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el sur del sur  / OPINIÓN

Los festivales y el fútbol 

9/06/2024 - 

Los festivales de música también son un asunto de debate durante estos últimos meses. No al nivel de lo que está generando el tema de los apartamentos turísticos. Quizás más segmentado, pero corre mucha tinta sobre una forma de ocio que calca fórmulas, aprovecha la pujanza de un público -al igual que con el turismo o la gastronomía- busca desinhibirse pagando un precio considerable y anhela experiencias, casi sin importar donde sea. Como ejemplo top tendríamos el caso de los bolos de Taylor Swift en Madrid, pero como festival la fórmula se multiplica en cualquier capital. 

No todo es de color de rosas en un festival, pese a que al día siguiente de concluir nos digan que han ido miles y miles de personas. El modelo es el mismo -diría que los artístas se repiten, sobre todo, en las citas medianas y solo defiere el género musical-. Ahora bien, que un festival tenga éxito necesita de unos ingredientes básicos:  debe tener, además de un aceptable cartel, buena ubicación y conexión con las grandes vías de transporte, infraestructuras solventes, y que ofrezca buenos servicios o que al menos esté cerca de ellos. Con esta pócima, el modelo es replicable en cualquier sitio, aunque siempre hay excepciones. Hay que tener en cuenta una serie de excepciones: que no haga mal tiempo el fin de semana en cuestión y que no coincida con ninguna otra cita similar, o muy cercana.

Pero pese a ello, la demanda por la música en directo es tal, que incluso, con citas solapadas o cercanas, los festivales suelen salir hacia adelante. Lo del tiempo ya tiene su propia singularidad: puede afectar, y mucho. Después hay otras variables: que no generen molestias entre el vecindario, o que si lo hacen, pues que se les implique de tal manera que la cita sea lo más pasajera posible.  Que tengan buena accesibilidad, en transporte público o andando, que no se generen muchas colas y que los servicios no sean deficientes.  Después está la cuestión de la seguridad, capital. Nadie se acuerda de ella hasta que pasa algo. No es un tema baladí: el promotor debe cumplir y las autoridades conceder con todo al día. 

Después de todo esto, no hay que olvidar que los festivales son marcas, y en algunos casos, asociadas a una ciudad. Uno puede tener la marca muy relacionada con una capital y querer replicar el modelo en otras ubicaciones, y no triunfar. Ahí está el caso de la experiencia del Primavera Sound de Barcelona y su experiencia fallida en Madrid en 2023. O el caso contrario, el municipio de Benicàssim, no solo asociado al FIB, sino otras citas como el Rototom o el San San, por citar dos casos diferentes (Curiosamente, ahora los comercios y la hostelería locales se quejan de que los festivaleros llegan en autobuses, pernoctan en otras ciudades y no hacen gasto. O no hacen el que hacían años atrás). Es posible que existan más ejemplos de festivales que ejercen como franquicias, triunfen o no, o de ciudades atrapalotodo, que compran lo que sea con tal de potenciar su marca. Ahora, en Alicante, tenemos el caso del Spring Festival, que quiere crecer y se plantea otras ubicaciones

Yo tengo mi propia teoría sobre los festivales y su perdurabilidad en el tiempo. Y su fórmula no dista mucho del éxito que pueda tener un destino turístico, o de la fidelidad de una afición por un equipo de fútbol. Que un festival triunfe, y esté asociado a una ciudad depende de varios factores: además de todo lo dicho en la parte de arriba, debe existir amor, motivación y empatía entre las partes: público, ciudad y promotor (cartel atractivo). En función de las potencialidades de cada uno de estos elementos, el éxito es proporcional. Pero los tres denominadores comunes se deben dar. Y lo mismo sucede con los equipos de fútbol: afición, equipo (estadio) y dirigentes. En el momento en el que falla uno de los elementos aparecen las dudas (y las posibles marchas). Pero si de los tres hay un elemento que es más primordial, esa es la afición o el público: si hay afición habrá fútbol, y si hay público del entorno, hay festival. En una categoría u otra, pero lo habrá. Todo lo otro es arte (efímero) y poco negocio.

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