y dignificar las plantillas de Servicios Sociales

El Colegio de Trabajo Social de Castelló urge transitar hacia un modelo de microrresidencias

11/06/2020 - 

CASTELLÓ. El Col·legi de Treball Social de Castelló afirma que el impacto dramático que la pandemia del covid-19 ha tenido en las residencias de personas mayores en España, visible también en la provincia –con más de 110 fallecidos- pone de manifiesto más que nunca la necesidad de reformular el actual sistema residencial. Un sistema “fuertemente privatizado y salpicado de carencias, como la falta crónica de plazas, que lo convierten en un recurso más propio de la década de los 50 que del siglo XXI”, indican desde el COTS Castelló. 

En este sentido, señalan que urge una transición hacia un modelo de microrresidencias y apostar por la reconversión laboral de las plantillas de servicios sociales que trabajan en los centros, “con empleos muchas veces precarios y bajo convenios tremendamente injustos”. Para ello se requiere de una planificación detallada y de una “revolución presupuestaria para la que no hay excusas, porque la actual crisis sociosanitaria nos ha puesto ante el espejo una realidad y no nos gusta lo que hemos visto. Hay que dar soluciones”, indica el presidente del COTS Castelló, Jaume Agost

El formato de microrresidencias, con menos usuarios y personal más estable, permitiría una cobertura individualizada de las necesidades sociales, de salud y culturales de las y los residentes, integrar la participación de las familias en la atención a las personas mayores y que éstas tuvieran acceso a los recursos comunitarios al estar los centros más próximos al municipio. Sería también un freno a la despoblación y el desarraigo: “Si en lugar de tener una residencia en un pueblo (o barrio), con 100 plazas, tenemos cinco residencias en cinco pueblos de 20 plazas, a buen seguro gran parte de la población seguirá viviendo en su entorno”, inciden desde el COTS Castelló. Asimismo, abogan por una cultura del cuidado en el entorno habitual “que, no olvidemos, es la casa, acompañado de toda una red de recursos públicos de proximidad que la faciliten”. 

A juicio de las y los profesionales del Trabajo Social, “no tenemos que caer en la tentación de medicalizar las residencias, porque son espacios de convivencia, no sanitarios, de ahí que deba promoverse en ellas un sistema lo más parecido al familiar, aunque sí hay que establecer una buena coordinación con hospitales y centros de salud, que por cierto carecen de especialistas en geriatría”. “Cuando salgamos de la crisis de la Covid-19, no volvamos al modelo institucional hospitalario en las residencias, que sería dar un paso atrás”, matizan. 

Por último, desde el sector reclaman “huir de la homogeneización” y abogar por una diversificación y flexibilización de servicios. “Tenemos que pensar en las personas, atender sus demandas y necesidades, escucharlas, garantizar la intimidad, personalizar el cuidado y alimentar una vida con sentido, de esto trata el modelo del cuidado centrado en la persona, clave para un cambio en nuestro sistema de atención a la dependencia, que también incluye a las residencias”. 

“La diversidad y evolución de las necesidades de las personas también nos tiene que mostrar que los recursos más adecuados no son siempre los mismos: un Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD, transformándolo con más recursos y funciones), un centro de día, un ingreso residencial o una vivienda compartida, entre otros, tendrían que ser más accesibles y de uso más inmediato por toda la población. Organizar nuevos servicios, más flexibles y humanos, es un reto a conseguir”, concluyen.

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