La masa social del Castellón, la más castigada de Segunda B por el parón liguero

CASTELLÓN. La crisis del coronavirus ha hecho tambalear las estructuras de todos los clubes de categorías no profesionales tras un mes y medio de parón competitivo, si bien los efectos a largo plazo pueden ser aún más demoledores debido al incierto desenlace de la pandemia.

La suspensión de la temporada regular en esas divisiones y la posibilidad de que el regreso a la competición se desarrolle a puerta cerrada va a mermar la tesorería de unas entidades que, en su gran mayoría, ya presentan números rojos en sus balances.

Pero si hay un equipo que está acusando de forma acentuada el silencio en las gradas es el Castellón. El club orellut lidera la cifra de fieles en Segunda División B con 14.000 abonados y unos registros de asistencia a su estadio que también figuran en lo más alto del ranking. Pero la ausencia de partidos se ha llevado por delante la algarabía de toda esa marea y ha convertido al conjunto albinegro en el más damnificado en ese apartado.

Por lo pronto, los de Óscar Cano tendrán que borrar de su agenda los cinco partidos restantes del calendario regular en Castalia, así como el factor ambiental de un play off con eliminatorias a doble partido, siempre que salga adelante la propuesta de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de organizar una promoción de ascenso express con rondas a partido único y en terreno neutral.

Esta circunstancia reduciría la ventaja ambiental con la que el Castellón afronta los partidos en su feudo, e incluso a domicilio, donde los futbolistas albinegros se han sentido en casa en muchos encuentros gracias al desplazamiento masivo de seguidores a los diversos destinos en los que ha competido el equipo. Y esto a falta de conocer detalles sobre el desarrollo de la próxima temporada, en la que toma fuerza la opción de jugarse todo a puerta cerrada.