VALÈNCIA. Cuando irrumpió con fulgor folk -esto es, fulgor relativo- entre las novedades discográficas con su primer disco en 2007 nadie pensó que Elvis Perkins iba a prodigarse con semejante guadianía. El hijo de Anthony Perkins y Berry Berenson se ha revelado como un verso libre imposible de diagnosticar o prever; una suerte de Guadiana de Manhattan que aparece y desaparece a su antojo sin tener en cuenta los tiempos de la industria. Ash Wednesday -del que no hace demasiado celebró su décimo aniversario con una serie de conciertos- le convirtió en la enésima promesa folk de la escena independiente. Hoy,especialmente en el estercolero documental que es Internet, todavía quedan muchas de esas referencias que lo comparaban con Bob Dylan sin ningún tipo de rubor. “A veces, aún se puede ver parte de ese lenguaje reciclado en varios artículos recientes, pero no me siento de una manera u otra al respecto”, explica el cantante.
Sin embargo, después de publicar la continuación de aquel primer disco -Elvis Perkins In Dearland (2009)-, el hijísimo desapareció. No fue hasta 2015 cuando regresó a la actualidad mediática merced a la publicación de un excéntrico tercer disco. I Aubade, de inspiración bohemia y europea -más aún-, era tan irregular como la trayectoria de Perkins. Apenas dos años más tarde, el cantante y compositor imprimió algo de rutina a su producción, publicando la banda sonora que había compuesto para la primera película de su hermano, Oz Perkins (The Blackcoat’s Daughter). “Simplemente lo haces reuniendo la experiencia y el ingenio que tengas, y esperas no fracasar miserablemente”, reconoce Perkins.
Como parte de su gira española -ibérica, más bien, pues también pasará por Portugal-, Elvis Perkins actuará el 21 de noviembre en 16 Toneladas junto a Vera Sola en el ciclo Popular Songs de Tranquilo Música.
-Cinco fechas consecutivas entre España y Portugal ... ¿Cómo lidias con esta mini-gira lejos de los Estados Unidos?
-Siempre nos lo pasamos muy bien viajando por España y me encantó estar en Portugal por primera vez a principios de este año. Estuvimos en el paradisíaco Algarve y la verdad es que tengo muchas ganas de tocar en Lisboa otra vez. Tenemos la suerte de viajar con el propio Carlos Hernández de Murcia de Cosmic Productions, y con él todo es mucho más fácil y divertido.
-Siempre he tenido la sensación de que Europa te viene como anillo al dedo…
-Es que, ¿qué no te puede encantar de Europa? También es que, cuando era más joven, viajaba mucho; en generaciones no muy lejanas tengo antepasados criados en Europa y también nacidos allí, por lo que me resulta muy familiar.
-No es tu primera vez en España, después de tocar en el Primavera Sound en 2007 y en la última edición del Vida. ¿Cómo es tu relación con España?
-Sí, la primera vez que toqué en España fue en el Primavera, cuando la aerolínea extravió todos los instrumentos de Dearland en el vuelo desde París. El público fue muy generoso mientras tratábamos de sacar adelante el set tocando los instrumentos que había por ahí; incluso alguien del público me lanzó una armónica que necesitaba para una canción en particular.
Estuve en Vida este año, lo cual fue genial, y después en Ribera Sacra en Galicia. Tocamos en un escenario en lo alto de las montañas con una vista exageradamente bonita sobre el río. Me encantan todos los lugares donde he estado en España y siempre me emociona mucho poder volver.
-Más de 10 años desde el lanzamiento del Ash Wednesday. ¿Cuál es tu relación con el disco ahora mismo?
-Hice tres conciertos el año pasado para conmemorarlo; reuní a la mayor cantidad de músicos originales que se pude encontrar, y tocamos la canciones en el orden del disco, en secuencia. Un amigo me felicitó simplemente por la proeza de ser capaz de tolerar volver a tocar las canciones del disco después de tanto tiempo. Así que me siento bien al saber que puedo hacerlo sin prisas, con paciencia; por mi parte y por la de los demás músicos. El productor en aquel momento, Ethan Gold -que también tocó en esos conciertos-, hizo un trabajo tremendo consiguiendo que el disco sea lo que es hoy. Y realmente a día de hoy no tengo ningún problema con ninguna de las canciones.
-Cuando empezaste en 2007 todo el mundo te comparaba con Bob Dylan. ¿Han dejado de hacerlo? ¿Cómo te sientes al respecto?
-A veces, aún se puede ver parte de ese lenguaje reciclado en varios artículos recientes, pero no me siento de una manera u otra al respecto. Todos los que escriben, incluido yo, deben escribir algo, y supongo que es algo bastante fácil de escribir. Eso casi suena como algo que diría Bob Dylan. Me encanta su música y, si uno tiene que compararse con los demás -como aparentemente y de manera comprensible siempre ha de ser, cualquiera que sea la profesión o el diálogo interno que toque-, lo elegiría a él por delante de muchos otros.
-Musical y personalmente, ¿qué ha cambiado en Elvis Perkins desde Ash Wednesday?
-Siento que mi voz ha cambiado mucho y que tengo más idea de cómo cantar desde entonces. A veces me parezco bastante inestable y desafinado en el sonido de ese disco. De hecho, he estado reconectando con algunos de mis impulsos -y canciones- de la época anterior a Ash Wednesday, así que siento que estoy evolucionando e involucionando simultáneamente.
-Pasó mucho tiempo entre el Ash Wednesday, tu segundo disco y I Aubade. Siempre me pregunto qué pasó en esos 7 u 8 años. ¿Puedes revelar algo?
-Bueno, el disco de Dearland y el EP se grabaron -y se tocaron- durante esos años. Y luego armé un estudio casero en Nueva York y comencé a hacer I Aubade. Al principio imaginé que se haría muy rápido, pero luego experimenté y dejé que las cosas marinaran mucho tiempo antes de terminarlos, revolucionarlos o volver a empezar otra vez. No tuve ningún productor, sello o agencia durante ese proceso, así que pude tomarme mi tiempo y descubrir qué estaba haciendo y, en última instancia, que quería escuchar.
-Entre I Aubade y tu siguiente referencia no hubo un gran salto. ¿Piensas publicar más regularmente?
-El plan siempre es ese, y la intención de publicar más regularmente y con mayor libertad siempre están ahí. Posiblemente tiendo a que me guste tomarme demasiado tiempo para discernir si una cosa vale la pena o no, y eso influye en si terminará sonando en los hogares, los coches y las cabezas de extraños y seres queridos. Pero a veces, al dejar que las cosas se asienten por un tiempo, aparece algo así como crecimientos naturales, como la aparición de hongos o musgos sónicos que pueden hacer que las cosas vivan de formas nuevas e inesperadas.
-Ese disco fue una banda sonora para la primera película de tu hermano Oz. ¿Cómo surgió la colaboración?
-Supongo que comenzó hace décadas, cuando éramos niños y hacíamos dibujos, y construíamos y destruíamos cosas juntos. Mi hermano se encarga de buena parte de la batería en Ash Wednesday. Y cuando su primera película tomó cuerpo, fue la primera idea obvia que me vino a la cabeza: podía hacer la música. En realidad no tenía ninguna experiencia en ese género y me resultó muy difícil crear.
-Era la primera vez que componías una banda sonora, ¿verdad? Al mismo tiempo, era su primer largometraje. ¿Cómo lo gestionasteis?
-Buena pregunta: no estoy del todo seguro. Supongo que de la misma forma en que alguien resuelve algo por primera vez. Simplemente lo haces reuniendo la experiencia y el ingenio que tengas, y esperas no fracasar miserablemente.
-Tus dos primeros discos eran intensos y, en mi opinión, seguían un hilo conceptual muy claro. ¿Te sientes más cómodo dentro de una narración predefinida por otro o generando todo por ti mismo?
-Me resulta más fácil y más rápido hacer cosas para las narrativas de otras personas. Supongo que parte de la responsabilidad de crear cosas para llenar de forma perfecta los silencios y los vacíos se comparte cuando estoy colaborando en un proyecto. No hace mucho escribí canciones para la última obra de teatro de mi viejo amigo Geoff Sobelle, HOME -con la que estaré de gira hasta 2020-, y las escribí muy rápido simplemente porque tenía que hacerlo para cuadrar con su calendario de producción. Las aprecio de una manera muy particular porque están imbuidas de un poco de su energía creativa, la cual aprecio mucho, y porque están sirviendo a un organismo más allá de mí.
-¿Tienes pensado volver pronto con otro disco como Elvis Perkins en Dearland?
-Me gustaría mucho poder hacer eso dentro de poco. El año que viene tenemos los aniversarios del In Dearland LP y del Doomsday, y hemos tanteado la posibilidad de relanzar una nueva versión en vinilo y hacer algunos conciertos. A ver si tenemos suerte y podemos hacer que salga todo.
-En caso de hacerlo, ¿habrá otro giro para evitar acomodarte? Tengo la sensación de que te gusta trabajar fuera de tu zona de confort…
-Es difícil predecir lo que depara el futuro, pero seguro que hay un cambio después del cambio después del cambio. No sé si me gusta lo de estar más allá de mi zona de confort. Quizá puede que simplemente siempre haya estado sintonizado psíquicamente con un sentimiento de ausencia de hogar y de carencia de pasado, por lo que quizás no siempre me encuentro conscientemente en situaciones que resuenen con ese sentimiento.
-¿Todavía escribes poesía (independientemente de las letras de tus canciones)?
-Hace algunos años publiqué un poema por primera vez; estaba en una recopilación de varios songwriters reunidos por la maravillosa organización Yellow Bird Project. Lo escribí para la ocasión, ya que a menudo no pienso de manera diferente las palabras que se convierten en canciones y las que no. Cuando me haya ido y mis parientes futuros o los extraterrestres descubran los libros que conservé desde que era adolescente, tendrán la posibilidad de buscar juntos un fino volumen de "poesía".