TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Lo funerario como valor fundamental

24/04/2020 - 

 Nuestra sociedad moderna ha venido estableciendo unos procedimientos que se han convertido en costumbre para todos. En todos los ámbitos. Continuos cambios alcanzan condición de normalidad gracias a esas costumbres, hasta el proceso de  la defunción y  el tratamiento que ello conlleva. Pero las costumbres cambian.

Hace unas décadas, un difunto permanecía hasta tres días en casa. Se le daba sepultura en tierra o en nicho, siendo la incineración una práctica inusual por sus connotaciones negativas. En cambio ahora, la norma ha devenido en realizar todo el proceso, el acompañamiento, el duelo e incluso la incineración, en los tanatorios. Eso evidencia uno de los signos de la sociedad moderna; por un lado dotamos al procedimiento de higiene y dignidad y, por otro, atenuamos el dolor al no recrearnos ante la muerte.

Hemos conformado la ilusión de que vivir es lo único que cuenta. Como si nuestra existencia fuese infinita. Inmersos en nuestras muchas ocupaciones y distracciones, solo caemos en la cuenta de esa ilusión cuando la muerte nos golpea de cerca. No es criticable. Somos así. Nuestra sociedad de bienestar y nuestro sistema sanitario han conseguido alargar nuestra esperanza de vida permitiéndonos disfrutarla por más tiempo, con mayor calidad y oportunidades a nuestro alcance. Pero es bueno que, a veces, reflexionemos sobre el final de la vida.

La muerte es un proceso natural, hasta que una pandemia acelera el desenlace y rompe ese ciclo natural. En esta situación, funerarias y tanatorios se enfrentan a una labor extraordinaria que va más allá del procedimiento habitual.

Es cierto que los funerales se han visto reducidos  a la  mínima expresión indispensable y que la asistencia a los mismos está restringida y siempre justificada mientras duren las medidas establecidas por el estado de alarma. Pero al mismo tiempo, el trabajo se ha complicado para los profesionales del mundo funerario que, al margen de estar expuestos al contagio, se esfuerzan en  suplir, en la medida de lo posible, la ausencia del calor  que brinda la presencia de familiares y amigos en la despedida.

En  Funeraria Magdalena ponemos más atención que nunca a los valores que nos definen como empresa: Dignidad, respeto, delicadeza.

Somos conscientes del dolor que provoca un fallecimiento, de la dificultad de afrontar el duelo en esta situación extraordinaria. Los fallecidos no deben quedar solo en cifras o meros datos estadísticos.

Vivimos un momento de profunda excepcionalidad y tristeza, que ha despertado en nosotros  la consciencia a propósito de  las personas que todos los días fallecen por diversas causas y, especialmente, por esta trágica pandemia que azota al mundo.

Es el momento de poner en valor el silencioso trabajo que se realiza en el mundo funerario, donde mujeres y hombres están entregados, como en otros sectores fundamentales, para paliar en gran medida los problemas derivados de la situación. Y más ahora que la anomalía social requiere de un esfuerzo extra y abnegado, a pesar de los riesgos.

En Funeraria Magdalena contamos con un equipo humano de altura que combina profesionalidad y cariño, aportando a cada despedida toda la dignidad, el respeto y la delicadeza que merece.

Queremos elevar a la máxima expresión los valores que desde siempre nos han acompañado distinguiéndonos del resto, significando la importancia del mundo funerario como parte fundamental en la sociedad.

El autor es el responsable de Comunicación del Grupo Magdalena.

Noticias relacionadas

next