Es verano y aunque hay espacios de la costa que bien pueden ser para todo el año, ganan especialmente en época estival. La Costa Azahar, bien de naranjas aunque el aguacate empiece a imperar, son 120 quilómetros de playa y calas dignas del verano de nuestras vidas.
En Castelló sucede un fenómeno que vacía la ciudad para llenar las calles principales y los bares de Benicàssim. Llámalo verano, calor, estío. Es el pueblo de veraneo de los castellonenses que se mezclan con los turistas , todos con ganas del turismo de sol y playa. Todos los veranos el mismo ritual de buscar la lista de los espacios que puedan ofrecer una calidad a un precio razonable. Los de las comarcas también picamos y bajamos deseosos de ese ambientillo que te lleva, por un día, de vacaciones. Y este artículo va de todo lo contrario, de esos lugares que desearíamos tener más cerca pero que, sin embargo, el trayecto y su entorno es lo que generar un micro ecosistema especial. Son muchos los que se han quedado por el camino y también por las comarcas del sur. Queda mucho recorrido, también verano.
Indudablemente, no puede faltar Terra Milles en la lista de imprescindibles. Ubicado en el Grau de Castelló es, con toda seguridad, el chiringuito - bar con más esencia de la costa. Casi dentro de la lonja, con la pizarra con cuatro platos del día que se van tachando a medida que se acaba el producto. Puro, sencillo y con sentido común como sus sardinas que fue plato de la semana (link del plato de la semana).
Si seguimos subiendo por la costa, en la playa de Benicàssim, lejos del pueblo pero con el mismo ambientillo, encontramos la terraza Voramar. Muy distinta al restoran Amar, abierta todos los días de la semana con una carta muy sencilla y versátil para cualquier hora del día, aunque el almuerzo que triunfa es el llamado Esmorzaret de un suculento bocata de revuelto con habitas, panceta y morcilla, con su ensalada de tomate y sus olivas.
No muy lejos, en el puerto deportivo de Oropesa, nos encontamos con l’Alquería de Boga, el nuevo concepto de Boga Tasca, más informal pero con la misma esencia. Es un espacio más cercano, de taburete alto, de almuerzo y también de hamburguesas; todo el producto es local, de sus productores de confianza que, además, los presentan en forma de mercadillo. Aceite de Malaerba (Benlloc), queso de pastor de La Planeta (Xert), vino natural de Les Foes (Les Coves), hortalizas de Berzas 5.0 (Cabanes- Torreblanca), pan artesano de Homo Panis (Benicàssim) y algunos más que han pasado de ser un nombre en la pizarra a verles las caras a los comensales. L’Alquería es un espacio de intercambio cultural con música y también para divertirse, consiguen que sea una parada obligatoria casi todas las semanas.
Con Can Somni llegamos a Alcossebre. El restaurante más reciente, de tan solo unas semanas. Es un proyecto liderado por mujeres. Gina es la perfecta anfitriona que gestiona la sala con gran atención a los detalles, su trayectoria de más de diez años en el grupo Voramar la precede. Y Mariela, que viene de ser segunda de cocina en el restaurante triciclo de Madrid ahora es primera. Es un local a primera línea de playa con una carta muy marinera pero con vegetales de la zona, por ejemplo la rosquilla con hummus de berenjena a la llama y boquerón en vinagre. También cocinan arroces y utilizan mucho atún del mediterráneo. A pesar de ser una carta creada con el asesoramiento de Jorge de La Suculenta, se llama Can Somni por el sueño de Gina, que por fin se convierte en realidad en un ambiente muy relajado y mediterráneo típico de las casas de verano.
Peñíscola es el pueblo más visitado de esta costa. Un enclave histórico lo convierte en el destino preferido de muchos. La zona del Maestrat, montañosa y zona de frontera, es una ubicación que ha vivido muchas guerras, es un territorio donde han convivido muchas civilizaciones y el patrimonio del que disfrutamos ahora se puede contemplar desde el Mandarina Club. Son ya 18 años de trayectoria, empezaron con ocio nocturno, los cócteles de tarde y representando la cocina solamente un 10% de la actividad.
Hace tres años reformaron el local para mejorar la calidad dentro de su multifuncionalidad. Un sushi bar tradicional asesorado en su momento por Félix Jiménez se complementa con los menús mediterráneos con fusión japonesa que cambian cada tres semanas con entrantes como una croqueta de gamba al ajillo. A medio día son los arroces los que triunfan, pero no más que la música y las luces por la noche, consiguen mantener también el ocio nocturno. Es una terraza con vistas al mar y al casco antiguo de Peñíscola que mantiene varios ambientes en un mismo espacio sin perder calidad.
Y acabamos en Benicarló en Mar Blava by Vericat. Carlos Miralles Vericat es el alma de la cocina que se sirve en este delicado oasis a primera línea del mar y con una playa muy poco visitada por ser de piedras. Es actual, divertida, honesta y sin pretensiones de alta gastronomía. “Es una cocina mediterránea con raíces de interior” nos cuenta Carlos que él es originario de Canet Lo Roig, precisamente donde empezó su relación con la cocina por el negocio familiar. Carlos ha trabajado en grandes cocinas como la del Celler de Can Roca o el Racó de Can Fabes y sabe bien que su objetivo es el de ofrecer una relación calidad precio para que los clientes puedan visitarles con frecuencia. Uno de sus puntos fuertes son los arroces de mar y montaña como el de anguila ahumada con alcachofa. Su carta no se olvida del territorio, está pensada con importantes referencias al recetario tradicional, mediterráneo y comarcal.