Entendemos justicia social como la igualdad de oportunidades, la lucha contra la pobreza, los derechos sindicales y laborales, la distribución de la riqueza, etc. A nivel más técnico y oficial se define como la obligación que tiene el Estado de procurar el equilibrio y la equidad entre la población, principalmente en favor de las personas desfavorecidas. Esta obligación la podríamos dejar como algo institucional pero también podemos asumirla como algo particular.
Y es que la justicia social puede ser tan ambiciosa y de gran escala como humilde y de pequeña escala como decidamos, lo importante es definir una hoja de ruta para conseguir habitar en un entorno más justo para todas las personas y reducir las desigualdades que cada vez mayores.
Como defiende Naciones Unidas la justicia social hace que las sociedades y las economías funcionen mejor y reduce la pobreza y las tensiones sociales. Desempeña un papel importante en la consecución de vías de desarrollo socioeconómico más inclusivas y sostenibles y es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, especialmente cuando estamos lejos de alcanzar tales objetivos
Lamentablemente en el imaginario colectivo hablamos de justicia social y se nos va el pensamiento a los países en situación de pobreza o empobrecidos pero también se puede trabajar la justicia social desde casa, en nuestro entorno más cercano y con entidades o realidades que nos rodean. Y esta es una de las conclusiones que se obtuvo del foro que ha organizado esta semana la CVONGD.
Y es que el pasado lunes 20 de febrero se celebra el Día Internacional por la Justicia Global y cerca de un centenar de activistas de diferentes puntos de la Comunitat Valenciana, del resto de España, de África y de América Latina se dieron en València, para poner en común el trabajo que están realizando desde las ONGD de cooperación internacional y movimientos sociales como el juvenil, el ecologista, el feminista, el antirracista y entidades que impulsan la economía solidaria. El encuentro tenía como objetivo establecer alianzas que permitan hacer frente a la crisis de sistema a la que nos enfrentamos.
El foro
En el foro “Conectando derechos: luchas colectivas y cooperación internacional en el Antropoceno” se trataron temas que nos preocupan y nos ocupan a las personas, organismos e instituciones vinculados al Tercer Sector. Se habló de las migraciones, la economías sostenible, la cooperación internacional, respeto al mundo rural, el medio ambiente, los derechos básicos, etc. Y es que desde las consecuencias que se crean por la acumulación de la riqueza hasta la recuperación del mundo rural, los derechos básicos, los movimientos juveniles o la cooperación internacional … todo tuvo cabida en este foro donde profesionales del sector reflexionaban sobre estas realidades.
Y precisamente sobre el problema que genera el incremento de la acumulación de la riqueza en unas pocas manos versó la ponencia del profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Alicante Carlos Gómez Gil en la inauguración del encuentro que organizó la Coordinadora Valenciana de ONGD´s .
“En 2022, el 10% más rico del planeta acumulaba el 76% de la riqueza global, mientras el 50% más pobre apenas tenía el 2%. Esta concentración de la riqueza es insoportable y está haciendo surgir nuevos colectivos ultravulnerables. También se está recrudeciendo la persecución de las personas que defienden los derechos humanos y sus tierras frente a los abusos de las grandes empresas, y se está produciendo el expolio de comunidades locales en América Latina y África con mecanismos como el mercado de emisiones de CO2, supuestamente diseñado para luchar contra el cambio climático”, explicó Gómez Gil.
Respecto al medio ambiente se puede ser todo lo ambicioso que queramos pero cerca de nuesto entorno está trabajando la organización Fridays For Future Jouventut pel Clima. Ruben Ferrer miembro de la organización explicaba cómo en este modelo económico de crecimiento infinito, infraestructuras como los puertos son esenciales para un comercio internacional basado en la explotación de los países empobrecidos y en la generación de exclusión y desigualdad.
Joventut pel Clima trabaja para que se detenga la ampliación del puerto de València y se apueste por modelos económicos más sostenibles.
Desde el ámbito de la economía social y solidaria, se compartieron las experiencias del Col.lectiu de Llauradores Agroecològiques (Ecollaures) de la Comunitat Valenciana. Daniel Martinez Rubio, de Ecollaures, explicó que las personas que producen los alimentos que comemos son el eslabón más vulnerabilizado de la población aquí y en todo el mundo. “La renta agraria en España es tan sólo el 40% de la renta media estatal”, afirmó.
Martínez Rubio también defendió la necesidad de la agroecología y de la soberanía alimentaria: “Es una respuesta al cambio climático pero, además ,tenemos que tener claro que cada pueblo tiene que ser capaz de producir su propio alimento porque si no somos soberanos alimentariamente estamos vendidos”, añadió.
En el foro se defendió la necesidad de incorporar en la universidades de personas racializadas que puedan impulsar “la producción de conocimiento y saberes colectivos que ofrezcan una historia distinta a la hegemónica.
Y es que con respecto al tema de las migraciones, Salomé Carvajal-Ruíz, académica y activista de la Colectiva Resistencia Migrante Disidente, defendió la educación como un espacio de transformación radical, y habló de la necesidad de un “activismo académico”.
Fueron muchas las conclusiones y los testimonios que retrataron una fotografía imprescindible para tener en cuenta hoy día, una fotografía tan cercana como lejana que debería trabajarse desde las ONGD y los movimientos sociales en la generación de alianzas que visibilicen las alternativas que respetan a las personas y al planeta.
La semana que viene… más!