CASTELLÓ. Con 22 años ya empezó a dar sus primeras clases y desde hace un lustro dirige el Aula Foto Cine Lledó, escuela que pertenece a una de las tiendas más longevas de esta disciplina en la ciudad. Lidón Forés (Castellón, 1986) es licenciada en Comunicación Audiovisual y, entre otros, ha hecho un Máster en Cinematografía. De ahí, quizás, su interés por entender la fotografía -o las imágenes como ella misma prefiere llamarlas- como un vehículo con el que transmitir un mensaje. "El curso de iniciación que impartimos siempre sorprende a la gente, porque todos se apuntan pensando que van a aprender a usar la cámara y ya está. Pero eso nos lo ventilamos en un par de sesiones, el resto del curso se basa en intentar dar un sentido narrativo a lo que hacen. Los alumnos se van de aquí dándose cuenta de que son capaces de hacer un discurso a través de sus imágenes", explica la docente.
Robert Frank, Julián Barón, Ricardo Cases o Txema Salvans -quien visitará la academia el mes que viene- son además algunos de los referentes a los que la joven mira a la hora de enseñar. Por su parte, Foto Cine Lledó no para de contribuir al desarrollo del imaginario de la ciudad. Fue en 1975 cuando el negocio se estableció en Castellón convirtiéndose con el tiempo en la marca líder de la provincia. Así, después de cumplir cinco años desde que abrieran propiamente su aula fotográfica, Castellón Plaza conversa con su directora y con Juan Antonio Ruiz -encargado de la parte económica y de las clases más técnicas, que no tediosas- sobre fotografía, cine y viceversa.
-Nadie se levanta un día cualquiera y decide dirigir una escuela de fotografía, ¿O si?
-Lidón Forés: No te quiero aburrir, la historia es larga. ¿Te cuento todo?
-Adelante...
-L.F: La idea nace hace cinco años de la mano de Antonio Adell, propietario del espacio y de la tienda. Él me contó que desde hacía un tiempo le rondaba por la cabeza la idea de montar una escuela de fotografía y se puso en contacto conmigo gracias a Julián Barón, que es el director de la escuela en la que yo trabajaba antes, BlankPaper, la cual estuvo varios años en Castellón, Madrid y on line.
¿Y cómo llegue hasta BlankPaper? Pues estudiando Comunicación Audiovisual en Barcelona conocí, gracias a un seminario, a algunos autores que me impactaron muchísimo como Joan Fontcuberta, Julián Barón o Fosi Vegue. Ellos fueron los que posteriormente montaron la escuela aquí en Castellón. Aluciné tanto cuando me enteré que enseguida me apunté como alumna. Fue en ese momento cuando Julián Barón debió de ver algo en mí, no sé el qué todavía, pero con 22 años me propuso entrar como docente. Y bueno, pues de ahí que yo ahora lo dirija.
-¿Cómo fue pues alzar una escuela de fotografía desde cero?
-L.F: Fue muy fácil porque Antonio me puso muchas facilidades. Además, cuando al cabo de un par de años empezamos a tener más alumnos, él delegó en Juan Antonio para que se encargara de la parte económica y me ayudara también -que lo sigue haciendo- en las clases más técnicas.
-¿Es una opción más cómoda el establecerse como profesora?
-L.F: A mí me encanta porque no paras de aprender, es un clásico que dicen todos los profesores pero es cierto. Y es genial ver cómo le abres las puertas a alguien y continúa su trayectoria. Muchos alumnos que han pasado por el aula han seguido haciendo cosas, algunos tienen proyectos fotográficos personales que están siendo becados o rodando por el resto de España. Por ejemplo, está Vicent Tena, que hizo el curso de iniciación y ahora dirige el Photobook Club de Castellón.
-¿Qué te interesa enseñar a tus alumnos?
-L.F: Introducirlos al mundo del fotolibro y mostrarles unas estrategias narrativas alternativas. La fotografía que predominaba en Castellón cuando empezamos era clásica, basada en la estructura te cuento una historia simplemente con un inicio, núcleo y desenlace. Aquí desarrollamos otras estrategias. Te ofrezco que, por ejemplo, empieces la historia por el final.
-Y tras el primer lustro, ¿Crees que en la medida de lo posible lo has conseguido?
-L.F: Sí, aunque suene raro que lo diga yo, me parece que sí. El otro día estuve con Estela Sanchís, que es la directora del proyecto Raïm y a ella el Consorci de Museus le ha dado un proyecto para hacer una investigación sobre la fotografía en Castellón. Ahora está pues en busca de esos autores y autoras más diferentes. De hecho, tuvimos una reunión hace unas semanas para maquinar qué podemos hacer aquí en la provincia.
-No es frecuente ver a una mujer joven al mando. ¿Te has topado con mucho escepticismo tras ocupar el puesto?
-L.F: Aquí en el aula y en la BlankPaper no, pero de más joven sí me topé con machismo en la fotografía. Me ha pasado muchas veces que resulte gracioso que me vean con una cámara en la mano. Y aunque te he dicho que aquí no lo he percibido, por lo que respecta a mis compañeros y alumnos, sí es cierto que, por ejemplo, me llegan revistas de fotografía que en sus portadas tienen a niñas o mujeres de 20 años con talla 36, retocadas al límite y sin poros en la piel. Para mí eso no es fotografía. Igualmente, me ocurre que cuando Juan Antonio y yo hemos tenido reuniones externas y hemos ido los dos, siempre las miradas van hacía él. También cuando buscamos a algún docente que tiene que hablar conmigo, dado que soy yo quien se encarga luego de hacer la programación y explicarle a los alumnos todo, las personas se dirigen a Juan Antonio a pesar de que las preguntas las hago yo. Entonces, sí percibo machismo pero intento rodearme de personas que no lo sean y de momento me va bien. De hecho hay más mujeres alumnas que hombres. Ha crecido el número de forma bárbara; en el último grupo de iniciación solo hay un hombre.
-¿Te resta este cargo tiempo para producir tu propia obra y empaparte de nuevas técnicas?
-L:F: Sí, un poco, porque además de esto, trabajo en lo que me va saliendo. De hecho, llevo mucho tiempo sin hacerlo y ahora en agosto voy a descansar todo el mes para reciclarme; es súper necesario. Igualmente intento buscar siempre huecos para producir por mi misma.
-¿Se considera la fotografía un arte menor por el fervor que hay por ella en la cotidianidad?
-L.F: Sí, es complicado. Durante la primera clase del curso de iniciación siempre lo comparo con saber escribir. Y pregunto: si yo se cómo funciona un lápiz y un boli, me sé el abecedario y sé escribir, ¿por eso ya me convierto en escritora? A mi no me viene la luz de repente y escribo una novela. Pues la cámara es lo mismo.
-¿Cómo puede el sector sacar provecho de este auge?
-L.F: A mí me va muy bien el hecho de que todo el mundo sienta la necesidad de hacer fotos, porque, claro, se apuntan a los cursos.
-Juan Antonio: Pero es cierto que muchos vienen con otro concepto, como si fueran a sacarse el carnet de conducir. Quieren que les enseñen para qué sirve cada botón y creen que si saben eso, saben hacer fotos. Pero como dice Lidón, se puede tener una caligrafía increíble y eso no quiere decir que seas escritor.
-L.F: ¿Cuáles son las cámaras que más se venden a nivel amateur?
-J.A: Hasta hace poco las réflex, ahora empieza a haber un cambio de balance hacía las Mirrorless que es lo lógico, porque pasa así en otros países.
-L.F: Yo pienso, como dijo Mónica Lozano, una profesora de Murcia que vino a Castellón, que el móvil es la cámara del profesional y la cámara réflex la del amateur, porque el profesional que se dedica a proyectos fotográficos y a contar historias con imágenes le da prioridad al discurso antes que a la técnica y el amateur por inconsciencia le da prioridad a la técnica. No creo que sea una cosa ni otra, debe ser una cosa equilibrada.
-J.A: Claro, tendemos a eso. Creemos que la maquinaría es lo más importante aunque no sepamos manejarla. Nos falta esa humildad de pensar que es simplemente una herramienta y que no por cuanto mejor es, mejor lo tiene que hacer todo la máquina.
-De hecho, parece que vuelve a estar vigente la fotografía analógica. Pero, ¿hacia dónde va este arte?
-J.A: Es una mezcla entre romanticismo y que hay gente muy purista. En el caso, por ejemplo, del vinilo, está claro que el sonido no es el mismo que el de la música enlatada en mp3, pero en fotografía es más nostalgia que otra cosa. Esto viene a que se ha perdido el encanto de pensar mucho la foto antes de hacerla, por las posibilidades del digital. Mientras que antes tenías 36 fotos y además te costaba dinero revelarlas, entonces te lo pensabas mucho. Las cifras corroboran que la gente vuelve a comprar químicos, quiere revelar en casa, compran negativos, están reutilizando cámaras de segunda mano o heredadas de familiares. Vuelve.
-L.F: Existe una esquizofrenia visual que viene sobretodo de Instagram, del like like like. Hay mucha gente que ahora necesita pararse a pensar la imagen. Es una moda a la que se están cogiendo y que está funcionado de maravilla. A nosotros nos salen clases particulares de gente que está trabajando con cámara analógica y hace cosas increíbles.
-¿Veis posible un futuro próximo -o lejano- en el que la fotografía quede rendida a los pies de los robots?
-L.F: No se puede reemplazar lo que hacemos. Estuvieron las Google Glasses que llegaron a inventarse, pero justo cuando iban a comercializarse prohibieron su venta por un tema de seguridad, ya que era peligroso que la gente llevara unas gafas puestas que parpadeando pudieran hacer fotografías.
-J.A: En campos como la música en vivo o las competiciones deportivas sí existen robots que mecanizan la fotografía porque es un tipo de imagen complicada. Pero está volviendo lo contrario, como decíamos con el analógico, el hecho de pensar mucho la foto. No creo pues que llegue a proliferar a nivel amateur ese tipo de tecnología.
-En tu caso, Lidón, eres asidua a las sesiones de Photobook Castellón y, además, has trabajado en diferentes ocasiones las posibilidades del fotolibro. ¿Qué sensaciones genera el ver o tener una fotografía impresa?
-Es un regalazo. No sé cómo explicártelo porque es muy poético. Un buen proyecto fotográfico es aquel que refleja la personalidad del propio autor y si tu tienes una imagen en papel que te atrae por algún motivo, estás viéndote a ti misma en ella, casi de la misma forma que lo hizo su autor.
-¿Teméis que en algún momento el papel sea cosa del recuerdo?
-J.A: Hemos pasado lo peor. Ha habido un momento en el que el papel se vino muy abajo, porque ha prevalecido la imagen digital y el tenerla, con ello, en el móvil, el disco duro o el televisor. Sin embargo, ahora, de alguna manera la gente está volviendo a querer tener esas fotos en papel. Evidentemente no se va a revelar al nivel de lo que se hacía antes, porque seguimos viviendo en el digital, pero ha pasado ya un punto de inflexión y vamos a un mantenimiento o a un pequeño auge.
-¿Se ha abierto el campo de la fotografía y del cine a nivel nacional? ¿Se ofrecen propuestas más dispares?
-L.F: En el cine para nada. Hace poco -o hace mucho, porque la cosa no ha cambiado- vi que de todo el cine que se produce en España, lo que llega a los cines no es ni el 12%. Imagínate, ¿dónde queda todo ese trabajo? Principalmente en los festivales y hay festivales que son muy accesibles, sin embargo, la mayoría parecen como elitistas para la gente de a pie. De hecho, algunos lo son y predomina el mundo actor frente al narrativo. Entonces, cinematográficamente tenemos un problema, se hacen obras impresionantes pero no llegan a la gente. Tampoco hay en España excesivas plataformas de contenido audiovisual on line basado en cine independiente. Aquí tenemos Netflix y HBO, pero también está Filmin que no termina de arrancar.
Ahora bien, por lo que hace a la fotografía sí creo que ha habido un boom impresionante que viene desde 2008 aproximadamente. Y España es uno de los grandes referentes dentro del mundo del desarrollo de proyectos fotográficos.
-¿Y la escuela, cómo la veis dentro de cinco años?
-J.A: A mí me gustaría diversifircarla con cursos más específicos, pero es algo muy complicado porque ahí entra el perfil del alumno. Cuando entras en temas más técnicos como fotografía de iluminación o edición de video, te encuentras que el perfil del alumno es muy variopinto y es muy difícil dar un curso para cinco personas que estén buscando lo mismo.
-L.F: Movernos a un espacio más amplio y traer más talleres de autor. Este año vino Ana Becerra, pero para el año que viene estamos tramitado más autores.
-J.A: Tenemos el hándicap de que estamos en Castellón, es así. Es más caro traerlos y sí ya cuesta a València, imagínate aquí, que no podemos ni compararnos.
-L.F: Aun así, que sea una ciudad pequeña no es un problema. Hay gente con ganas en todas las ciudades. Lo que pasa es que depende de dónde estés ubicado, el precio para contratar a alguien sube o baja.