CASTELLÓ EXPLOTA EN FIESTAS

Un Pregó exultante de emociones abre la Magdalena del reencuentro

La primera cabalgata anunciadora de la década, tras el largo paréntesis de 2020, 2021 y 2022, se convierte en una muestra de ilusión colectiva con los sentimientos a flor de piel entre multitudes, apenas ensombrecida por las críticas a su duración, más que habituales.

11/03/2023 - 

CASTELLÓ. La fórmula más magistral del farmacéutico Manuel Segarra Ribes volvió a tomar cuerpo ayer en las calles de Castelló. La primera cabalgata del Pregó de la década fue un estallido de emociones, un descorchar la botella de las esencias que había permanecido esperando este momento desde el anochecer del 23 de marzo de 2019, cuando la voz del turolense José Antonio Lázaro entonó por última vez las estrofas de Bernat Artola. La pandemia, por dos veces, y la amenaza de lluvia, el año pasado, malograron la representación nacida del caletre del boticario más célebre de la ciudad.

Ayer, Castelló se echó a la calle con la ilusión a flor de piel, sin guardarse nada, en el pórtico de una semana tan anhelada como la cosecha que llega después de varios años frustrados por el infortunio. Hay ganas de fiesta y de reencuentro: flota en el aire un espíritu de hermandad dispuesto a espantar cualquier mal augurio y a celebrar como si no hubiera un mañana. Acertado o equivocado, el comentario se escucha por doquier: la ciudad está a reventar, como nunca antes.

Porque nada es eterno, ni siquiera la mala fortuna. Y por eso ayer, a las cuatro de la tarde, el reloj de la historia volvió a activarse y la ciudad se echó a la calle para celebrarlo. Y también los benvinguts i forasters de la canción de Els Llauradors aplaudieron a rabiar cuando, con unos minutos de retraso, el Pregó empezó a recorrer la calle San Roque para adentrarse en Sanahuja y llevar María Agustina al éxtasis. Los gigantescos hijos literarios del labrador Josep Pasqual Tirado, la conlloga de Tombatossals, volvieron a cobrar vida de la mano de la Colla del Rei Barbut. Y entonces fue como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si la Covid-19 hubiera sido solo -ay- la pesadilla de una noche espantosa. Los pasos sobre el asfalto del inolvidable hijo del Tossal Gros y la Penyeta Roja ejercieron un poder taumatúrgico sobre la multitud. Ya no había vuelta atrás. 

Con la espectacularidad y vistosidad acostumbradas, los Moros d’Alqueria hicieron brillar sus alfanjes al son de una marcha mora, a un ritmo pausado, majestuoso como su indumentaria, dando paso a los sensuales movimientos de sus bailarinas. Fue, como de costumbre, uno de los momentos más vistosos de la tarde. En los rostros de los hombres, los colores de la bandera de Ucrania, como un grito de paz. 

Entonces hicieron su aparición los judíos de L’Aljama, que por exigencias del guión hubieron de prescindir de sus ocas, tan admiradas en ocasiones anteriores. A cambio, su participación incluyó la evocación del Arc de la Jueria, ubicada en la calle Mosén Sorell, como ejemplo de la recuperación de la rotulación de las calles habitadas por los judíos en el medievo castellonense. Historia y memoria con el laureado actor Vicent Rodrigo como Adelantat, protagonista en esta escena de la gran representación del Pregó. A esas alturas, los cuatro años de espera empezaban a diluirse ante los ojos de los castellonenses.

Foto: ANTONIO PRADAS

Precedidos por els bisbes del Pregó, asomaron por las calles sus ballestas y su colorida indumentaria los Caballeros Templarios, con la simpar Bárbara Breva llevando la voz cantante como Maestra Templaria y el presidente de la Diputación -y obispo venido a más- José Martí, como Benedicto XIII, el Papa Luna que desde el castillo de Peñíscola coprotagonizó una de las páginas más importantes de la historia de la Iglesia Católica. En los rostros de los cruzados brillaba el recuerdo de su compañero Pascual Navarro Canós, cuyo nombre fue impuesto al Cau Templer el pasado viernes. A la sombra de la carroza del Compromiso de Caspe, la tarde adquirió ribetes históricos. Jaume I se hizo visible a caballo en la piel de Javier Sánchez para presidir la representación de la Germandat dels Cavallers de la Conquesta, en la que brilló con luz propia Carla Sánchez en el papel de Na Violant, flanqueada por las espadas de los caballeros que escribieron muchas páginas históricas en la conquista del siglo XIII.

Las cifras oficiales hablaban de 3.000 figurantes, pero en cada uno de ellos se vislumbraba tanta ilusión que parecían multiplicarse. Por ejemplo, cuando empezó a surcar las calles de la ciudad el gran barco de los piratas berberiscos de la Colla Bacalao, con un risueño José María Arquimbau, eterno director y voz  señera de Radio Nacional de España en Castellón, como Bacalao Maravillao. Los de la calle Luis Vives recordaron el impacto que los berberiscos tenían en nuestras costas, cuando la palabra pirata aún no había adquirido su actual polisemia.

Después, el Pregó hizo patente por qué el sábado de Magdalena es el Día de la Provincia. La grandeza y la servidumbre de la capitalidad volvieron a reflejarse en la presencia de representantes de más de 40 localidades, desde las danzas guerreras de la Todolella a la representación de Sant Antoni de Borriol, pasando por gran número de grupos de baile de todas las comarcas castellonenses, de norte a sur. 

En definitiva, fue una tarde de un gran muestrario preñado de ilusión que entusiasmó al público, que aún con la frustración acumulada de los últimos años en la mente, se mostró más condescendiente que en otras ocasiones con la duración de la cabalgata. La diana de las críticas, una vez más, fue precisamente esa. La llegada del pregonero a la plaza María Agustina pasadas las 20.40 h, se explica por una suma de factores. Uno de ellos, las propias características del Pregó, un gigante difícil de manejar. Otro, una mejorable coordinación, con la evidente ausencia de enlaces que evitaran los excesivos parones, cortes y pausas entre grupos y escenas. Y un tercero, muy relevante: la palmaria falta de educación de muchas personas -de todas las edades- que cruzaban la calle sin apenas preocuparse de si su paso interrumpía o molestaba el normal transcurso de la cabalgata.   

Foto: ANTONIO PRADAS

En cualquier caso, el guión devolvió el protagonismo a la ciudad hacia el final de la tarde. Con el trasfondo musical y de baile de grupos como El Forcat, Escola de Dansa Castelló o Grup Castelló, desfilaron los representantes de entidades como la Federació de Festes de Carrer, así como la representación de les Fogueres de Alicante, hasta llegar a las gaiatas, comenzando por la 1, Brancal de la Ciutat. Un mar de picas floreadas, parejas en grupas y trajes de setí y castellonera abonaron el terreno para la cesta del homenaje floral portada por los presidentes de los 19 sectores gaiateros Finalmente, los clarines de la solemne Marxa de la Ciutat pergeñada por Matilde Salvador anunciaron la ansiada presencia del pregoner, Vicente Sorlí, quien lanzó a los cuatro vientos de la Plana las inmortales y esperadas palabras del poeta. Toda una declaración de intenciones que “convoca al poble sancer a traure l’amor de pena” y que al anochecer de ayer adquiría un tono especial. Tras la carroza de la reina Selene Tarín y su Corte de Honor, cerraba la comitiva la Banda Municipal con el Rotllo i canya, mientras resonaba en el público la gran verdad del Pregó, la promesa renovada después de tanto tiempo de espera: “no volem límits estrets”. Y ahora, menos que nunca. Hoy es domingo de Romeria de les Canyes. ¿Se puede pedir más?

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