VALÈNCIA. Este lunes me senté a las diez de la noche frente al televisor, con mi bolígrafo y mi bloc de notas, dispuesto a escuchar, observar y anotar la forma de comunicar de los dos principales líderes políticos de España en este debate Cara a Cara entre el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el presidente del Partido Popular, el senador Alberto Núñez Feijóo.
A las 23.50 h. he terminado de ver, observar y escuchar, con verdadero esfuerzo, a los dos candidatos, con un puñado de anotaciones que se han visto ensombrecidas por la molesta y torpe actitud comunicativa (¿?) del señor Sánchez.
No se puede ser más burdo, más torpe ni más maleducado en un debate político de lo que ha sido Pedro Sánchez en este cara a cara de Antena 3.
Y, lo siento, pero los ¿moderadores? han sido dos figuras casi de adorno, permitiendo que Sánchez se cargara lo que podía haber sido un debate de nivel político en el que se clarificaran propuestas, convirtiéndolo en un espectáculo en el que Sánchez ha mostrado toda su tensión interior, su nerviosismo y su faceta más vulgar y maleducada.
"No es cierto". "No es cierto". "No es cierto". Era la cantinela que Sánchez repetía una y otra vez para difuminar cada afirmación contundente de Feijóo. Una viejísima, burda y tópica técnica de debate político, impropia de un político de nivel.
Pedro Sánchez se ha mostrado muy nervioso y lo ha manifestado continuamente con su comunicación corporal. Los gestos de su cara expresaban todo menos tranquilidad, seguridad y confianza. Sonrisas muy forzadas con las comisuras de sus labios muy tensas, elevaciones de cejas, tensión en sus aletas de nariz… Todo en el él mostraba tensión, nerviosismo e inseguridad.
Su gesticulación con las manos y brazos era mucho más amplia que la de Feijóo, que era mucho más controlada y discreta. Teóricamente podría decirse que eso manifestaba confianza y seguridad en Sánchez, pero destrozaba esos mensajes con los gestos tensos de su cara que desmentían esa aparente seguridad.
Feijóo se mostraba tranquilo ante las reiteradas y continuas interrupciones de Sánchez, mostrando un control y una serenidad que parecía difícil de mantener por lo molesto que resultaba para el espectador soportar la tensa y nerviosa actitud de Sánchez, que se empeñaba en actuar hablando en ocasiones de forma grandilocuente.
En algunos momentos hablaban los dos a la vez, sin escucharse uno al otro. Además de que resultaba molesto para quienes queríamos escucharlos, es un mal ejemplo para los jóvenes a los que pretendemos enseñar a debatir escuchándose con respeto mutuamente.
Al tratar el bloque de política social e igualdad, Sánchez apretaba su mandíbula cuando Feijóo le ha recordado el fracaso de la ley de 'sí es sí'. Ha sido uno de los momentos en los que se le ha visto más tenso y en los que, una vez más, Feijóo repetía una y otra vez: "Déjeme hablar, señor Sánchez".
Feijóo ha tenido un recurso muy efectista firmando un pacto para dejar que cada uno de los dos permita gobernar al otro si obtiene más votos, y preguntándole si estaba dispuesto a firmarlo allí mismo, en directo. Sánchez se escapaba, se mostraba a la defensiva y ni atendía a lo que planteaba el presidente del PP.
Pedro Sánchez bajaba la mirada cada vez que Feijóo le planteaba cuestiones molestas para él, como sus acuerdos con Bildu, Esquerra y Podemos. Y bajar la mirada es un gesto muy negativo en comunicación corporal.
Feijóo, en cambio, mantenía su mirada frontal a Sánchez ante las numerosas referencias de éste a los pactos del PP con Vox. El gallego ni se inmutaba.
Sánchez también bajaba bastante la mirada para consultar sus apuntes y en ocasiones incluso leía abiertamente, lo que resta credibilidad al mensaje.
Y, en el "minuto de oro" final, Pedro Sánchez ha soltado su mensaje con seguridad, de memoria y mirando fijamente a la cámara. Perfecto.
Feijóo, que por sorteo ha tenido la ventaja de cerrar el debate con su "minuto de oro" ¡no miraba fijamente a la cámara!, lo que resulta un error garrafal porque se supone que dirigía su mensaje a todos los españoles. Se notaba que desviaba un poco su mirada hacia su derecha. ¿Estaría leyendo en el teleprompter? No quiero ni pensarlo.
Paco Grau es periodista y profesor de oratoria