Domingo, 1 de marzo, Ourense. Campeonato de España de atletismo en pista cubierta. Esa misma mañana consigo batir mi marca personal, récord de España y marca mínima para acudir a lo que serían mis segundos Juegos Olímpicos, en Tokio. 17,18m que me hacen subir al cielo por momentos. La semana siguiente, todo transcurre con aparente normalidad y en mi mente todavía revivo a diario ese salto y las sensaciones, tan importantes estas para los deportistas. Pienso qué cosas puedo mejorar de cara a un verano cuya guinda perfecta será Tokio 2020. Siento que estoy en el mejor momento de mi carrera y con una confianza y seguridad que me hacen presagiar que estaré ante la mejor temporada de mi vida, con mucha diferencia.
Hasta el domingo 8 de marzo todo transcurre con una aparente normalidad, como he dicho anteriormente, pero es el lunes 9 cuando todo comienza a tambalearse. Colegios cancelados, cierre de instalaciones, etc. Desde el lunes 9 hasta el miércoles 11, siento que estoy más 'pegado' que nunca al móvil y a las noticias que puedan ir llegando desde distintos ámbitos. El miércoles por la tarde hago mi maleta y me vuelvo a Castellón, ya que el jueves se cierra totalmente el CAR de Madrid. El viernes nos encontramos con la noticia de que a partir del lunes comenzaremos un estado de Alarma para frenar el Covid, o como se puede leer en internet y lo define mejor, en mi opinión, 'el bicho'.
Ante la situación que nos va a tocar vivir durante un tiempo (quién diría ahora que serían dos largos meses…) y las noticias que llegan por parte del COI, que los JJOO se van a realizar sí o sí en las fechas previstas, me pongo a buscar material como un loco por internet para así poder hacer gimnasio y mantenerme lo mejor posible durante el tiempo que dure.
Una vez llega todo, empiezo a entrenar muy motivado ya que todos los objetivos seguían en pie y en mi cabeza, los maravillosos recuerdos del 1 de marzo.
A partir de este momento, llegan las “consecuencias” (deportivamente hablando) de la pandemia en forma de cancelaciones. Los JJOO se posponen a julio de 2021, semanas más tarde nos llega la noticia de que se cancela el Europeo de atletismo que se iba a celebrar a final de agosto en París. Tras esto, hay que aceptar que no tendremos competiciones de ningún tipo en el verano de 2020. La cancelación del Europeo hace que todo el calendario nacional se caiga, o al menos, esa es mi visión.
La motivación de ese domingo mágico y que mantuve durante cierto tiempo, se desvanecen en gran medida y toca aceptar que el verano no es como había soñado tantas veces. Seguiré entrenando en busca de seguir mejorando como deportista de cara a un 2021, en el que lucharé por ser mejor atleta que en 2020 y en el que, sin poder imaginarlo, el gran salto de Ourense fue mi último salto oficial de 2020. Pensándolo bien, fue un buen broche.
Y fuera del deporte… ¿Qué me ha ocurrido todo este tiempo? Personalmente, el confinamiento me ha traído muchas cosas positivas. Pasar mucho tiempo en casa (llevaba casi 4 años viviendo en Madrid) con mi familia, leer libros, sacar adelante mi TFG para finalizar la carrera de Criminología y Seguridad. Pero por encima de todo, destaco mi aprendizaje en la cocina. Como buen valenciano, he aprendido a cocinar nuestros platos más icónicos: paella valenciana, arroz del senyoret, fideuá, etc. Por esta parte, creo que el confinamiento me ha hecho mejor ciudadano… valenciano.
Pd: Desde aquí, toda mi admiración y respeto para todas las personas que habéis trabajado y seguís haciéndolo por que todo salga adelante en nuestro país. Un aplauso enorme y abrazos afectuosos… y virtuales. Gracias.
Pablo Torrijos
