CASTELLÓ. Establecer una conexión entre el espectador y la obra de arte resulta indispensable para aferrar el vínculo que ata la conciencia del primero y la voluntad de la segunda; a través de la huella impresa por el artista en su trabajo. La mediación artística, por definición, interviene e intercede en el proceso con el objetivo de acercar el arte al público y redondear su experiencia. Entre las posibles maneras de mediar, existen actividades paralelas - charlas o talleres - e intermodales - con música, imágenes o movimiento - que se relacionan con el contexto, la técnica o la temática de la pieza. De esta manera, el arte viaja más allá de su continente y afecta al contenido de la sociedad; se convierte en una herramienta para la reflexión y el aprendizaje o en una vía de entrada a los sentimientos.
A tal efecto, la Sala Sant Miquel de Castelló acoge estos dos próximos sábados, 7 y 14 de diciembre, unos talleres de mediación artística, enfocados a los más pequeños, para conectar y experimentar con el "mundo de los sonidos que no se escuchan". La actividad, inspirada en la labor de José Antonio Orts, que habita los diferentes espacios de la antigua iglesia, invita a descubrir "cómo suena una estrella fugaz, una gota de agua en un océano o las partículas de una nube en el aire". Así, a raíz de la interactividad habilitada por la obra del valenciano, la cita dirigida por los artistas Antoni Solera y Alejandro Ocaña redescubre el entorno auditivo y sensorial. "Se trata de hacer que el público venga y participe de las acciones que realizamos para entender y obtener una lectura distinta", señala Alfredo Llopico, gestor cultural en la Fundació Caixa Castelló.
En cuanto a la mediación artística, la Sala Sant Miquel aparece como un espacio avezado en la materia, pues ha acogido diversos talleres similares a lo largo de este año. "Investigamos al artista, vemos cómo funciona la sala y cómo la gente interactúa con las piezas", explican Solera y Ocaña, que detallan el proceso previo a la actividad y su objetivo. "Esperamos desbloquear la creación a partir del sonido. Siempre se ha vinculado la vertiente sonora con la música o los conservatorios, pero buscamos trabajar el sonido desde otro punto de vista y con disciplinas no convencionales, como la performance". Respecto al propio taller, dirigido a niños y niñas, desvelan que las actividades a realizar "parten siempre del cuerpo en primera instancia y siguen la instalación de Orts. Queremos entender el cuerpo como un instrumento o una caja sonora", señalan.
El 'puente' propuesto por Solera y Ocaña toma el movimiento como herramienta principal para entender y conectar con las piezas. "Partimos de una serie de dinámicas establecidas, pero siempre con procesos abiertos. Nos interesa que los más pequeños experimenten con sonidos distintos para abrir su imaginación", comentan. Una vez la audiencia cruza la pasarela de la mediación se encuentra, principalmente, con una actitud de "diversión". "A veces parece complicado encontrarla dentro del arte contemporáneo, pero los talleres acercan mucho ese sentimiento a la gente", subraya Solera. De cara al futuro, los artistas esperan que la Sala continúe con los "esenciales" talleres de mediación, pues el arte "sin una conexión o una pedagogía más allá de unas obras colgadas se queda vacío".
"La Sala Sant Miquel tiene una responsabilidad con lo que ocurre en la cultura para que pueda continuar hacia delante", asegura Alfredo Llopico. De esta manera, el espacio ubicado en la calle Enmedio pretende desmarcarse en el entorno local con la vanguardia como bandera. El joven proyecto - en firme desde el año 2017 - se plantea el objetivo de apoyar no sólo la creación contemporánea, sino también "su relación con el territorio". De esta manera, el gestor cultural incide en que aquello que se desenvuelve dentro de los muros de Sant Miquel "también es Castelló y necesita su oportunidad para que pueda existir". En este sentido, Llopico tiende la mano a "los creadores que abren caminos para encontrar su vía de expresión a través de la Fundació".
Así, los talleres de mediación artística representan una herramienta para extraer a la audiencia de su "zona de confort". "Queremos actuar como nexo entre el espectador y la propuesta; acercar el trabajo de los artistas donde un simple paseo por la sala no puede llegar", subraya Alfredo Llopico. Asimismo, el gestor reconoce que el público que acude a las actividades lo hace con "una predisposición positiva", pero invita a los escépticos a descubrir una nueva manera de conectar con el arte del contemporáneo del siglo XXI. "La Sala Sant Miquel radica en un enclave de reflexión sobre la creación del momento actual y las inquietudes que lo habitan". En definitiva, el espacio - de la mano de Solera y Ocaña - ofrece la oportunidad estos dos próximos sábados para que los más pequeños tejan una relación de entendimiento entre sus preocupaciones y la esencia de las obras de arte.
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