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la vida a cara o cruz  / OPINIÓN

Tomasín

9/10/2023 - 

«Hace casi un año que no voy. No podéis imaginar las ganas que tengo y lo que me está esperando». 

Seríamos unos quince, y sentados a la larga. Conversaciones cruzadas y caos. A Tomás le tocó en un extremo de la mesa. Conoce a pocos en ese grupo, pero le da igual, va a la suya y habla con todos. De vez en cuando y a buen tono, recordaba que al día siguiente prontito viajaría a su amado pueblo. Es redondico, todo bondad y amante de la calma y las piedras. Creo que si tuviera un animal de compañía sería una tortuga o un ladrillo, que ni come ni caga ni hace ruido ni ná, y como él, ni molestar. Una de sus pasiones es retirarse a Titaguas, un pueblo del interior de nuestra Comunitat que desconozco y que, imagino, destaca por los almendroleros, el tocino y derivados, el frío en invierno, el calor en verano y el aburrimiento durante todo el año. Aquel día no se cansó de repetirlo: hace casi un año que no voy pal pueblo… Compartía su felicidad, cosa que está muy bien.

Inma es una amiga inteligente e impulsiva a la que le gusta cuidarse y que nos encanta que lo haga. También es vegetariana, o similar, y amante de los animales, entre los que imagino que me incluye. En esa comilona nos sentamos juntos y, de vez en cuando, escuchábamos de fondo hablar a Tomasín de su esperado viaje. Se habían visto otras veces, pero amigos de amigos y ya está. A Inma le llamó la atención la alegría con la que contaba su desplazamiento, y sobre todo la insistencia. Tenía razón, cada cierto tiempo Tomasín lo volvía a recordar.

Aquello nos importaba bien poco, pero Inma, ya curiosa, me preguntó el motivo de tanta insistencia. ¡¡Y bomba!! La buena de Inma me regalaba una oportunidad que no podía desaprovechar.

Ah, ¿no lo sabes? —le dije—. Ahí donde ves a Tomasín, todo bonachón, es el mayor filldeputa que puedas imaginar. Como buen buscavidas, desde hace tiempo, se ofrece a ayuntamientos para hacer limpieza de animales abandonados, superpoblación bla bla bla, sobre todo perros y gatos vagabundos o recién paridos que nadie quiere. El mamón le ha cogido el gusto a la cosa y se los carga de forma rápida y eficaz. Fliparías con sus métodos. A veces me lo cuenta. Dice que con lo que más disfruta es con el bate de beisbol, que esa sensación en el momento del impacto y el crack de un cráneo reventao es difícil de explicar. Ya te digo, parece un osito de peluche, pero es un mamón y este finde tiene viaje de trabajo.

— Mala persona ¡y un mal parit!

Ese día, las risas y los gin-tonics se alargaron hasta la cena. Tomasín con su cantinela. Inma rayada con la suya, y yo a la mía... «Pues una vez, desollando vivo a un gatito se le resbaló y huyó maullando como un demonio, y aún cuenta que lo vio vivo años después», le soltaba. Y así un goteo de muchas más.

Fue un gran día. Más de doce horas estuve cociendo una chufla que hizo de aquel encuentro un día especial. Serían las dos de la madrugada, cuando empezaron las despedidas. Inma se acercó a Tomasín y, para mi sorpresa, estalló. Cogiéndole del cuello le abroncó improperios que me da vergüenza replicar. Tomás, que no entendía nada, sonreía. Inma, encendida, le propinó un rodillazo en los cojones que le provocó aturdimiento y un hematoma testicular. Tensión en el grupo, y taxi al hospital. 

Inma aún me mira con mala leche y se ofusca cuando recordamos el tema. Por supuesto, reímos. Ellos no se han vuelto a encontrar. Tomasín es mi amigo y un trozo de pan. 

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