Hoy es 8 de enero

A PROPÓSITO DE… / OPINIÓN

Perdidos

8/01/2025 - 

Dejaron atrás la redonda y tomaron el trayecto que partía de la plaza, viajando bajo cielo raso durante largo rato. La noche se cerraba y no parecían andar por seguro.

—A ese lado —observó el más joven—, ¿no había un bosque de álamos?

— Y allí se levantaba un molino —dijo el de voz más ronca mientras señalaba un débil trazo, como esbozo de un recuerdo que se dibujaba en el aire—. Creo que nos hemos perdido.

—¡Pero si hemos hecho esta ruta mil veces...!

—Yo echo de menos un puente y un campo de naranjos que nos endulzaban la travesía —exclamó el que guardaba silencio.

—Insisto en que vamos descaminados —afirmó el primero, que se irguió en la giba del animal al llamar su atención un bulto en el suelo.

—¡Es una maleta medio podrida! —exclamó el muchacho vestido de paño verde.

La oscuridad se llenaba de fantasmas, pero ellos seguían adelante hasta que, comprendiendo que habían errado el rumbo, se disponían a devolverse cuando el chico gritó:

—¡Majestad, algo se mueve ahí abajo!

Un edificio en ruinas, con los saledizos amputados y la techumbre medio-derruida les salía al paso. Un carretón se empotraba en su fachada izquierda, vencida sobre el empedrado, y listones cruzados tachonaban las aberturas de la casa, asomando por entre sus huecos, como conejitos de madriguera, unas caritas sucias.

—¡Son niños...!

Los camellos doblaron sus patas delanteras reclinando la joroba sobre la tierra. De ellos descendieron unos hombres coronados, con ricas capas y lujosas joyas, que relumbraron a la luz prendida en aquellos ojitos admirados. El sueño se hizo realidad. El cielo se llenó de guiños y la luna dibujó una sonrisa.

  De regreso, seguían confusos y desorientados. Cabalgaban balanceados, en silencio, cruzando miradas de satisfecha complicidad. Aunque no sabían dónde… ¡habían dejado la carga!

Un estorbo hizo tropezar a uno de los animales. El joven, que llevaba sus bridas, levantó el obstáculo del suelo y,  limpiando  con la mano una placa de metal, leyó en voz alta: Camino viejo de Paiporta.

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Foto: KIKE TABERNER

El periodo navideño ha corrido un velo sobre la catástrofe de la DANA. El alborozo y bullicio, propios de estas fiestas, han silenciado el quejido de los valencianos, que siguen, después de dos meses del desastre, echándose a la calle. 

El pasado 29 de diciembre, ávidas de responsabilidades políticas, decenas de miles de personas se manifestaban en Valencia por la falta de respuesta tras la gota fría, que golpeó buena parte de la provincia el 29 de octubre. A lo largo del itinerario, en el corazón de la capital del Turia, quedó patente la indignación y la rabia por la desastrosa gestión de la catástrofe. A la cólera por los devastadores acontecimientos vividos, se suma ahora la preocupación por la reconstrucción y la administración de las ayudas prometidas.

Tras la declaración de Valencia como zona catastrófica, han sido aprobados importantes paquetes de medidas de protección y subvencionesDesde la "solicitud" de las mismas hasta su "resolución", se abren una serie de fases en que se concreta el Procedimiento Administrativo, que pueden derivar en un viacrucis cuando los interesados son sobrevivientes de un naufragio, cuyos restos aun están poniendo a secar: instancias en papel o electrónicas ("con Certificado o con Clave" y las presumibles incidencias o problemas técnicos de los portales "en línea"); en cualquier caso, cumplimentación de formularios largos y complejos; presentación de credenciales, tarjetas de identidad, pasaportes, títulos de propiedad, o informes técnicos y fotos para valoración de daños… Documentación, probablemente, imposible de aportar, porque se la llevó el agua o se pudrió bajo el barro. El vendaval arrebató todo a los perjudicados, dejándoles solo la memoria para recordar cómo sus vidas se precipitaban en la corriente. Por no hablar de la exigencia de audiencias y otras formalidades… ¡Será por trámites!

Ahogados por el torbellino de la tormenta, no pueden verse ahora asfixiados por la complejidad del “papeleo", como si sacasen un pie del barro y lo metiesen en el laberinto de la burocracia. Perdidos en un camino que los lleve a abandonar o los devuelva a la casilla de salida… Por aquello de que ¡las cosas de palacio van despacio! y a la postre ¡siempre queda el recurso administrativo!

"La praxis administrativa tradicional no se ajusta a las exigencias de la calamidad"

La praxis administrativa tradicional no se ajusta a las exigencias de la calamidad. Se necesita que los procesos administrativos se adapten a la magnitud de ésta, estableciendo un procedimiento simplificado de emergencia que prescinda de trámites complicados: declaraciones juradas, testigos o testimonios de terceros en sustitución documental de identidad, acreditación de propiedad, posesión o dominio, y otras situaciones jurídicas; autodeclaración de daños, con valoración técnica in situ por agentes de la Administración, sin más requerimientos; así como abreviación de otras diligencias…

Se hacen también imprescindibles el llamamiento y difusión de la información, conducentes a un correcto asesoramiento, que impidan pérdidas de beneficios por superación de plazos y tiempos limitados. Instrumentos todos esenciales para desplegar la eficacia que la legalidad exige a la Administración en su funcionamiento,  y para que los protagonistas de este infortunio alcancen, por fin, a ver "una ramita de olivo" en la superficie del lodazal.

La forma en que los gobiernos gestionan las crisis y su capacidad de respuesta son cruciales en la recuperación de éstas. La lentitud y trabas burocráticas pueden prolongar la angustia de los damnificados por el siniestro, añadiendo tensión al sufrimiento y victimizándoles nuevamente.

En la DANA de 2024, la actuación del Ejecutivo no cumplió las expectativas de protección y salvaguarda de los intereses de la ciudadanía. Los fracasos de los gobernantes hacen perder la confianza y tambalear la solidez de las Instituciones. Dejando a los ciudadanos perdidos en el limbo de la inseguridad y el caos.

Por tercera vez, desde aquel evento devastador, los habitantes de la Comunidad Valenciana se han manifestado, exigiendo reparación material y moral. Nos encontramos ante una circunstancia excepcional que requiere una respuesta a la altura: flexibilidad normativa y rapidez en las medidas que eliminen los obstáculos y las barreras. ¡Es el momento de que los empleados públicos lideren y acometan este reto!

Seguiremos mirando hacia Valencia.

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