CASTELLÓ. Los socialistas de Castellón comienzan a mover fichas con vistas su extenso periodo de congresos domésticos, que arrancará con la convención regional, en la que Ximo Puig se presentará a la reelección como secretario general del PSPV en la Comunitat Valenciana. Los postreros nombramientos en la provincia fortalecen precisamente la posición del también presidente de la Generalitat, aunque no es el único que se ve reforzado. Detrás de las designaciones de Eva Redondo y Josep Gisbert para ocupar la delegación del Consell y el gabinete de Presidencia de la Diputación, respectivamente, surgen las figuras de los dos barones que en la actualidad controlan la práctica totalidad de las comarcas, esto es, Ernest Blanch y Francesc Colomer.
Aunque todavía queda, como mínimo, un año para que se celebren en cascada los distintos cónclaves a partir del Federal de octubre, lo cierto es que internamente los principales líderes se están preparando el terreno con el objetivo de asegurarse los máximos apoyos posibles llegados el momento. En realidad, de lo que se trata es de cohesionar el territorio para evitar una fragmentación ante la posibilidad de que otros militantes decidan disputar los principales cargos orgánicos.
No obstante, la fluctuación del voto como un rasgo inherente al carácter de la afiliación socialista siempre deja abierta la puerta a la sorpresa, dependiendo de cómo se desarrolle el congreso nacional y qué figuras despunten bajo el amparo de Pedro Sánchez.
En el pasado, tras el último proceso congresual, Castellón contaba con tres grupos principales de poder. El más importante y numeroso, el encabezado por el secretario general provincial, Ernest Blanch, que controla la Diputación con el sostén, además, del secretario autonómico de Turismo, el mentado Colomer. Muchos consideran que esta corriente apoya a Puig, aunque a nadie se le escapa que en distintas etapas mostró independencia a la hora de no seguir el criterio del líder autonómico.
Otra de las familias tuvo al alcalde de Vila-real, José Benlloch, como principal exponente. Salvo él, pocos conocen sus planes de futuro dentro de la formación socialista después del frustrado intento por alcanzar la secretaria general en la provincia y que precipitó su renuncia como portavoz en la Diputación.
El tercer colectivo, brotado del movimiento Militantes en Pie, mantiene vínculos con el abalismo. En estado de hibernación, su reactivación estará sujeta a las directrices de Ferraz a propósito del nuevo rumbo en la Comunitat y, por extensión, en la provincia.
En cualquier caso, los estatutos del PSOE sobre los congresos son muy claros. Entre uno y otro suele transcurrir un intervalo de 90 días. Ese margen permite elegir a los compromisos que participan en las sucesivas convocatorias. Esto significa que entre el Federal y las citas locales para renovar las ejecutivas pueden pasar perfectamente alrededor de 9 meses, con lo que habrá que esperar hasta bien entrado 2022 para despejar algunas dudas.
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