CASTELLÓ. La historia de la cerveza como una formulación artesana —antes de adquirir una homogeneidad en el sabor propia del proceso de industrialización— posee raíces milenarias. La bebida, una de las primeras en conseguirse a través de la fermentación de cereales en el principio de los tiempos, articuló durante siglos la transmisión de un saber prácticamente doméstico e incluso monacal. Ahora, a la vez que su consumo ha aumentado exponencialmente en España, el fenómeno de la cerveza artesanal se extiende con fuerza más allá del simple líquido y busca volver al origen para reivindicarlo como una expresión gustativa de cada territorio. El 'laboratorio' particular de la capital de la Plana, Castelló Beer Factory, a punto de cumplir diez años en funcionamiento, apunta a comunicar el sentido y la cultura de unas elaboraciones con un sello original y reconocible.

El planteamiento de fundar una fábrica de cervezas en la ciudad nació del habitual puntal de la "inquietud". En este caso, los tres socios iniciales, Jesús Troncho, Víctor García y Antonio Carbajo, aficionados castellonenses al homebrewing —la producción casera de la bebida—, decidieron emprender el proyecto en su localidad de origen después de conocerse en un curso para ganar conocimientos sobre la materia en la universidad de Tarragona. Actualmente, la empresa, que funciona en forma de cooperativa, se compone asimismo de tres integrantes, aunque ahora Juanma Rodríguez acompaña a Troncho y García en el día a día. El trío se divide las funciones de elaboración y comercialización, así como la diversificación del negocio en visitas a la propia instalación. "Tenemos la fábrica abierta y, al ser de Castelló, la gente nos conoce incluso en persona", comenta Rodríguez.

Del Riu Sec a Sant Roc: una marca de cerveza de Castelló

La marca de cervezas artesanales se identifica con su lugar de procedencia e indica su intención desde el momento de su propia creación. "El objetivo era crear un sello de cerveza elaborada en la ciudad, pensada para venderla también aquí", asegura uno de los tres socios actuales. Sin embargo, la realidad posterior ha llevado a Castelló Beer Factory a no solamente distribuir sus productos a nivel local y provincial, sino también a expandir y exportar la firma tanto en el plano nacional como incluso en el internacional. En este sentido, algunas de las fórmulas de la gama presentan nomenclaturas que homenajean a reconocidos enclaves de la capital de la Plana como el Riu Sec o la ermita de Sant Roc —una cerveza "con cuerpo, estilo Belgian dubbel y en la que el azúcar de caña y la malta caramelizada son los protagonistas".

En un primer instante, la oferta de la fábrica castellonense, que puede disfrutarse en establecimientos castellonenses céntricos y también pioneros como Lupulove, abordó tres modelos diferentes: 'Golden' —Blonde ale o rubia clara—, 'Happy Hoppy' —India Pale Ale (IPA)— y la mencionada 'Sant Rock'. "Junto a la 'Engendro', de estilo American Pale Ale y realizada con maltas y lúpulos que habían quedado restantes, son las cervezas que producimos de forma repetida", indica Rodríguez, que diferencia entre esta línea de elaboraciones, "de base fija y clásica", y una cadena limitada más "especializada y enfocada hacia la experimentación". En efecto, la última se trata de una serie que engloba "recetas no tan clásicas, en las que trabajamos con cervezas negras con algunos añadidos de alta graduación u otras con nitrógeno, mucho lúpulo o sabores ácidos con añadidos de flores".

Más allá de la venta: extender una cultura cervecera

Desde su fundación, una parte básica de la idiosincrasia de Castelló Beer Factory estriba en dar a conocer entre los consumidores la cultura del producto. De esta manera, la empresa abre las puertas de sus instalaciones en ciertos momentos del año para la realización de visitas. "Buscamos enseñar las materias primas que intervienen y explicar el proceso de elaboración", señala Juanma Rodríguez. "En España se ha vendido siempre un estilo Lager y, fuera de ahí, si nos comparamos con países como Bélgica o Alemania, se ofrece una gama muy uniforme". El recorrido no se enmarca en una cata cerrada, sino que pone a la disposición del visitante seis grifos de cerveza para adentrarse y familiarizarse con otros modelos. "Pueden probar y hacer preguntas para profundizar en la bebida, que es algo más amplio de lo que se ha tomado hasta ahora".

Además de las visitas —la próxima está programada para el viernes 14 de noviembre—, la cooperativa castellonense continúa con la ideación de nuevas variedades y celebra eventos especiales en fechas señaladas como las Fiestas de la Magdalena o el festival Rototom Sunsplash. "El mayor logro hasta ahora ha sido mantenernos durante estos diez años, así como comercializar fuera de la provincia y ser reconocidos como marca en el ámbito estatal o en países extranjeros; es una idea que no nos planteábamos al principio", afirma Rodríguez. En un mercado dominado por "un pequeño grupo de grandes grupos de fabricantes", Castelló Beer Factory apunta a "seguir por el camino recorrido en la última década y tener más presencia local". En definitiva, desde su 'laboratorio' de Castelló, el trío artesano recupera el significado primigenio del líquido, su labor previa y su inquebrantable conexión sensorial con el territorio.