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CONVIENE SABER / OPINIÓN

Templanza y saber estar

Foto: ALBERTO PAREDES/EP
19/03/2024 - 

La forma es tan importante como el fondo. Cuántas veces habremos escuchado esta frase. Hay quién dice que son conceptos contrapuestos, aunque condenados a entenderse. A quién estudiábamos las Ciencias Sociales nos lo enseñaban en las primeras lecciones de Derecho, aunque también era un principio básico en la cartilla de valores que, en muchos hogares de toda orden y condición, se nos inculcaba desde la niñez. Aunque igual no en todos los pupilos caló como debiera, por mucha inmersión en “colegios de pago” que se pretendiese. Y es que o algunas personas nos lo tomamos muy al pie de la letra u otras no tienen bien calibrado el sentido del ridículo.

Viene esto a cuento de lo vergonzoso que resulta observar algunos comportamientos vistos estos últimos meses, por quien ostenta la máxima autoridad de la Generalitat Valenciana. Por eso, me siento casi obligada a traerlo aquí esta semana, porque lo menos que se le puede pedir es que sepa cuál es su lugar y la dignidad del puesto que ocupa, aunque no sea acorde a los halagos de corte pretoriana con los que se intente esconder tanta falta de institucionalidad.

Porque, ¿acaso no causa bochorno ver cómo el máximo representante de tu gobierno autonómico se dirige de forma chulesca a unos trabajadores de la televisión pública valenciana, quejándose del espacio informativo que se le asigna, con repetición consecuente cuando le advierten de que está siendo grabado. Y, lo que es peor, sin intención de rectificar ni dar explicaciones cuando se le afeó en la sesión de control.

¿Acaso no resulta sonrojante ver como el máximo representante de tu gobierno tiene comportamientos machistas en sede parlamentaria, actitudes que la portavoz del principal partido de la oposición tuvo que denunciar y pedirle que no le volviese a guiñar un ojo tras finalizar su intervención en plena sesión de control? Un hecho del que tampoco se retractó ni pidió disculpas.

Foto: ALBERTO PAREDES/EP

¿Acaso no es de vergüenza ver como el máximo responsable del Consell, en un viaje a Barcelona, donde teóricamente iba a promocionar la C. Valenciana en Cataluña, ha protagonizado un episodio de máxima tensión en una entrevista emitido por la televisión pública catalana, en TV3, cuando la presentadora del informativo ha hecho alusión al País Valencià? ¿No podría haber hecho un planteamiento más elegante, más constructivo, más inclusivo, como el presidente de todos los valencianos que es y no quedar “como un machote al acudir a la guarida del lobo” como leíamos en valoraciones periodísticas?

¿Acaso no es penoso ver como el máximo representante de la Generalitat Valenciana, máxima figura institucional de los valencianos, que por esa condición cierra la mayoría de los actos y eventos que nos representan, hace intervenciones vacías de contenido, rebajando la institucionalidad de su figura a un colegueo innecesario, con ese ya habitual “no me llames president llámame Carlos”?

Las comparaciones son odiosas, pero claro, estábamos acostumbradas a otro registro, otro estilo, otras formas. Antes las formas de Puig, ahora las de Morant… El estilo de los socialistas, es otro, es el que aboga por el respeto a las instituciones, defiende la convivencia y la concordia.

Un estilo sin sectarismos, sin divisiones, un estilo que apuesta por el respeto a la pluralidad, por el debate, por el diálogo.

Y en clave nacional, vemos como ese estilo macarra está de moda entre las huestes del PP. Y es que estoy convencida que se puede defender con templaza sin caer en el macarrismo, porque la ciudadanía no espera esas actitudes de la clase política. Y porque es fundamental saber dónde estamos, que la gestión política no es un karaoke ni un magacín de la tarde.

Porque, ¿qué se esconde detrás de esa bronca constante, de esa actitud impropia de quien tiene la responsabilidad de promover la convivencia y la paz social?

No les importa la amnistía, porque ahora ya sabemos que Feijoó lo intentó, eso sí, en la intimidad, la misma en la que Aznar hablaba en catalán, y que no fue posible porque no les daban los números. ¿Pero es que acaso fueron menos grave su amnistía fiscal o los miles de indultos que firmó Aznar? ¿Acaso aquello no escandalizaba?

Hipocresía no les falta. Y demuestran que no soportan que, tras ocho años de gobierno progresista, España y la mayoría de españoles seamos un poco más iguales, que España sea más justa, más igualitaria y más cohesionada social y territorialmente.

Es importante seguir, no para estar, seguir para seguir construyendo, para mejorar la convivencia, las condiciones de vida y, como coloquialmente solemos decir, ocupados en las cosas importantes, las cosas del comer. 

Foto: JORGE GIL/EP

Esto no va de que Pedro Sánchez siga en la Moncloa, esto va de que millones de trabajadores incrementen sus salarios, de que millones de pensionistas actualicen sus pensiones, esto va de bonificar el transporte público, de la rebaja del IVA o va del descuento de la factura de la luz y el gas o del mayor presupuesto en becas de la historia. De eso va todo esto porque, sin los socialistas en el gobierno, esto no sería posible. ¿O acaso creen que el PP habría subido las pensiones así, o incrementado el salario mínimo así, o hubiesen desplegado todas las medidas socioeconómicas puestas en marcha? Sabemos que no, sus recetas son otras. Bajar impuestos a los que más tienen y recortes sociales a la clase trabajadora. Y para eso hay que derribar a quién está, en este caso, su nombre es Pedro Sánchez.

Todo esto va por todas aquellas personas que gracias a las medidas sociales y económicas del Gobierno de España hoy viven mejor y por todas ellas vale la pena soportar todo este cisma que el Partido Popular sigue engordando, día tras día.

Por mucho ruido, discordia y odio que quieran imponer, la realidad es que vivimos mejor. La economía va mejor, el empleo es más y mejor. Y no lo digo yo, así lo recoge en una reciente entrevista Paolo Gentiloni, Comisario de Economía de la Comisión Europea, cuando afirma que “España está en mejor forma que el resto de la Unión Europea”.

El fondo lo tenemos claro. A España le sientan muy bien las políticas progresistas. En cuanto a las formas, también es deseable que se guarden. Solo hay que hacer un ejercicio simple de ubicarse en la alta responsabilidad que se ostenta. Inténtelo, señor Mazón, es lo menos que se merecen las valencianas y los valencianos.

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