CASTELLÓ. La situación del campo se puede medir con muchos indicadores, desde los más genéricos como la generación de riqueza o los puestos de empleo generados, los niveles de producción o la rentabilidad de la actividad, a otros más concretos como el precio de la tierra agraria. Así, aunque no sea determinante, este registro permite examinar el interés en los terrenos. Y en la Comunitat Valenciana, los últimos datos evidencian una caída de los precio, especialmente en el sector citrícola.
Así lo reflejan los datos de la última Encuesta de Precios de la Tierra, elaborada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sobre el año 2022 y que se hizo público el pasado mes de septiembre. Una encuesta según la cual el campo valenciano sigue una tendencia diferente al conjunto nacional, con una bajada del 4,1% respecto a 2021 de los precios de las tierras agraria para el cultivo citrícola, pasando de los 36.173 a los 34.674 euros por hectárea, casi 1.500 menos de un año a otro.
Una tendencia contraria a la media estatal en el sector citrícola, con una subida media de casi 1.300 euros hasta lo 43.605 euros por hectárea, un 3,1% más respecto al año anterior. Y que contrasta especialmente con otras regiones con producción citrícola. Según la encuesta, hay otras tres comunidades autónomas, además de la valenciana, con suelo agrario de este cultivo, y por ejemplo la región de Murcia ha experimentado una revalorización de un 24,2% de su suelo citrícola, pasando de 68.600 euros a nada más y nada menos que 85.200 euros por hectárea. En Andalucía subió un 2,5% hasta los 47.000 euros, mientras que en Cataluña se redujo un 3,6% hasta los 28.800.
En términos generales, el campo valenciano ha vivido una bajada del 2,2% respecto a 2021 de los precios de las tierras agrarias. Concretamente, el año pasado los precios medios alcanzaron los 18.731 euros por hectárea de terreno. La Comunitat Valenciana es, junto a Asturias, Cantabria, Galicia y Cataluña, los territorios donde se han experimentado bajadas de precios en un año.
"Normalmente, el precio y el valor de la superficie agraria va vinculado al interés que pueda haber por llevar a cabo compras de terrenos", explica en ese sentido el secretario general de una de las asociaciones agrarias valencianas, La Unió Llauradora, Carles Peris, quien considera que, pese a no ser "demasiado significativa" la contracción, "evidentemente el sector agrario valenciano atraviesa momentos complicados". No hace falta salir de la provincia de Castelló para atender a la difícil realidad por la que atraviesa el campo valenciano y castellonense, que en el último año ha visto el cierre, por ejemplo, de la centenaria compañía citrícola Peris Agost Hermanos o de la cooperativa Cítrics de Nules así como la última decisión de Greenmed de trasladar gran parte de su actividad fuera de la provincia.
Son diversos los factores que influyen en ese "interés" -o la falta del mismo-, tal como explica el secretario general de La Unió. En la Comunitat Valenciana influye un cóctel poco halagüeño, que tiene que ver "con aumentos de los costes de producción, los bajos niveles de producción y las rentabilidades muy ajustadas" que reciben los productores. Unas circunstancias que pueden hacer que "dentro del club agrario, posiblemente no hay demasiado interés por comprar tierras o hay un interés de comprarlas pero a precios más ajustados y por eso este baja".
Respecto a la diferente tendencia en la Comunitat respecto a otras zonas del sur en el sector citrícola, Peris apunta como factor determinante la "superficie agraria útil de regadío", que en regiones como Murcia es "más limitada": "Quien quiera cultivar cítricos allí puede pagar cada vez un precio más elevado que aquí para obtener tierra de regadío", insiste el secretario general de La Unió.
Uno de los aspectos reseñables aquí es también, a juicio de Peris, la estructura de la tierra y de los propietarios. "El modelo valenciano es un modelo de pequeñas y medianas parcelas, con una media de tamaño inferior a Murcia y Andalucía, y allí es más habitual que los propietarios sean grandes agricultores o empresas agrícolas, y esa tendencia cada vez mayor puede influir también". Es algo en lo que converge el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, que señala que "uno de los motivos es el minifundio, el valenciano es de los más exagerados que hay en el mercado europeo" y eso supone, a su juicio, una limitación.
El interés de renovables y la industria
Pero también el precio de la tierra está vinculado a otros sectores que quieran invertir en terrenos agrarios y que puedan elevar ese valor. "En ese sentido, los proyectos de plantas fotovoltaicas están orientados a unos precios bajos de los terrenos", asegura Peris, para exponer que actualmente "las compañías promotoras no están pagando elevados precios por los terrenos agrarios". Esto, entre muchas otras cosas, ha motivado el rechazo de asociaciones como La Unió a "las megaplantas solares", en palabras de Peris, "porque pagan precios bajo por la tierra o porque suponen la ocupación de tierras en regímenes de alquiler, que al fin y al cabo tampoco le dan valor a los terrenos agrarios".
Asimismo, el representante agrario apunta a la pérdida de interés por parte de otros sectores que antaño compraban tierras para la expansión de su actividad. Es el caso de la industria, indica Peris, "que en ciertas épocas ha ocupado tierras agrícolas con el desarrollo urbanístico" pero que "ahora tampoco están pasando por una situación tan boyante". "Todo eso puede estar haciendo que el valor de las tierras agrarias o no suba o incluso baje", concluye al respecto.
Por su parte, el presidente de la asociación agraria AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, considera "preocupante" el último informe del Ministerio. "Aunque hay zonas muy delimitadas donde el precio no solo se mantiene, sino que sube, hay una gran cantidad de zonas donde el valor de la tierra sigue bajando" en la Comunitat Valenciana, subraya Aguado, quien ve esta tendencia como "una muestra más de por qué hay 171.000 hectáreas de tierra abandonada en la Comunitat, por qué hay jóvenes que no se incorporan a la agricultura y por qué hay unos agricultores con una edad media tan avanzada".
Esto, junto a la problemática que supone el minifundismo, también afecta al desarrollo de la actividad agraria en la Comunitat, según Aguado. "Esto solo puede modificarse si hubiera una política de modernización de las estructuras agrarias para conseguir una mayor dinamización y poder recuperar a los jóvenes", subraya el presidente de AVA-ASAJA. Y en ese sentido, pone como ejemplo "algunos pueblos que eran de secano, iniciaron la modernización de sus tierras para alcanzar una mayor diversificación y el cultivo de variedades de mayor rentabilidad". Allí, subraya, "ahora hay más gente joven trabajando el campo y se le puede pasar el testigo".