CASTELLÓ. La convocatoria de elecciones generales para el 10 de noviembre da un respiro al presidente del Partido Popular en Castellón, Miguel Barrachina, frente a las voces críticas, que reclaman un cambio de rumbo en la dirección provincial con el impulso de un proceso de regeneración.
Ante la nueva cita con las urnas, el debate sobre el futuro del partido en la provincia queda temporalmente aparcado. Primero, por la necesidad de transmitir a la opinión pública un mensaje de unidad. Segundo, por las directrices marcadas desde Madrid, que priorizan la promoción de Pablo Casado como candidato a la presidencia del Gobierno frente a pugnas territoriales.
Las disputas internas no tienen cabida en estos momentos, de manera que cualquiera que contradiga a Génova quedará marcado para el futuro. Se trata de cerrar filas en torno al líder nacional y nadie deberá desobedecer los llamamientos para acudir a los actos públicos. Ni siquiera cuando el protagonismo lo asuman los candidatos provinciales.
En el 28A, Óscar Clavell y Salomé Pradas lideraron las listas del PP por la circunscripción de Castellón al Congreso de los Diputados y al Senado, respectivamente. La elección del primero supuso la defenestración de Barrachina, hasta ese momento intocable en la Cámara Baja, y que debió conformarse con ser cabeza de lista a Les Corts. Aquella designación evidenció cierto distanciamiento entre el presidente del PPCS y Casado, aunque la reciente visita de éste a Segorbe y la Vall d'Uixó sirvió para escenificar que la buena sintonía vuelve a marcar las relaciones entre ambos.
Barrachina aprovechó para sacar músculo frente a sus detractores y lanzó un mensaje a navegantes en clave congresual. Arropado, además, por la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, reforzó su imagen para zanjar cualquier discusión sobre su supremacía.
Y en esa controversia la celebración de elecciones generales da un respiro al segorbino. Para los críticos se esfuma toda posibilidad de pelear por un adelanto del Congreso Provincial, previsto para 2021. En el horizonte esa batalla está perdida a corto plazo, ya que el resultado del 10N marcará el devenir de los acontecimiento en el PP a nivel nacional.
En función del resultado de Casado, Génova se moverá en un sentido u otro. Dicho de otra manera, los procesos de renovación en aquellas provincias con direcciones menos afines al líder nacional dependerán del rol de éste en el nuevo gobierno de España. No será lo mismo alcanzar la Moncloa, consecuencia de una coalición con las fuerzas de centroderecha y ultraderecha, que seguir en la oposición. Tampoco aglutinar más votos que Albert Rivera, de Ciudadanos.
Todo este juego político tendrá consecuencias en el ámbito doméstico, pero a medio plazo. La autoridad de Barrachina permanecerá intacta en los próximos meses. El sector crítico y la vieja guardia, que comparten la necesidad de impeler una renovación en el PPCS, ejercerán la fidelidad orgánica que requiere una cita tan importante como las generales.