CASTELLÓ. Para Jorge Julve toda la pintura es abstracta, tiene algo intrínseco, unas propiedades que hacen que no necesitemos explicaciones concretas. Para el artista castellonense, al igual que la música, la pintura no debe tener letra, ser narrativa o referirse a un hecho en concreto. Julve está interesado en el proceso y en la relación que se establece entre ese proceso que se alarga en el tiempo, y la imagen que influye en él, o la imagen en la que la pintura se acaba convirtiendo. Es por esta razón, por la que, a la vez que entiende la pintura desde su propia naturaleza abstracta, también se siente interesado por la relación que acaba teniendo con la imagen.
Es lo que permite adentrarnos en ‘Relación dual’, su actual proyecto expositivo para la Sala Sant Miquel de la Fundació Caixa Castelló en la capital de la Plana. El artista castellonense concibe la pintura clásica, en el sentido de tradición, en correspondencia a la pintura moderna, entendida como la que pertenece al tiempo actual. Desde esta noción de dualidad, se desarrolla su actual exposición en la que se producen intercambios visuales en el ámbito de imágenes extraídas de medios de difusión contemporáneos, como selfies y cuadros clásicos y sus últimos trabajos expuestos en la sala.
Para ello Julve ha explorado la significativa relación que existe entre la única pintura original que se conserva en la Sala Sant Miquel, emplazada en el altar central del antiguo lado de la epístola, fechada a mediados del siglo XX y atribuida a Juan Bautista Soler Blasco. Esta pintura genera el núcleo central desde el que se despliega la exposición ‘Relación dual’ y lo representado en las seis parejas de cuadros que comenzaron a dar forma al presente proyecto en el estudio del artista.
Al entrar en el espacio expositivo el espectador se encuentra con las obras dispuestas de manera simétrica en relación con la planta de la sala. En la línea longitudinal que podemos imaginar desde la entrada hasta el final del edificio, se encuentra la obra producida. Tres dípticos, el último de los cuales recibe al público suspendido sobre el centro geométrico del altar mayor, gracias a la resistencia de cuatro tensores de acero. Es lo que permite mostrar al espectador la trasera de la obra, para reclamar la atención de quien se acerca sobre sus materiales producidos industrialmente: el bastidor, la tela y las grapas, ocultando hasta el momento de llegar al altar y ver el frontal, el trabajo del artista en el óleo.
Si en los primeros dos altares laterales y en los dos últimos se muestran dos parejas de cuadros, en el altar lateral central derecho, los signos de exclamación invitan a observar con atención la desgastada pintura situada en el techo del altar. Frente a ella, en el lado del evangelio, la tela translúcida muestra de manera fragmentada y ampliada la imagen impresa de la pintura.
Finalmente, en el espacio de la sacristía de la sala, nueve impresiones digitales enmarcadas, documentan parte del proceso de trabajo del artista, contribuyendo a continuar y a profundizar en la vía de investigación que Jorge Julve inició con su obra, en la que se evidencia cómo la fijación por la dualidad recorre la exposición.
Jorge Julve (Castelló de la Plana, 1989), que estudió Bellas Artes en la Facultat de Sant Carles de València, donde posteriormente realizó el Máster en Producción Artística, ha sido reconocido con la beca Hàbitat Artístic, GlogauAir Artist in Residence Program Berlín, del Ayuntamiento de Castelló, o el Premio ‘Perspectives, art inflammations and me’, de la Cátedra Arte y Enfermedades de la Universitat Politècnica de València, entre otros. Su trabajo forma parte de la Colección de Arte Contemporáneo de la Generalitat Valenciana, Colección DKV, Colección Natalia Yera o Colección del Ayuntamiento de Castelló.