CASTELLÓ. Ayer jugamos a revolver las hojas amarillas del Paseo Ribalta. Mi perro Pancho, aunque lento y torpe, desmontaba las hojas caídas, rascando la tierra con sus patas delanteras, marcando territorio. No dejó de jugar, revolver y perseguir el rastro del otoño castellonense. Las primeras luces del domingo nos acompañaron en este paseo gratificante, aplacando la rabia de estos días, que es mucha. Unas horas después marchamos hacia Gavarda. Atravesamos la ciudad de València y nos encontramos de lleno con un paisaje desolador. Maquinaría trabajando en las carreteras, camiones militares, vehículos de la Guardia Civil y Policía, un interminable trasiego de máquinas y personas entregadas a la reparación de vías y recuperación de pueblos. La geografía humana, anímica, es todo desaliento, tristeza e indignación.
El paso de Carlos Mazón por sede parlamentaria el pasado viernes para comparecer y “explicar” lo sucedido en medio de la DANA fue delirante y lamentable. Vertió infinitos datos, leyendo listados de tuits de la cuenta del 112 Emergencias, hablando que dos días antes del trágico 29 de octubre la Generalitat ya estaba avisando desde este perfil de red social, como si este canal fuera oficialmente el único por el que se informa la ciudadanía (por cierto, Mazón comunica como President desde su perfil personal en X). Patético, con un desparpajo ignominioso. Intentó por todos los medios culpar a otras Instituciones de lo sucedido, se escabulló entre cifras y letras farragosas. El tocho de folios iba pasando sin aportar nada, sin explicar el porqué de su ausencia, de su apagón informativo y el de su gobierno. Una comparencia fría, calculada, traumática para las víctimas, carente de sentimientos y emociones.
La primera reunión que inauguró la agenda del anterior President de la Generalitat y del Consell del gobierno del Botànic, Ximo Puig, fue con la Asociación de Víctimas del Metro creada tras el tremendo accidente de metro que se cobró 43 vidas el 3 de julio de 2006 e hirió a decenas de personas. El primer despacho del Palau fue el escenario de un gesto cargado de emociones y solemnidad: Pedir perdón en nombre de la Institución autonómica a los familiares de las personas que fallecieron en un accidente trágicamente mal gestionado por los gobiernos del PP. Carlos Mazón no pidió perdón el pasado viernes en su prolongado discurso en Les Corts.
El actual President no dimitió, no se apartó de la primera línea, se aferró al discurso de las excusas, a las disculpas fachendosas, sin espacios para la humildad y para los sentimientos, para la empatía. Debe ser la marca de la casa del PP, la culpa es de todos los demás, una acción aliñada de desinformación, manipulación y soberbia, como sucediera con la teoría de la conspiración del 11M, con el Prestige, con el Yack-42 y con el accidente del Metro de València. Ahora, una remodelación, un Consell “para la recuperación, para renacer y levantarnos entre todos juntos”, y sin dejar de insistir en que era imposible controlar la brutal DANA que descargó hace tres semanas, en que no llegaron los avisos… Desde el primer momento pensé que su taco de folios fue redactado por su abogados y no por sus asesores.
El paisaje institucional y político es exasperante frente al que siguen sufriendo miles de personas en las comarcas de Utiel-Requena, La Ribera y, sobre todo, L’Horta Sud. Seguimos llorando a las más de 200 personas, pequeñas, jóvenes, mayores, que han perdido la vida. Muchas de ellas, seguro, podrían haberse salvado si las alertas máximas hubieran llegado con antelación, si se hubiera conectado con los Ayuntamientos afectados el día antes, o a primera hora de esa mañana, tomando decisiones de suspender las clases, como hiciera la Universitat de València. No se hizo y lo de conectar con alcaldes y alcaldesas no debió ser eficiente porque en el caso de Algemesí telefonearon a la anterior alcaldesa, Marta Trenzano. Ella tuvo que decir quien estaba al frente del Ayuntamiento, José Javier Sanchis, alcalde del PP. Y en el caso de Benicarló, en el marco de la segunda DANA que azotó el norte de Castelló, se pusieron en contacto 2 veces con la anterior alcaldesa. Fue ella, Xaro Miralles, quien facilitó a Emergencias el teléfono del actual alcalde, del PP, Juanma Cerdá.
Son algunos detalles del relato real de una catástrofe mal gestionada, mal coordinada bajo un mando presidencial ausente, incomunicado durante cinco horas vitales. Otro sector que ha sufrido de lleno el caos han sido las Bomberas y Bomberos Forestales. He escuchado el llanto de una bombera que se desplazó a uno de los municipios más afectados, la misma tarde del martes. Su voz rota ha ido contando cómo casi fueron despreciados, infrautilizados, apartados del dispositivo autonómico. Pero ellas y ellos, como pudieron, se lanzaron a ayudar a las personas que atravesaban unas horas desesperantes. Todos los sindicatos que representan a este colectivo de profesionales de Emergencias han denunciado la situación y han criticado duramente el discurso de Mazón.
AEMET, Confederación Hidrográfica del Júcar, la UME y el propio Gobierno estatal siguen desmintiendo a Carlos Mazón, poniendo de relieve las mentiras, medias verdades y contradicciones que arrojó en su comparecencia en Les Corts. Algo está pasando, la realidad no cuadra con la estrategia exculpatoria de Mazón. Por otra parte, no se convocó, como es habitual cada año, la reunión de septiembre para coordinar los dispositivos de Emergencias en previsión de la llegada de la estación de lluvias y gota fría. Y los responsables no han hablado en ningún momento de las consecuencias del cambio climático. El negacionismo de Vox es compartido por el PP. El Paso de la DANA ha dejado una gran tragedia ambiental en L’Albufera, en la huerta valenciana, en la tierra ahora contaminada, en las futuras cosechas de todos los municipios.
Les escribo frente a un pinar de Gavarda, junto a la muntayeta de Albèric, una ubicación que parece ajena a la catástrofe, un pueblo nuevo construido hace 33 años sobre una elevación, circunstancia que impide las inundaciones. Gavarda fue uno de los pueblos arrasados en la Pantanada de Tous. Lo perdieron todo, absolutamente todo. Y ha costado décadas de recuperación material, aunque la reparación anímica nunca llega. Las vecinas y vecinos de Gavarda han acudido masivamente como voluntarios a limpiar y ayudar a los pueblos afectados. Pero ellas y ellos, sobre todo los más mayores, han revivido su propio espanto.
Buena semana. Buena suerte.