He de reconocer que me transmitió bastante satisfacción escuchar el pasado martes a la consellera de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, Nuria Montes, de sostenibilidad. Pero sobre todo de hablar de cambio climático y de los efectos que éste ya genera en nuestro día a día y que no hay más remedios que combatirlo si de verdad la Comunitat quiere ser, como se pretende, un Destino Turístico Inteligente. Dijo el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, que el objetivo de su gobierno, por insistencia de la consellera, era convertirse en la primera autonomía en lograr la certificación de Destino Turístico Inteligente, que concede Aenor. De momento, la única ciudad de la Comunitat que lo posee es Benidorm.
Satisface oír a una parte del Gobierno de la Generalitat hablar de sostenibilidad y de lucha contra el cambio climático porque la otra parte es todo lo contrario, negacionista y fundamentalista de las políticas intensivas, en casi todos los aspectos que tienen ver con los recursos naturales. Guste o no guste, la sostenibilidad es ideología. La apliques en un sector, o en otro. Lo que da consistencia a esa ideología llamada sostenibilidad es la coherencia con la que inflijas. Mazón, que también sabe que ahí hay un margen de diferencia y un caladero de votos -porque hacer todo lo contrario si que genera fugas de adhesiones (y conflictos)- querrá que la ideología de la sostenibilidad sea la suya, la del PP, y no la del otro, la de los partidos de izquierda.
Ahora bien, ante un organismo como Aenor, que debería dar el ok a esa hipotética declaración de Destino de Turismo Inteligente de la Comunitat Valenciana, los criterios son iguales para todos. En el caso de la sostenibilidad, lo que distingue a un DTI en materia de sostenibilidad "es el respeto a la naturaleza y a los recursos naturales", además de los otros criterios, que Nuria Montes conoce al dedillo porque vivió, desde la parte empresarial, la certificación de Benidorm como DTI. Sabe muy bien todos los procesos que hay que implementar y los cambios que hay que aplicar para lograr tan deseado objetivo. Además de en sostenibilidad, hay que cumplir en Gobernanza, Innovación, Tecnología y Accesibilidad universal.
Ahora bien, ser un DTI como pretende la Generalitat no deja de ser un arma de doble filo porque lo que hagas y apliques en otro campo de acción de tus políticas puede ir en tu contra. Es como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o los cumples o no los cumples. No puede medir el criterio a tu conveniencia. Cuando Aenor examen la propuesta de DTI de la Comunitat Valenciana pues hará lo mismo: o cumplo o no cumple.
¿Donde vendrá la prueba en los otros campos de acción? Pues en en movilidad, gestión de residuos, política urhanística y política hídrica. Si de verdad la Generalitat quiere ser DTI, pues debe (o debería) aplicar esos mismos criterios que Aenor exige en sostenibilidad en esas parcelas donde los efectos del cambio climático deja su huella. Facilitar la descarbonización de los grandes ejes de transportes y de las grandes aglomeraciones de población; la protección del litoral y la ordenación territorial y la gestión de los residuos (sobre todo, ahora que la nueva ley obliga a costear el servicio únicamente con el recibo de los ciudadanos).
En el turismo, insisto, no hay atajos; si te tiene que auditar Aenor, se cumplirá o no se cumplirá. ¿Qué pasará con el resto? Está claro que el PP de Mazón no hará suyas las políticas del Botànic, pero moldeará la ideología a su manera para decirnos que la Comunitat también es sostenible, en gestión de residuos; protección del litoral o la descabornización. Si ve que sus medidas no generan revuelos, habrá dado con la tecla. Habrá aplicado su ideología. De lo contrario, tendrá que hacer equilibrios para evitar que sus socios no se enfaden, ni que la oposición saque a los suyos a la calles. En cualquier caso, si hay cambios, dirá que son suyos, aunque las políticas sean parecidas -o iguales- a las de antes. La prueba será la conherencia y el papel con la que se envuelva.
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