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'Red Hollywood', cómo los guionistas de izquierda perseguidos filtraron sus ideas en el cine comercial

Durante la II Guerra Mundial, la presencia de guionistas de izquierda e incluso comunistas en Hollywood no llamaba especialmente la atención, se venía de los años del New Deal y la URSS se había terminado convirtiendo en un aliado. Poco después, la caza de brujas macartista sacó a muchos de circulación, sin embargo, su legado quedó presente en películas que se las arreglaban para denunciar problemas sociales sin tener por qué ser, en teoría, subversivas

28/12/2024 - 

VALÈNCIA. Hace tres años, el periodista Pedro Vallín publicó un libro titulado ¡Me cago en Godard!, que no he tenido el gusto de leer, pero que trataba de defender el cine comercial estadounidense como más de izquierda que los “autores” europeos. La verdad es que la premisa no tiene mucho sentido para mí, porque la carga ideológica de una película no me interesa tanto como su originalidad, pero me llamó la atención que alguien tuviera que recordar que lo que sale de Hollywood tiene muchos sesgos, pero no tienen por qué ir siempre en la misma dirección. 

Un documental de los 90 ya nos puso en la pista, para quien no quiso leerlo, de cómo funcionaron las cosas en los grandes estudios en los años 40 y 50, el periodo más crudo de la Guerra Fría, pero que llegó a su fin y tuvo una dinámica contraria en los 60, con el cocido tópico de los “problemas de conciencia” de Hollywood a la hora de abrazar causas, como la de los nativos americanos por parte de Marlon Brando, que fue censurada, para luego ser excesivamente premiada Bailando con lobos de Kevin Costner, por citar un ejemplo rápido. 

Lo mejor de este documental no es la historia de la caza de brujas, de directores, actores y guionistas, del macartismo, sino cómo parte del gremio, pese a estar en el punto de mira, fue logrando meter sus puntos de vista en las películas que se rodaban. De hecho, la mayor riqueza del documental son las escenas que selecciona y sus líneas de diálogo para poner los ejemplos. Sale una lista de medio centenar de películas de entre 1932 y 1954 que bien merece un ciclo. 

Sin embargo, el recorrido de este documental fue muy limitado. Tuvo pases en algunos festivales y alguna presentación, pero luego pasó rápidamente al vídeo. Y también le ha acompañado la polémica con respecto al Partido Comunista Americano, al cuyos miembros se ha criticado por mirar para otro lado con las noticias que llegaban de la URSS y en la que se perseguía, de forma bastante más implacable, a sus compañeros del gremio. Aunque, como se cita aquí, muchos de ellos cobraron relieve durante los años 40 porque la propia propaganda americana trataba de dar una visión positiva de la URSS, ya que era el aliado que más carne humana estaba poniendo para derrotar a las potencias del Eje. 

Red Hollywood, en cualquier caso, tiene como objetivo refutar la tesis de que los guionistas de izquierda no eran profesionales sin talento, como se dijo posteriormente para echar una bomba de humo sobre actuaciones ciertamente luctuosas. Y la verdad es que es digno de interés lo que se plantea. En los años noventa todavía no estaban tan establecidas las líneas por las que tenía que transcurrir la mentalidad progresista impostada, como ocurre ahora, y la selección de películas logra sacar muchos temas que siguen de actualidad. 


Vemos películas que trataron el racismo en términos de complejidad psicológica, con negros sintiéndose culpables por haber nacido cuando hay algún conflicto, como en Pride of the marines (1945) o Home of the brave (1949), o nativos americanos que se sienten acorralados y perseguidos hasta el final por la ley del hombre blanco, que puede ser tan garantista como lo contrario cuando se pone exceso de celo en la letra pequeña. También hay escenas memorables sobre el machismo congénito en la sociedad de consumo que se desarrolló a velocidades espantosas en aquellos años. 

Ya hemos visto Mad Men, que recogía todos esos cambios traumáticos, pero entonces ya se trató el problema de la mujer como accesorio más de la cocina, mientras el hombre se mata para que le suban el sueldo e ir ascendiendo y que ambos puedan consumir más, rodeados de bebés que cagan y tragan. Hay películas en las que la sátira podía competir con el sketch de humor más actual en Saturday Night Live. 

A mí lo que más me interesa es cuando realizaron la crítica más directa al sistema estadounidense, esto es, una sociedad en la que manda el dinero por activa o por pasiva. Vemos películas en las que quedan patentes los estragos que causaron las migraciones internas. Ahora se pone el megáfono con la inmigración extranjera, pero en todo el siglo XX ocurrió exactamente, solo que los que emigraban eran los nacionales que procedían del medio rural o de ciudades medianas en declive por el motivo que fuese.

En esos años que hoy se quieren edulcorar y evocar desde la nostalgia, sin duda porque el emisor sabe que el receptor no tiene cultura, los que pasaban hambre, en sentido literal, eran los nacionales. “Yo no tengo la culpa de que a todo el mundo se le haya ocurrido también venir a California”, le dice a su mujer un parado que no puede alimentar a su familia en The sound of fury, de 1951. 

Estos mensajes tuvieron una evolución natural hacia el cine negro, donde el propio género ya suele ser un mensaje de izquierda, especialmente cuando se muestra que quienes delinquen están forzados a hacerlo por las condiciones en las que viven. El documental cuenta que la máxima alienación que podía sufrir una persona no era cuando se vendía a sí mismo como fuerza laboral, sino como criminal. El género ha sido definido por los estudiosos como Film Gris y habría que desglosarlo del cine negro convencional. 

Uno de los testimonios más interesantes es el de Ring Lardner Jr, guionista que estuvo en la lista negra y tuvo que trabajar con seudónimo. Su mayor éxito fue una comedia romántica, Woman of the year, pero donde denunció el fascismo. Aunque aquí explica que para él todo empezó con la Guerra Civil española, en la que murió su hermano, voluntario en la Brigada Lincoln, porque consideraban que si se vencía a Hitler en España no habría que volver a hacerlo una vez más. Organizó manifestaciones y reunió todo tipo de apoyos para la República española. 

Lo que no queda muy claro o parece algo tramposo es atribuir a estos directores toda la sensibilidad social de Hollywood. Incluso Elia Kazan, que tuvo los arrestos de filmar la Ley del silencio para deslizar que delatar no era de chivatos, sino de valientes que rompen la omertá, las tuvo. Al final ese país, por mucho que se haya luchado contra las inercias, lo que ha sido, es y será es un mercado. Desde la Casa Blanca a los despachos de los académicos más reputados y comprometidos. Y el cine, por descontado.

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