VALÈNCIA. Uno de los asuntos que ha marcado la agenda política valenciana en las últimas semanas es la posible prórroga de los presupuestos. El 31 de octubre termina el plazo para la presentación de las cuentas del próximo ejercicio y, tal y como informó Castellón Plaza, desde el Gobierno valenciano se estudia la posibilidad de renunciar a elaborar unas nuevas cuentas ante la situación de interinidad estatal, con las elecciones generales del 10 de noviembre a la vista.
Esta tesis ha sido alimentada por el mismo conseller de Hacienda, el socialista Vicent Soler, y es vista con buenos ojos por tanto por el PSPV como por Compromís, su principal socio en el Consell. El titular del área, explicaba días atrás a preguntas de este diario el "riesgo" que, a su juicio, comportaba la elaboración de unas cuentas sin datos como el techo de gasto que debe ser facilitado por el Gobierno central. "Te puedes equivocar muchísimo", comentó el conseller.
No obstante, el presidente de la Generalitat parece partidario de asumir personalmente esa complicada tarea, con el hipotético riesgo que implica, tal y como dejó entrever este mismo lunes en declaraciones a los medios. "Haré todo el esfuerzo para que haya presupuestos autonómicos en 2020", afirmó Ximo Puig.
Sus palabras parecen algo más que un brindis al sol dado que al presidente se le atribuye el poder suficiente para imponer su criterio en este caso, aunque no a cualquier precio: necesita que sus socios asuman que las cuentas no podrán ser expansivas como las anteriores, donde el ascenso del gasto fue de nada menos que el 9,9%.
De hecho, el equipo de Vicent Soler, con la directora general de Presupuestos al frente, se encuentra trabajando ya sobre las propuestas que han enviado las doce consellerias que integran el Govern del Botànic. Dado el escaso margen que existe para presentar unas cuentas al alza, la tarea se centrará básicamente en reordenar los gastos actuales.
¿Por qué este giro de Puig para tratar de pisar el acelerador para la aprobación de las cuentas de 2020? Dirigentes del partido y altos cargos señalan principalmente a cinco razones para justificar esta posibilidad.
Durante la pasada legislatura, uno de los principales argumentos de Puig cuando defendía la consistencia y estabilidad del Botànic era, precisamente, que había aprobado todos los presupuestos, más allá de alguna tensión en Les Corts, con relativa solvencia.
Enfrentarse a una prórroga en las primeras cuentas de la legislatura quebraría esa imagen de solidez que el presidente ha tratado de preservar y reivindicar en los últimos años. Algo especialmente importante en un gobierno de coalición -PSPV, Compromís y Unides Podem- que a buen seguro sería utilizado por la oposición en los siguientes meses.
El entorno del presidente considera, en relación con la idea anterior, que sería muy negativo iniciar la legislatura gobernando a golpe de decreto y modificaciones de crédito. A ello hay que unir la existencia de dos nuevas consellerias como la de Vivienda, en manos de Podem, e Innovación y Universidades, controlada por los socialistas.
La entrada de la confluencia entre Podem y EUPV como tercer socio del Consell ha ido acompañada de un significativo aumento de la estructura institucional. Entre altos cargos y asesores, el andamio de la Generalitat ha crecido nada menos que 47%, pero los recursos a repartir prácticamente son los mismos.
Además, para poder encajar el mestizaje entre los tres socios, se han creado nuevos departamentos y se han desdoblado algunos preexistentes. Sus titulares querrán gestionar el máximo de recursos posibles, porque sin presupuesto difícilmente podrían justificar su razón de ser.
Uno de los problemas por los que se ha estudiado prorrogar las cuentas es por la alta probabilidad de presentar unos presupuestos mucho más sobrios que en el ejercicio anterior, circunstancia que no convence a algunos altos cargos socialistas y a la propia vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra.
Ahora bien, fuentes próximas al presidente consideran que puede esgrimirse un argumento realista para apostar por la prudencia en la elaboración de las cuentas, sobre todo cuando el sobre el actual presupuesto expansivo se han tenido que aplicar retenciones de gasto por requerimiento del Gobierno para evitar acabar el ejercicio con el déficit desbocado.
La ralentización económica que se atisba en España y en Europa aconsejan prudencia. De hecho, este mismo martes, el Gobierno centra ha remitido a la Comisión Europea el Plan Presupuestario 2020 con una rebaja de sus previsiones de crecimiento del PIB para este año y el próximo, que estima en el 2,1% y el 1,8%, respectivamente.
Otro factor importante para Puig y los suyos es que el resto de autonomías sí planean presentar sus presupuestos en tiempo y forma, a pesar de padecer la misma falta de información precisa por parte del Gobierno central en la que se escuda el onseller Soler para preparar las cuentas de 2020.
A día de hoy, solo la Comunidad de Madrid, ha manifestado su intención de prorrogarlos: un mal precedente cuando, además, es una autonomía gobernada por PP y Ciudadanos.
De hecho, el pasado viernes, el Consejo de Ministros aprobó la estimación provisional de la liquidación del sistema de financiación de 2018. Esa liquidación refleja la diferencia entre las entregas a cuenta que el Estado realiza a las comunidades y el importe definitivo que les corresponde cuando, dos años después, se liquida con los datos definitivos de la recaudación tributaria
Y la Comunitat va a ser una de las comunidades que más recursos adicionales recibirá del Estado, dado que las entregas a cuenta se quedaron cortas a la vista de la buena evolución que registra la recaudación por IRPF e IVA.
Se estima que la Comunitat ingresará en 2020 más de 1.849 millones de euros por la liquidación definitiva de 2018, 635 millones más de los que recibió en 2017. Con este dato, el conseller Vicent Soler ya ha despejado una de las principales incógnitas que le podrían obligar a prorrogar las cuentas.
Así pues, una serie de motivos que invitan a Puig a replantearse la primera opción que era la prórroga. De hecho, fuentes del entorno del presidente aseguran que la intención es de "sacar adelante" las cuentas de 2020 aunque, para ello, deben dialogar con sus socios del Botànic II.
En este punto, la clave radica en la asunción de que las cuentas que deben aprobarse no pueden ser expansivas en la línea llevada el pasado año. Es por ello que Puig también se muestra prudente a la hora de garantizar que saldrán adelante, dado que pretende que exista una negociación previa para que desde Compromís y Unides Podem no presenten exigencias inasumibles para la elaboración de las cuentas que pongan contra las cuerdas a Soler, y por extensión, al propio Puig, especialmente si se ha comprometido no prorrogarlas.