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análisis | la cantina

Piqué, Ibai y la era de los cambios

10/09/2021 - 

VALÈNCIA. No me interesa mucho el fútbol, la verdad. Pero es imposible vivir en una cápsula que te aísle de este deporte en España. Ayuda no tener televisión, pero es imposible. Las asuntos más llamativos me llegan por otras vías. No suelo profundizar mucho, pero hubo una polémica este verano que me llamó la atención. Fue todo el rollo este de la invitación de Leo Messi a Ibai para asistir a su presentación. Hubo periodistas que se sintieron ofendidos y alguno, despechado, creo que le lanzó un dardo al youtuber. 

La polémica que se creó entre Juanma Castaño e Ibai creo que se resuelve en la forma de nombrarlos. Nadie sabe quién es Juanma y muy pocos quién es Castaño. Muchos, quién es Juanma Castaño. Pero casi todos saben quién es Ibai, quien no precisa de apellido. Su nombre, más atípico, juega a su favor, pero a lo que voy es que la ascensión de este joven comunicador se ha demostrado que es imparable.

Yo, mucho más mayor que su público objetivo, me creía ajeno a sus tentáculos. Vi su entrevista en ‘La Resistencia’, me alcanzaban algunas de sus hazañas, de sus excentricidades y poco más. Hasta que llegaron los Juegos Olímpicos y un día me vi delante del iPad escuchando su narración de un partido de baloncesto de España. Me gustó. Y me gustó la combinación con Piti Hurtado. Pero me temo que es lo de menos.

Lo que más me llama la atención de toda esta ascensión en la comunicación es que ha llegado un nuevo modelo. Un formato que muchos no podíamos ni intuir hace unos años y que poco a poco va ganándole terreno a los moldes clásicos de la difusión. La final de la Copa América de fútbol me cogió en un autobús, de noche, volviendo con varios atletas de una competición y, con varias horas por delante, se me ocurrió ver la final, que, en mi caso, la verdad, más bien era ver a Messi que la final. Ahí escuché por primera vez a Ibai y ahí vi por primera vez un partido en Twitch.

Vi también un trozo del estreno de Messi con el PSG y comprobé que era uno más del casi medio millón de personas que se conectaron a Twitch. Esto fue posible gracias a que Gerard Piqué, oliendo el impacto del argentino, había comprado los derechos de la Ligue 1. El catalán ha sido, o eso creo yo, uno de los más rápidos en detectar el cambio que se avecina y que ya está entrando. Siempre ha ido por delante por una cuestión muy simple: es un tipo inteligente y le interesan muchas más cosas que el fútbol.

Piqué ganó un Mundial en el verano de 2010. Pero durante esa larga concentración en Sudáfrica, además de jugar partidos trascendentes, tuvo largos momentos de tedio. Horas muertas para aburrir. Y sí, las partidas de pocha para matar el aburrimiento se adentraban hasta la madrugada, pero también hubo ratos largos de no saber qué hacer. Él los dedicó a darle vueltas a una idea que venía rondándole la cabeza: un nuevo formato para la vieja Copa Davis. Tiempo después, invirtió setenta millones de euros a través de Kosmos Holding -el fondo que comparte con Hiroshi Mikitani, el fundador de Rakuten- y concentró la competición, que tradicionalmente se alargaba durante todo el año, en unos pocos días y en una misma sede.

El central también compró el Andorra en 2018. Lo saneó y lo convirtió en un equipo más competitivo. Y, además, tiene una empresa de compra-venta de inmuebles que en 2019, según ‘Forbes’, facturó 4,5 millones de euros. Durante un tiempo también trasteó con los e-sports y tiene una marca de gafas que gestiona con su familia y que en 2019 facturó casi dos millones de euros.

Un tipo transversal, que es casi una característica de su generación y, más aún, de la siguiente, lo que habla de su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Porque todo está cambiando muy rápidamente y en esa dinámica unos ganarán y otros perderán. Unos sabrán adaptarse y otros se quedarán anclados en su vieja escuela. Y, además, unos cambiarán para bien y otros no.

El atletismo, por ejemplo, va dando bandazos en busca de nuevas fórmulas que atrapen a los jóvenes. Algo que el fútbol ha conseguido solo con tener a Ibai cantando sus goles. Porque ahora muchos jóvenes son antes seguidores de un ‘youtuber’ que de un deporte. O la incorporación del baloncesto 3x3, que ha dado pie al presunto fraude del equipo belga, que acreditó varios torneos inexistentes para asegurar su clasificación olímpica. Por no hablar del ‘breakdance’ o del parkour. Porque algunas novedades aportan interés, como la escalada o el snowboard cross, y otras son un auténtico despropósito.

Yo, que soy un viejo, pienso que lo que acaba triunfando realmente es lo bueno. Y que Ibai puede hacer unas muy buenas retransmisiones con un estilo más sincronizado con los jóvenes, pero que ninguno puede competir con Guille Giménez y Antoni Daimiel, que ya tienen sus años pero que son unos maestros en eso de contar el baloncesto de madrugada. Y si los dos se abren camino en la comunicación es porque los dos sean jóvenes. Y, al final, quizá, verlos en una vieja televisión de tubo o en el móvil a través de Twitch es lo de menos.

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