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un viaje por 'nocturnos', su nuevo trabajo

Laura Pérez: "El cómic nos permite encapsular la memoria"

1/09/2024 - 

MURCIA. Cuenta la mitología griega que Morfeo, el dios del sueño, era el encargado de dormir a los seres humanos para librarles, al menos por un rato, de las maquinaciones de los dioses. Este dios, generalmente representado con pequeñas alas -y sin legañas, como los mortales- se dedicaba a vestirse de humano en sus paseos oníricos para desvelarle a sus iguales los grandes secretos del mundo. Al enterarse Zeus de tal atrevimiento decidió asesinarle, aunque su muerte nunca fue en vano, ya que sus poderes siguen presentes. 

Cuando los humanos se tienden a sus brazos, Morfeo vuelve volando a los sueños, y les revela, a quienes se dejan, grandes verdades que jamás habrían podido imaginar antes. A veces, son verdades terroríficas que se convierten en pesadillas, y otras son aburridas, como cuando se sueña que se trabaja o con una entrega. En los sueños lúcidos hay verdades imposibles, como que podemos volar o que los animales hablan, pero estos gestos dejan ver un deseo de libertad por parte de quienes los piensan. 

Al igual que cualquiera de los mortales, la artista Laura Pérez, también tiene muchos sueños. En algunos de ellos está dibujando, en otros se encuentra a sí misma y algunos de ellos le inspiran y dan el salto a su libreta de ideas, que siempre tiene a mano. Solo ahí, entre las letras, sobreviven al olvido. A partir del próximo 5 de septiembre, Pérez se convierte en Morfeo y desvela sus verdades a los humanos en Nocturnos, una novela gráfica en la que se adentra en el mundo de la noche para desvelar parte de lo que sucede cuando se pone el sol. Un territorio invisible que ahora se cuenta entre viñetas de la mano de Astiberri en las que la autora habla de quienes somos cuando cerramos los ojos. 

Con un telón de oscuridad, Pérez comienza a analizar “las sensaciones que se reflejan en la noche” y se cede a esta para contar la vida que la habita: “El libro se convierte en un escenario y un lugar donde las cosas cambian para nosotros. La noche nos afecta de muchas maneras y afecta también a nuestros ciclos y nuestro entorno”.

“Me centro en la nocturnidad para hablar de ella de forma directa y hacerla protagonista”, señala la artista. Este trabajo es el que cierra el círculo de Ocultos (2019)Tótem (2021) y Espanto (2022) en los que también hay cierta aura de “ocultismo y misterio” y en los que la noche también toma un papel importante, aunque no se llega a convertir en protagonista. “Con este trabajo doy la bienvenida a una nueva etapa de mi carrera, cierro el ciclo y me abro a seguir hablando del misterio de forma diferente, en otro tono”, apunta la autora.  

Entre animales, insectos y mesillas de noche, Pérez viaja a lo largo de casi doscientas páginas en los pensamientos que se esconden en la oscuridad. Confiesa que cuando era niña su mayor preocupación para no dormir es que saliera un monstruo del armario de enfrente de su cama, mientras que de adulta son otros pensamientos los que le abruman, y que atemorizan a sus personajes dentro de este “cuento”: “De pequeña todo me parecía muy distinto y ahora para la noche es el momento en el que empieza ese ruido que te recuerda una vida llena de estrés y de obligaciones”.

“Hay niños más o menos soñadores y lo mismo pasa con los adultos. Creo que depende más de personalidades y tipos de persona el cómo se pueda percibir la noche. Aunque lo que coincide con todos es que dormir es necesario, ese apagar el cuerpo para reconectarnos y ese momento en el que no sabemos exactamente dónde vamos ni donde está nuestro cerebro”. Movida por la curiosidad que le suscita este momento del día Pérez dibuja con Nocturnos todos esos relatos que se imagina en un universo onírico que se resuelve entre trazos y colores oscuros.

Entre las viñetas de esta historia, los animales y los insectos se vuelven protagonistas, y pretenden representar los orígenes de la naturaleza y del ecosistema sin los que el ser humano no existiría. En comparación con los humanos, estos seres son los que tienen esa forma diferente de “morir, nacer y ver el mundo” que les hace estar de una manera u otra dentro del planeta: “Me ayudan a dividir el relato. Creo que la humildad de las personas se puede ver cuando se ponen en el lugar de los animales a la hora de pensar y de sentir, es bonito buscarnos en otras cosas que existen tan cerca”. Con ellos, y a través de una relectura de Nocturnos se puede ver que su presencia en el mundo real y en el de la noche es una manera de conectar a los protagonistas con lo que les rodea.

Una vez el lector llega al final de Nocturnos, se le invita a revisar el relato de nuevo, a revivir ese sueño siempre y cuando esté despierto. Todo ello al ritmo y velocidad que desee: “Me gusta que el lector pueda volver atrás si es lo que desea, o admirar las imágenes con más paciencia. El cómic es un medio muy agradecido para contar las historias, sirve para ubicar los espacios y capturarlos en una viñeta. El cómic nos permite encapsular la memoria y en él caben recuerdos y narrativas que solo dependen de mí y de quien las lea”, señala la autora. Con esta libertad se arriesga a emplear diversos lenguajes gráficos para hablar del temor de los niños, el estrés de los adultos y el viaje de una pareja anciana que espera encontrarse en el otro mundo. 

En su libro caben las noches capitaneadas por los guardianes del bosque, las que duran más de cuarenta años y las que se pasan en vela por episodios de pasión. Todos estos espacios se dan la mano en un libro en el que habla de un tema que le fascina: “Me gusta pensar que si la historia me llega le llega bien a otras personas, no puede haber algo peor que contar algo que no te interese”, apunta. Guiada por la fascinación, a través de Nocturnos, Pérez consigue susurrar a los lectores las verdades que habitan en la noche y le invita a un paseo oscuro siempre de la mano, hasta con la luz de la mesilla prendida. 

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