por Botrytis, elevan los niveles de glucónico, incluso sin la presencia de podredumbre en años secos. La uva parece sana, pero en realidad no lo está. Por eso, es fundamental un buen control de la polilla para garantizar una uva que nos permita la elaboración de vinos de calidad.
Otro factor importante al mantener un buen control de la polilla es la flexibilidad para decidir el momento de la cosecha. Una buena sanidad de la uva nos permite vendimiar en el momento óptimo de su madurez y a su vez tener un menor riesgo de podredumbre.
En Suterra, ponemos la innovación al servicio de la sostenibilidad, trabajamos por una mejora continua de las técnicas de confusión sexual y somos los primeros en desarrollar y ofrecer a los viticultores tres tecnologías diferentes en función de sus necesidades. La viticultura valenciana dispone en 2022 de las mejores opciones y ayudas para la implantación de estas técnicas para mejorar la calidad de sus vinos fomentando la sostenibilidad en sus viñedos.
Cristina Alfaro. Dra. Ingeniera Agrónoma y General Manager de Suterra EMEA