VALÈNCIA. La ciudad de València lleva años tratando la obra de Joaquín Sorolla desde distintas perspectivas. Al pensar en su figura, la concepción predominante suele ser la del Sorolla de la playa de València y su vertiente más cercana a las influencias impresionistas. Se trata de una óptica fundamental en su obra, eso es indudable, pero en muchas ocasiones, las influencias impresionistas de muchos artistas absorben todo lo demás, y eso impide apreciar otros periodos de sus trayectorias, que siempre están plagados de distintos matices. Sorolla, si bien recogió buena parte de la tradición valenciana, es mucho más que eso. La playa de la Malvarrosa en cuadros tan famosos como Niños en la playa, el Cabanyal en piezas como La vuelta de la pesca y Sol de la tarde, o el Mercado Central en El grito del Palleter; son obras que definen muy bien su condición de artista, pero que no deben percibirse como la representación total de su arte. De entre todos esos sorollas que se han expuesto en la ciudad de València, ¿hay alguna perspectiva que todavía nos quede por conocer?
Casi todos los años se presenta una nueva muestra sobre la trayectoria del artista. La Fundación Bancaja dedica grandes esfuerzos a recordar la huella del pintor valenciano por antonomasia. La veda se abrió en el año 2007, cuando presentó la muestra Sorolla. Visión de España. Fue justo tras la remodelación del edificio, y se mostraron por primera vez en España los 14 paneles regionales que el artista valeniano pintó para la Hispanic Society of America. A aquella exposición acudieron casi medio millón de personas a lo largo de los cinco meses que estuvo disponible. Su comisario, Felipe Garín, explica a Culturplaza que aquella muestra buscaba “romper con los tópicos del artista, trascendiendo el tema del mar y las barcas”. Trajo desde Nueva York aquellas obras que al artista le resultaban más interesantes “desde el punto de vista plástico”. Revelaba una vertiente artística que recorría ya no València, sino otras regiones como Castilla o Cataluña. “Con aquello redescubrí a un Sorolla moderno, muy despreciado por la vanguardia artística en general”, apunta Garín.
Un recorrido por el tratamiento valenciano de Sorolla
A partir de aquel momento se sucedieron una gran cantidad de exposiciones en València, casi todas de la mano de Fundación Bancaja. En 2013 se presentó Gabinete Sorolla. Una mirada a su obra ¡Triste Herencia!, trayendo consigo a la Fundación la recurrente temática playera del artista. Al año siguiente, en 2014, se presentó Gabinete Sorolla. Al agua. La playa en la pintura valenciana de 1900. En aquella muestra se ponía como eje central el mar y se llevaba a cabo una selección de 35 obras de pintores valencianos producidas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Junto a Sorolla había obras de artistas como Pinazo, Cecilio Pla, José Mongrell, José Navarro, Enrique Martínez Cubells y Ernesto Valls.
En 2015 se rompía en cierta medida con la dinámica valenciana de la obra de Sorolla, con la exposición Sorolla íntimo. Bocetos de visión de España. En ella se reunían un total de 32 bocetos preparatorios para los 14 lienzos que supusieron la Visión de España del pintor. Se mostraba el proceso de trabajo a la hora de componer sus famosos paneles que durante tanto tiempo han decorado la biblioteca de The Hispanic Society of America. Aquellos bocetos eran el trabajo que daría vida a una obra de casi diez años y más de 200 metros de superficie pintada.
En 2017, la Fundación Bancaja trataba un tema también muy conocido a día de hoy sobre el artista: Sorolla. Un jardín para olvidar, y en aquella exposición se ponía el foco en la pasión del artista por los jardines. Allí se hacía hincapié en los elementos anecdóticos de aquella etapa del artista: la influencia de los jardines andaluces en su producción artística y un Sorolla que se presentaba a la vez como pintor y jardinero.
En 2018 se lanzaba Sorolla y la espiritualidad, también en Fundación Bancaja. Aquella muestra permitió la exhibición pública de la obra Yo soy el pan de la vida. Se trata de una aproximación a la temática religiosa en la obra del artista, que se caracterizaba por ser minoritaria en el conjunto de su producción, así como por concentrarse en los años más tempranos de su trayectoria, cuando estaba consolidando su estilo, y un poco antes de desarrollar su estilo luminista. Al año siguiente, en 2019, se presentaba Sorolla y Benlliure. Pinceladas de una amistad, una muestra que traía obras de ambos artistas y recorría su amistad; y que también hacía hincapié en anécdotas de los dos y en su correspondencia mutua.
Por último, a día de hoy disponible en Fundación Bancaja (hasta el 12 de octubre), queda la exposición Sorolla. Cazando impresiones, una muestra que recoge toda la vida del artista, centrándose en las piezas en pequeño formato, así como en las referencias a temáticas valencianas. En la exposición se muestra la verdadera importancia que la producción en dimensiones pequeñas tuvo sobre la trayectoria y el proceso creativo del artista.
Sorolla, un artista enorme
No se puede limitar la trayectoria artística de Sorolla a sus cuadros de niños en la playa, de pescadores o de barcas. Como indica Isabel Justo, doctora en Historia del Arte y Técnica de Museos, la figura de Sorolla es “prolífica”, hasta el punto en que se trata de “un poco sin fondo en cuanto a su pintura se refiere”. Reconoce que “lo que más suele vender de Sorolla -tanto a nivel nacional como internacional- es la luz, el mar y la playa”, pero que la realidad es que “Sorolla ofrece muchísimas ideas y perspectivas de estudio distintas”.
Por otro lado, Justo explica que el problema de dar voz a todas esas vertientes alternativas del artista, “no es un tema que ocurra en València y ya está”. Contrariamente, asegura que ocurre en todos los lugares, pero que ahora es precisamente cuando “se están empezando a hacer relecturas de su obra desde distintos puntos de vista que no se basan en lo clásico, sino en temas como la perspectiva de género o la indumentaria de las personas pintadas”.
Del mismo modo, la doctora en Historia del Arte hace hincapié en que no se debe “definir a Sorolla como un pintor impresionista”. Afirma que, en lugar de eso, el artista “se aprovecha de los hayazgos de los impresionistas”, y que eso produjo que “su composición no fuera clásica, sino fotográfica”.
El historiador y comisario de exposiciones Felipe Garín explica en esta línea que “su visión de España es muy personal” y que “no se puede reducir a lo valenciano”. Y en relación a esto último añade “no es el típico pintor de temas valencianos, sino que Sorolla pintaba, simplemente, lo que le apetecía. Es mucho más complejo de lo que muchas personas se piensan”.
Garín explica que hay claves que podrían tratarse más a fondo acerca de la figura de Sorolla. Una de ellas es, por ejemplo, que “técnicamente es un pintor moderno porque dibujaba directamente el cuadro, sin bocetos más allá de lo meramente puntual”. Cuenta que el artista iba pintando sobre la marcha, lo que se le iba ocurriendo. “Sorolla pinta la idea de sus cuadros al mismo tiempo que las piensa”. Afirma que, como puntualización, le gustaría “no ver tanto los temas materiales al hablar de Sorolla”, y concluye que “no le gustaría triturar su obra a base de temas muy monográficos que distorsionen su figura”.