CASTELLÓ. Un trabajo de investigación dirigido por los profesores Generós Ortet y Manuel Ignacio Ibáñez, del Departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universitat Jaume I, ha concluido que gran parte de los síntomas depresivos que muestran los adolescentes y adultos jóvenes tienen su origen en la dimensión neuroticismo/estabilidad emocional. El estudio ha evaluado las variables de personalidad y otros tipos de variables de tipo psicológico o social "y cómo éstas impactan en la persona, haciéndola más vulnerable ante el desarrollo de problemas comunes en la adolescencia", explica Ibáñez.
Bajo el título Personalidad, estrés y salud mental: un estudio longitudinal en adolescentes y adultos jóvenes, la investigación se ha realizado con una muestra de casi un millar de adolescentes de los centros de secundaria Caminàs y Bovalar de Castellón, que se ha combinado con colaboraciones con otros países, a partir de un estudio con más de 3.000 estudiantes universitarios de cuatro países distintos. Los resultados obtenidos ponen de relieve «la enorme importancia de las características de personalidad en el desarrollo de síntomas asociados a trastornos de carácter internalizante (como depresión o ansiedad) y externalizante (consumo de sustancias, conductas adictivas, agresividad o rasgos psicopáticos) tanto en jóvenes como en adultos».
El análisis en el que se ha basado esta investigación incorpora la evaluación de otras dimensiones básicas de la personalidad, entendidas como los distintos grados que una persona muestra en las dimensiones de extraversión/introversión, amabilidad/antagonismo, responsabilidad/desinhibición y apertura de mente/cierre. La investigación muestra cómo "la personalidad se interrelaciona de forma compleja con múltiples factores psicológicos y sociales" en el desarrollo de un amplio espectro de síntomas psicopatológicos.
Así, aspectos de personalidad como un bajo grado de amabilidad y responsabilidad pueden interactuar con otras variables de riesgo como la afiliación con amigos antisociales para predecir comportamientos agresivos o el consumo de sustancias. En este punto, Ibáñez indica que "los jóvenes con rasgos de personalidad como la baja amabilidad o antagonismo que, además, tienen amigos que podemos llamar antinormativos, tienden a realizar conductas más agresivas y violentas".
Otro ejemplo de esta compleja interrelación entre personalidad y el entorno, y que el estudio también ha mostrado, señala que los acontecimientos negativos de la vida pueden incrementar la posibilidad de que el adolescente desarrolle síntomas depresivos, «pero no a todo el mundo por igual, sino que depende en parte de su neuroticismo, de su inestabilidad emocional, un detalle que en adultos ya se ha observado, mostrando cómo la personalidad puede resultar un multiplicador de los síntomas».