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análisis | la cantina 

Luisito Suárez, el baloncito de oro y el fútbol de otra época

14/07/2023 - 

VALÈNCIA. El otro día, el miércoles, estaba en la librería Railowsky cuando el dueño, Juan Pedro, mirando el ordenador, dijo en voz alta: “Se ha muerto Milan Kundera. No sabía que seguía vivo”. Luego se me quedó observando, como calculando la profundidad de mi cultura, y después de un momento de duda, decidió añadir: “Es el autor de La insoportable levedad del ser, una de mis lecturas de juventud”.

Cuando trabajaba en Las Provincias, solía jugar con mis compañeros de módulo, Juanan Marrahí y Chimo Batista, a pronunciar el nombre de un personaje público y que cada uno de nosotros tres dijera si estaba vivo o muerto. A mitad tarde, Marra, que estaba leyendo algo en la pantalla del ordenador, podía soltar: “Chicos, Mari Carmen, la de Mari Carmen y sus muñecos. ¿Viva o muerta?”. Y todos dábamos nuestro parecer. Luego el autor de la pregunta tecleaba su nombre en Google y revelaba la respuesta. En su momento, compruebo ahora, estaba viva. Pero, en realidad, hoy está muerta. Falleció hace menos de un mes. No lo sabía.

Esta semana nos ha dejado Luis Suárez. En mi casa, cuando era niño, mi madre hablaba mucho de los futbolistas del pasado: de Luisito Suárez, de Kubala, que, ya de mayor, vivía en Barcelona en la misma escalera que mi tío Paco, de Gento, de Cañoncito Puskas, de Gárate, de Eusebio, de Iribar y, por encima de todos, de Alfredo Di Stéfano. “Ha sido el mejor”, decía, sin derecho a réplica. Siempre me llamó la atención la pasión con la que mi madre hablaba del fútbol de aquella época, de su Atleti, y la indiferencia que le causaba el de ahora.

Creo que no hay mucho debate sobre quién ha sido el mejor futbolista español de todos los tiempos. A mí me parece que Xavi. Pero esto es tan difícil… Qué sabemos los de ahora de Gento o de Luisito Suárez. No los hemos visto jugar y sólo han llegado hasta nosotros breves imágenes en blanco y negro, y las historias de nuestro mayores.

La historia de Luis Suárez es curiosa. El gallego salió del Deportivo para fichar por el Barcelona de Kubala, Basora y César. Pero acabó formándose un debate entre el novato y Kubala, y el público tomó partido rápidamente por su leyenda. En 1960, vestido aún de azulgrana, Suárez ganó el Balón de Oro. Bueno, el baloncito, que entonces no había tanta fanfarria alrededor de este trofeo. A Luis Suárez le dio el galardón el director de L’Équipe en una banda del campo, antes de un partido. El jugador recibió el baloncito, se lo dio al masajista y siguió con el calentamiento.

A los culés les dio igual este reconocimiento, un premio que ganó al superar en la votación a gente de la talla de Puskas, Uwe Seeler, Di Stéfano y Yashin, la araña negra. La afición siguió pitándole partido tras partido.

Cuando el Barça tiró a Helenio Herrera, el entrenador fichó por el Inter y vio, sabedor de los problemas de Luisito en Barcelona, la oportunidad de fichar a una gran estrella, a un jugador muy completo. El equipo milanés pagó 25 millones de pesetas, que entonces era una cifra récord, y se llevó al arquitecto, como le llamaba Alfredo di Stéfano. Nadie protestó en can Barça porque, además, se dice que con ese dinero el club pudo acabar el Camp Nou.

El traspaso fue una bendición para el coruñés. Luis Suárez se hizo una estrella mundial en Milán, donde conquistó tres títulos de Liga, dos Copas de Europa -venció en las finales al Madrid de Di Stéfano y al Benfica de Eusebio- y una Copa Intercontinental. Entonces no era habitual darle el Balón de Oro dos veces al mismo jugador y eso hizo que el español no repitiera en 1964, el año que ganó la Copa de Europa con el Inter y la Eurocopa con España.

Luis Suárez se convirtió en una de las grandes figuras de la historia del Inter de Milán, donde surgió una especie de lema: “Si no sabéis qué hacer, dadle la pelota a Suárez”. El gallego, que siempre fue un tipo con estilo, ya no se movió de Lombardía. Relaño escribió estos días que el jugador le recordaba por la forma de su cabeza, por su peinado, por su elegancia en movimiento, a Fred Astaire.

Han pasado tantos años que si volviera a jugar al vivo o muerto, me la jugaría a muerto con las grandes leyendas del pasado. Luis Suárez ha sido el último en dejarnos. Por cierto, ¿y Gento? ¿Vivo o muerto?

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