VALÈNCIA. El cierre del ocio nocturno no son únicamente discotecas y pubs hasta altas horas de la mañana, sino también las salas de música en directo y los conciertos al aire libre. Las nuevas restricciones anunciadas por el Ministerio de Sanidad, que se sumaron a las que el día anterior anunció la Generalitat para la localidad València afecta de lleno al sector musical, que ha pasado de la gloria de los macrofestivales y la complicidad de los ayuntamientos a la absoluta normalidad. A pesar de campañas como "La Cultura es segura" y la petición al Ministerio de Cultura de ir más allá de anuncios de ayudas, la realidad es que ahora es más difícil que nunca organizar un bolo y que este no produzca pérdidas.
Durante los próximos 14 días, en la ciudad de València el aforo de las actividades culturales pasará del 75% al 60%. Si bien parece no ser significativo, esto podría suponer incluso tener que devolver entradas a gente que las comprado en caso de que un concierto se diseñara con el aforo anterior y haya vendido todas las entradas. Desde La Marina de València, que acogen los tres únicos ciclos de conciertos que se desarrollan a estas alturas del año, no sabían muy bien cómo interpretar esta reducción: "¿es el 60% de las 800 personas que se nos permitía antes? ¿o ampliando el espacio para que se respete la distancia de seguridad de metro y medio ya sería suficiente?". Los conciertos de anoche, cuando la norma no se había hecho efectiva, se desarollaron como hasta ahora, pero este diario solo ha podido saber "que se está trabajando en adaptar el ciclo" a esta nueva norma. Tanto sábado como domingo hay previstos conciertos en La Marina.
Por otra parte, las salas de concierto, que abrieron en la Fase 3, presentando una programación con muchos grupos locales y casi de supervivencia. "No podremos sobrevivir mucho tiempo así porque con un tercio del aforo, los gastos fijos y de personal son los mismos. Este es un primer paso, en el que tanto los grupos como nosotros nos hemos apretado el cinturón. Todos hacemos por sobrevivir y nada más", dijo Lorenzo Melero, responsable de Loco Club, hace unas semanas en Culturplaza. Si este mes ha sido de supervivencia, hoy les sería imposible abrir, aunque ha coincidido la puesta en marcha de la nueva norma justo en el cierre por vacaciones de las salas.
También esta semana, este diario se hizo eco de la cancelación de dos conciertos del ciclo Cabaret Live en la Sala Canal. "Es mitad de agosto y la campaña contra el ocio nocturno nos han hecho tomar la decisión", confesaban la empresa promotora. El sector de la música en directo acusa así un triple problema: el inclusión de sus actividades bajo el paraguas (y, por tanto, la diana) del hoy denostadísimo ocio nocturno, el rechazo del público a ir a actividades culturales que no sean al aire libre, y la necesidad de mantener un tejido laboral y empresarial extremadamente frágil, que no solo implica promotoras y gestores, sino también técnicos de sala y los propios grupos.
Al mundo de la música ahora solo le queda esperar que, cuando bajen las temperaturas, esta situación tome la dirección opuesta a la actual y que el propio contexto sanitario ponga el freno a las restricciones adicionales al sector.