VALÈNCIA. La incredulidad y, posteriormente, la sorpresa, ha recorrido esta semana las entrañas de los partidos de la oposición con representación en Les Corts, PSPV y Compromís. El lunes, con la amenaza al PP de ruptura de los gobiernos autonómicos proferida por parte del líder de Vox, Santiago Abascal, las fuerzas progresistas tampoco se inmutaron excesivamente, al considerar que se circunscribía a las cuitas internas en el bloque conservador y la sangre no llegaría al río.
Sin embargo, este jueves se materializó la ruptura en boca del propio presidente de Vox, lo que conduce, no sólo a la Generalitat presidida por el popular Carlos Mazón, sino también a la oposición, a una nueva pantalla en la que todavía no habían estado.
Desde el inicio de la legislatura, tanto PSPV como Compromís situaron en los cimientos de su labor una prioridad estratégica: utilizar a Vox para desgastar la imagen de los populares y, más en concreto, del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Una táctica que resultaba atractiva porque cumple dos funciones relevantes para un partido en la oposición: fiscalizar acción de gobierno y movilizar al electorado propio.
Una idea que se acentuó con la presentación de la Ley de Concordia acordada por PP y Vox, aprobada justamente este jueves, y ante la que ambas formaciones han reaccionado de forma airada. De la misma manera, durante este tiempo también se han trabajado de forma prioritaria los asuntos que tuvieran que ver con la "batalla cultural", con aspectos relacionados con la lengua valenciana o por cuestiones que afectaran a los derechos LGTBI, por ejemplo, con la polémica sobre la colocación de la bandera arcoiris en Les Corts.
Una hoja de ruta que, en este tiempo, la oposición considera que ha sido fructífera. De hecho, desde estas formaciones opinan que esta tarea contribuyó a conseguir un buen resultado en las pasadas elecciones europeas, el primer gran examen en las urnas tras las últimas generales.
No obstante, tras estos comicios, el PSPV ya había comenzado a buscar un giro en su labor de oposición, aunque siempre prestando atención a cualquier movimiento de Vox que pudiera generar rédito político. La idea, al menos en la formación socialista para los próximos meses, es tratar de poner el foco sobre la gestión del Consell presidido por Mazón, tratando de alejar así los debates que giraran en torno al Gobierno de Pedro Sánchez, algo que interesa más al PP.
Ahora, con la salida de Vox del ejecutivo autonómico, se acaba uno de los principales argumentos utilizados por la oposición en este primer año de legislatura. El PP, ya sin encontrarse atado al pacto en el Consell, puede aspirar a otro tipo de acuerdos en Les Corts llegado el caso: por ejemplo, en los órganos estatutarios tanto PSPV como Compromís exigían que los populares dejaran fuera a Vox, una situación que antes era imposible y, ahora, podría no serlo tanto. Pero de la misma manera, el PP también podría pedir los votos de estos partidos de la oposición para aprobar determinadas cuestiones en las que Vox decida enrocarse, y siempre pueden criticar a PSPV y a Compromís si se niegan a negociar. Cabe resaltar que ayer el propio Abascal puntualizó que Vox "retiraba su apoyo parlamentario" al PP.
De esta manera, puede decirse que uno de los escenarios secundarios que se presenta ahora con esta abrupta ruptura de gobierno, es el cambio de paradigma que se produce en Les Corts, donde PP y Vox se debían lealtad mutua, lo que facilitaba los ataques coordinados de la oposición en determinadas cuestiones. Sin embargo, con la liberación de ataduras en el bloque conservador, pueden llegar los 'grises' a la cámara con otro tipo de negociaciones y pactos, lo que deja una legislatura más abierta.