VALÈNCIA. Sight and Sound es una muy veterana y prestigiosa revista británica dedicada al séptimo arte, publicada por el British Film Institute, que nació en 1952 y que desde ese año viene publicando cada década un listado de las mejores películas de la historia del cine. La lista surge de una encuesta entre críticos, especialistas y cineastas y este año tocaba. Han sido nada menos que 1639 las personas consultadas, lo que supone 793 más que en la de 2012, cuando ya fueron 846. En fin, mucha gente opinando.
Así que la lista se ha publicado y he aquí que se ha armado la marimorena cinéfila. Cierto es que siempre hay polémica cuando se publica cualquier lista de este tipo, por un motivo muy sencillo pero que nos cuesta mucho procesar: no existe la mejor película. No les voy a machacar con esto, que ya hice por aquí en un artículo sobre la cuestión y no me quiero repetir, además, tampoco es el tema de hoy.
El lío ha venido porque, mira tú qué cosas, ha sucedido lo inesperado: en el primer puesto ha quedado una película dirigida por una mujer, Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, un título de 1975 de la cineasta belga Chantal Akerman. Y no solo es una película dirigida por una mujer, sino que también es una obra muy, pero que muy radical en su planteamiento narrativo y estético. En segundo y tercer lugar han quedado, respectivamente, Vértigo (Vertigo, Alfred Hitchcock, 1958) y Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941), que fueron las ganadoras de las anteriores encuestas (cinco veces la de Welles y una la de Hitchcock).
La sorpresa ha sido mayúscula para todo el mundo, claro, tanto para quienes se han alegrado como para los que han puesto el grito en el cielo. Pero no precisamente porque sea una gran película profundamente admirada pero también profundamente minoritaria, sino porque, ya lo habrán adivinado, ¡ha ganado una mujer! Y no solo eso. En el listado hay once títulos dirigidos por mujeres y seis por personas negras. Pero, vamos a ver, ¿qué ha pasado con el sacrosanto canon? ¿De dónde sale tanta insolencia capaz de dejar fuera a grandes nombres masculinos de la historia del cine?
Está claro que si tu número es cien y que algunos tienen varios títulos en la lista, estamos hablando del reconocimiento a, pongamos, 60 o 70 cineastas (no los he contado) de todos los tiempos y procedencias. Pues claro que, con semejante número, te vas a dejar fuera nombres muy relevantes; es lo que tienen las listas, que cuando eliges también rechazas. Esto tan elemental parecen haberlo olvidado los indignados. Como también han olvidado que, si hay más gente opinando, el resultado será más diverso y, oye, puede que hasta más democrático. Atención al retorcido planteamiento de Paul Schrader, que resume bastante bien lo que han dicho todos los ofendidos:
“La aparición de Jeanne Dielman en el nº1 socava la credibilidad de la encuesta de S&S. Da la sensación de estar fuera de lugar, como si alguien hubiera manipulado la balanza. Y creo que lo ha hecho. Como señaló Tom Stoppard en su obra Jumpers, en democracia no importa tanto quién obtiene los votos como quién los cuenta. Al ampliar la comunidad de votantes y el sistema de puntos, la encuesta de S&S de este año no refleja una continuidad histórica, sino un reajuste políticamente correcto". Han leído bien: ampliar la comunidad de votantes refleja un reajuste políticamente correcto. No refleja una mayor democratización o un sentir mayoritario, no refleja la diversidad del propio cine, no refleja los cambios sociales y culturales que se han producido. No, nada de eso. Qué desagradecidos los participantes: dan derecho al voto a más gente y van y votan mal y no lo que hay que votar. Mecachis.
No lo dejó ahí el director de Afliction y El reverendo y continuó, condescendiente: “La película de Akerman es una de mis favoritas, una gran película, un hito, pero su inesperado número uno no le hace ningún favor. Jeanne Dielman será recordada a partir de ahora no sólo como una película importante en la historia del cine, sino también como un hito de la revalorización distorsionada woke”. Ajá. Que el primer lugar en la encuesta contribuya a dar visibilidad no solo al cine dirigido por mujeres, sino a un tipo de cine diferente, alejado de lo comercial, desafiante y provocador, un cine que tiene muchas dificultades para llegar a las pantallas, no cuenta. Una pena, algunas pensamos que eso es, precisamente, lo que le da valor a la lista.
La mayoría de los escandalizados con el resultado se ven en la obligación de decir que la inclusión de mujeres y cineastas negros es legítima (ya han leído a Schrader: oye, qué gran película la de Akerman), como si hubiera alguna sospecha de ilegitimidad o fuera necesario justificar que una película dirigida por una mujer o un autor negro pueda ser buena o digna de consideración. En la misma línea se han llegado a decir cosas como operación de cuotas y corrección o genocidio.
Se habla de víctimas injustas, que serían todas las grandes películas que no aparecen y los grandes cineastas que no están representados. Por supuesto que hay víctimas injustas, no hay lista que no deje víctimas. De hecho, todas las listas anteriores han dejado este tipo de víctimas, pero, por algún motivo, este año a algunos les parece mucho más grave, mira por dónde. Nadie discute el inmenso valor de los cineastas y películas que se han quedado fuera o que muchas de ellas podrían estar entre las cien elegidas. ¿Es Jeanne Dielman la mejor película de la historia? Pues evidentemente no. Como no lo son tampoco Ciudadano Kane o Vértigo o Ladrón de bicicletas o ninguna de la lista. De hecho, ninguna de la historia del cine lo es.
De lo que se trata es de entender que los tiempos cambian, que el canon se puede romper, que hay otras voces, otras miradas y que qué bien que una lista como la de Sight and Sound, de la que todo el mundo habla cuando se publica y se convierte en referente, refleje algo de todo esto. Lo que me dice esta lista es que estamos avanzando y vamos por buen camino. Que los participantes ya tienen en su cabeza a las mujeres cineastas y su obra o las películas dirigidas por afroamericanos, algo que antes ni se contemplaba.
Es una lista sesgada, se empeñan en repetir, por eso a lo que llaman la cultura woke, el buenismo (porque es muchísimo mejor ser malista, claro está) y lo políticamente correcto. ¡Vayapordios! Parece ser que en la lista de 2012, donde solo había dos películas dirigidas por mujeres y ninguna de algún cineasta negro, no había sesgo. Vaya. Como si las encuestas anteriores no estuvieran sesgadas. Como si toda la historia del cine, la del arte y la de cualquier otra cosa no tuvieran un sesgo. Uno muy concreto, masculino, blanco, patriarcal y heterosexual. Un sesgo tan gigantesco, tan monumental, que ha acabado por confundirse con la normalidad. Y no, no es normal y no queda más que aplaudir cualquier cosa que contribuya a ponerlo en evidencia. Como la lista de 2022 de Sight and Sound.