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EN EL INTERIOR DE LAS COSAS / OPINIÓN

Viajar en autobús para combatir la soledad

29/01/2024 - 

Mayores combaten la soledad viajando en autobús por toda la ciudad. Una asociación quiere que el derecho a la compañía afectiva se reconozca como Derecho Universal por Naciones Unidas. Es el titular de un magnífico reportaje del programa A Vivir de la cadena SER, del pasado sábado. La soledad en este país está habitada, mayoritariamente por mujeres. Ayer hablaba con una amiga a primera hora, nuestras voces eran roncas. Muy roncas, llevábamos  desde el sábado, o desde el viernes, sin hablar con nadie.

Comenzar el fin de semana con las voces de A Vivir se convirtió en una especie de losa en la que residimos demasiadas personas en las ciudades, porque en los grandes centros urbanos la soledad es una carga demasiada pesada. Una mujer de Barcelona explicaba en este programa de la SER que aprendió a combatir la soledad viajando en los autobuses públicos, destacando el privilegio de no ser una persona dependiente. “Tengo hijos, también amigas, aunque muchas se han ido”. “Me gustaría que mis hijos me llamaran o enviaran mensajes cada día, para decirme hola y qué tal me encuentro. Pero no lo hacen. Un día decidí que tenía que hacer algo para socializar, para salir de casa y huir de tanto silencio”.

Ella se subió al primer autobús, una de las líneas urbanas más largas de Barcelona, hasta llegar al mar. La experiencia alimentó ese combate contra la soledad. Cada día elige un tramo urbano del transporte público. Cada día suele entablar conversaciones, emitiendo y compartiendo palabras. Para ella es demasiado importante. Hablar. Huir de los silencios.

Antonio Guccione.

Hay diversas organizaciones y colectivos que operan en todo el país con el objetivo de acompañar a las personas solas. Otra historia es la gravedad de la situación de quienes son dependientes. Un drama y un grave problema que, a pesar de la existencia de servicios y atención social, no llega al cien por ciento de esa población desatendida.

La soledad acaba convirtiéndose en una forma de vida, aunque debe analizarse en profundidad sus motivos. Hay soledad deseada, elegida, y soledad que llega a las vidas sin desearla. No es lo mismo. Vivir en solitario sin esperarlo es un drama social que llena las ciudades, además, con el mantra de ahogar al máximo esa soledad. Y el sistema convierte todo en una especie de sainete, sin saber cómo hay que combatir este tipo de situaciones. Hay demasiada frivolidad empeñada en salvar a personas que, seguramente, no quieren ser rescatadas.

La mayoría de personas que viven solas son mujeres. La mayoría busca desesperadamente alternativas, actividades físicas y emocionales. Las ciudades  albergan a esta población tan activa como silenciosa.

Costus. Enrique Naya y Juan Carrero.

Somos mujeres solas. Somos demasiadas decenas de miles, centenares de miles en este planeta. Mujeres que han sido abandonadas, arrinconadas, madres y abuelas que han heredado los cuidados y la crianza en aquellos países que no las protegen. Demasiadas mujeres trabajando la tierra en demasiados países, en demasiados territorios rurales. Aquí, acá y allá. La vida sigue, la realidad es maldita. La soledad de las mujeres sigue siendo un estigma insoportable.

Hablando de la soledad, a la que las mujeres estamos tan acostumbradas y luchamos por superarla, un buen amigo me ha hablado de una película excepcional. Perfect Days, una cinta que relata magistralmente la rutina de un ser humano, dando igual que sea un hombre o una mujer. Mi amigo AT ha visto esta película en València y me llamó, rápidamente, para comentarme la excelencia de una obra maestra que aborda la soledad.

Dirigida por el alemán Wim Wenders, Perfect Days, ha llenado los cines de Europa y ha provocado colas de espera en todas las ciudades, incluida València. Mi amigo del alma me contó ayer que es una de las mejores películas que abordan la soledad del ser humano, en un estado de felicidad infinita. Además, es una película bellísima.

Jylian Gustin.

La soledad como felicidad es otra de las maneras de vivir a solas. La rutina que se impone a quienes vive a solas se convierte en uno de los iconos de la seguridad personal. La rutina, como en la cinta de Wenders, es la esencia de quienes viven en soledad.

Ayer, que era domingo, mi vecina estaba hecha polvo. No deja de moquear, no deja de estornudar, ni de suspirar. Comimos juntas. Cociné esos huevos turcos que aprendí de la parada de Sonia, en el Mercado Central de Castelló. Una base de pimiento rojo, verde, de cebolla, con su anterior sofrito de ajo, una capa superior de tomate a rodajas,  y esos huevos cocidos y partidos por la mitad. Todo cubierto de una buena capa de queso rallado.

La verdad es que comimos como dos diosas. Las dos vivimos solas. Para nosotras estas comidas son el mejor analgésico contra la soledad.

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