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cumplen 35 años 

23 Arts, la empresa que (sobre)vive tejiendo el arte de calle entre Cataluña y Castellón 

8/01/2019 - 

CASTELLÓN. Hace 35 años desde que una pequeña empresa se alzó en Cataluña con el deseo de dedicarse plenamente a la producción y distribución de espectáculos de calle: teatro, circo, títeres... No importaba, querían explotar las posibilidades más urbanas y profesionales del género, en parte, contagiados por ese espíritu francés que se transmite desde la frontera. A ello querían sumar incluso la creación /o asesoramiento/ de festivales que empoderasen el sector. Todo en una red que denominaron como 23 Arts y a la que tiempo más tarde se sumó Domingo Martínez. Desde Vila-real, el que fuera en su momento técnico de cultura y director del FIT Carrer, aportó al proyecto su rama más valenciana. Y así, tras tres décadas, la naturaleza de la misma iniciativa respira entre Castellón y Cataluña. De hecho, el equipo formado también por Jordi Fàbregas, Roser Vila y Ángels Serra, opera desde ambas autonomías, llevando espectáculos hasta Costa Rica, Ecuador, Francia, Rumanía o Corea y distribuyendo en exclusiva para alrededor de 25 compañías. 

Obviando los tiempos prósperos antes de la crisis, muchos se preguntarán cómo osa alguien tener tanto atrevimiento como para crear una empresa cultural dedicada, exclusivamente, a las artes de la calle. La respuesta, tal y como señala Martínez, la hallamos en la misma Cataluña, una comunidad "con un gran potencial en este arte", no solo por su proximidad a las grandes escuelas y compañías francesas, sino también por su "potente plan estratégico", parecido al europeo. En efecto, bajo el criterio del vila-realense, poseen la "mayor cobertura y proyección" de todo el país. "El Institut Ramón Llull es un gran soporte para las compañías catalanas y por su parte, la Generalitat tiene mucha sensibilidad con ellas. Por ello, su programa está subvencionado por la conselleria de Cultura, un hecho que les permite adquirir una red de festivales especializada en diferentes vertientes", sostiene. 

El circo que salió de las carpas para empoderarse

Antes de entrar en detalles sobre la receta que hay tras 23 Arts, hay que resetear y conocer varios ingredientes básicos que acompañan a la empresa de ciudad en ciudad. Ni el circo de calle tiene nada que ver con el circo de las carpas, ni el teatro de calle con el de las salas (o el tradicional). "Hace años que el circo salió de su estructura piramidal. Todo explotó en los 70 en Francia y desde entonces, los artistas han reinventado este arte", explica el productor. Tampoco por su parte, las representaciones que transportan hasta salas tienen nada que ver con lo que se suele esperar de estos espacios, y es que sus propuestas suelen ir acompañadas, por ejemplo, de títeres.  

Así mismo, según Martínez, este cambio de mentalidad deberían hacérselo más bien los programadores, quienes "creen saber qué quiere ver un espectador, mientras la gente pide ver cosas diferentes". Muestra de ello sería, citado por el mismo, el Festival Internacional d'Arts Escèniques sense text (MUT) de Castelló. "Lo que más funciona es el circo de calle por su espectacularidad, pero los técnicos de cultura han de tener más coraje para traer cosas diferentes y no decidir previamente qué es lo que el público no va a entender". 

Mucha producción...pese a las trabas de la institución

Adherirse a nuevas compañías (A), ver continuamente espectáculos (B) y hablar con clientes para que compren la suma de A + B, es el día a día de la empresa artística. Sin olvidar, a todo ello, la búsqueda de partners que ayuden a suplir la parte de producción. "En Francia a los distribuidores se les conoce como difusores, porque lo bueno de nuestro trabajo es que pasamos el tiempo explicando cómo va a ser una obra mucho antes de que esté terminada, ya sea a través de pequeños teaser o de los work in progress. De hecho la representación de Nuc, Aigua ha terminado el año con más de veinte exhibiciones cuando la lanzamos en mayo. Esto se debe a que cuando la producción aún no estaba terminado ya había gente interesada en ella", explica Martínez.

No obstante, no hace más de un año que el proyecto ha vuelto a impulsar nuevas producciones. Los malos tiempos de la crisis y la desaparición de muchas concejalías de Cultura en Ayuntamientos, les hizo descartar esta vía en su trabajo, centrándose en el asesoramiento o la dirección artística de festivales y obras ajenas. En la actualidad, todavía desempeñan ambas funciones; por un lado Domingo Martínez se encuentra trabajando con una compañía italiana que reside en Cataluña y la cual le ha perdido que les haga la producción de su espectáculo. También, el 2019 les ha dejado pendientes el trabajo con dos clientes que demandan súper producciones para septiembre y Navidades. O incluso, se ha cerrado ya el show de una cia francesa que actuará en la próxima edición de Sagunt a Escena y en el Festival de San Javier de Murcia. 

Otra barrera a vencer es la de su cooperación con las instituciones públicas valencianas: "La producción junto al Institut Valencià de Cultura (IVC) para Aigua fue muy complicada y el funcionamiento interno del ente fue muy embarazoso. Por decirlo de algún modo, me gustaría que se fiscalizara igual a los políticos para conocer cómo emplean su dinero, que de la misma manera que se hace a una compañía por la cantidad de justificantes que ha de presentar sobre la totalidad del dinero gastado. Aun así, depende de administraciones...Con el Institut Balear fue mucho más fácil", explica Martínez

Lo que echa de menos 23 Arts en Castellón

Bajo el punto de vista de Domingo Martínez, estos son los puentes que todavía hay entre ambas autonomías:

Un plan estratégico. Si al principio del texto citábamos a Cataluña por su potente estrategia para incentivar el arte de calle, esta parece caerse por completo en la provincia de Castellón, casi del mismo como que en toda la Comunitat Valenciana. "No hay ningún plan que las contemple como un elemento potenciador de la cultura. Hay miles de festivales, pero muchos de ellos están integrados en las fiestas patronales y de ahí, en parte, el problema. La cultura ha de estar al margen de la fiesta. Siguen habiendo poblaciones que gastan dinero en la contratación de espectáculos de calle integrados en las fiestas patronales. Pero, lo correcto sería sacarlas de esas fechas y crear otras citas específicas para el público. Muchos políticos creen que al hacerlo, la gente no irá. Volvemos a subestimar al público. Hay que darle espacio y tiempo a este tipo de eventos", indica el vila-realense. 

Falta de formación. "Solo se apuesta por la exhibición, mientras que en una zona como la nuestra no hay ninguna escuela de artes de calle reglada. Sería interesante además que los pueblos que hacen programación de calle considerable apostaran por la producción o la ayuda a la producción, depositando una cantidad de dinero anualmente para este fin, y recibiendo así propuestas de la Comunitat que puedan ver la luz. En el FIT Carrer sí hace esta táctica desde hace años, de hecho ha hecho hasta producciones completas. Aun así, insisto en que lo primordial es la formación y, evidentemente, tener un ojo; un posible observatorio dentro de la escuela. Desde la Generalitat se ha hecho un cambio, es evidente. Especialmente en la parte teatral, pero hace falta más músculo", concluye. 

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