VALÈNCIA. Isabel Bonig se marcha. La actual presidenta del PPCV ha cedido a la voluntad de Génova y no se presentará para tratar de revalidar el cargo en el congreso regional que tendrá lugar previsiblemente a finales de junio. Lo hace después de seis años ingratos de generosidad al frente del partido, al que se ha dedicado plenamente, aunque también de errores estratégicos que no han sido pasados por alto desde la dirección nacional.
La decisión se hizo pública ayer lunes tras varios días en los que se mantenía la incertidumbre sobre qué iba a hacer y con idas y venidas sobre los plazos. Una reunión de mediados de abril con el 'número dos' del partido, Teodoro García Egea, desencadenaba el acelerón para la celebración de un cónclave cuyo adelanto ya se barruntaba desde hace tiempo –inicialmente se apuntaba a otoño–. En el encuentro le trasladó que la preferencia de Génova para liderar el PPCV era el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón.
No sólo esto. Sino que querían que el anuncio se produjera antes de las elecciones madrileñas de este martes. ¿El motivo? Tener controlada la Comunitat Valenciana por lo que pueda ocurrir en los comicios. Aunque los sondeos apuntan a que Isabel Díaz Ayuso volvería a gobernar, el temor a que no lo logre existe. Un escenario que provocaría una agitación en el PP de grandes dimensiones y que si acaba en contestación interna de dirigentes territoriales podía provocar que Bonig se alineara con los críticos a Pablo Casado.
La presidenta de los 'populares' valencianos quiso un tiempo de reflexión, para lo cual redujo considerablemente sus actos de agenda oficial, pero cuanto más postergaba la decisión –se interpretaba que como forma de ganar tiempo hasta el 4-M– más se veía como un pulso en la dirección nacional. De hecho, su referencia a las prisas de los "satélites de Génova" para que convocara la Junta Directiva Regional que ha de fijar el congreso no sentaron especialmente bien en Madrid.
En mitad de toda esta espera, hubo más conversaciones, hasta que el pasado viernes otra cita con García Egea dio el empujón final y Bonig comunicó que no se presentaba. El deseo de la dirección nacional se veía entonces cumplido. Y también más cercano su afán de que no haya congreso de confrontación –así se demostró ya en algunos provinciales o el de València ciudad– pese a que el propio Casado fue elegido por primarias.
El camino de Mazón queda ahora allanado, aunque en su caso esperará a la convocatoria firme del cónclave para anunciar que optará a la presidencia del PPCV. Éste se fijará en la Junta Directiva Regional del próximo jueves 6 de mayo, pasadas las elecciones madrileñas pero antes del congreso provincial de Castellón que tendrá lugar dos días después. Aun así, habrá que espera para comprobar qué hará el alcalde de Ayora, José Vicente Anaya, quien ya avisó de que concurriría como candidato al proceso, pero podría acabar integrándose.
El futuro tanto cercano como a medio plazo de Bonig es una de las incógnitas en este momento. Parece poco probable que siga manteniendo la portavocía de Les Corts Valencianes, aunque hay quien vaticina que dejará directamente todos sus cargos, incluyendo el acta de diputada. Esta misma semana hay sesión de control a Ximo Puig en el Parlamento autonómico ante duda de si todavía ejercerá o no de síndica. Para sustituirla suenan diversos nombres. Entre ellos, los adjuntos. Miguel Barrachina, como informó Valencia Plaza, ha sido comentado especialmente los últimos días por su experiencia, capacidad de oratoria y perfil conciliador. De hecho, mantiene buena relación con Mazón.
Pero también circula la posibilidad de que sea una mujer. Eva Ortiz y Elena Bastidas tienen un papel preponderante en el grupo y son personas de la confianza de Bonig. Aunque igualmente sale a la palestra María José Catalá, quien ya se da por hecho que será la 'numero dos' de Mazón. La idea es que la persona elegida ocupará de manera transitoria la portavocía, tal vez hasta el Debate de Política General.
En el caso de que Bonig dejara el acta, el siguiente en la lista es Javier Zamora, que actualmente está en la Diputación de Valencia. Si renunciara, pasaría a Verónica Marcos, que también estuvo la pasada legislatura en Les Corts.
En cuanto al destino de la aún líder de los 'populares' valencianos, mucho se ha especulado sobre la oferta de que en las próximas elecciones generales vaya de cabeza de lista al Congreso por Castellón. Aun así, algunas fuentes apuntan a que se le ha planteado algún puesto de gestión en un organismo público de Madrid que dependa de Ayuso o en el que el PP tenga que designar a alguien directamente por cuota. Si aceptará algo o directamente dejará la política es un interrogante todavía.
La salida de Bonig cuenta con muchas lecturas. Las redes sociales se inundaron ayer lunes de mensajes de apoyo de cargos de su partido, pero ninguna voz se ha alzado estas semanas para respaldar que se presentara a revalidar la presidencia. Más bien lo contrario, como fue el caso de María José Catalá. La líder del PPCV se marcha en cierta soledad que demuestra lo implacable de la política después de coger las riendas del partido en la época más complicada. El reconocimiento público podrá llegar en el congreso, pero lo cierto es que su intención era optar de nuevo al liderazgo –así lo ha afirmado durante años– porque consideraba que lo merecía.
Fue en 2015 cuando se situó al frente de la formación en sustitución de Alberto Fabra. Desde el primer día, la apodada como "la Thatcher de la Vall d’Uixó" quiso dejar claro que no ocupaba una presidencia de transición. Y así lo demostró posteriormente presentándose al congreso regional de abril 2017 para revalidar el cargo. De estilo aguerrido y marcado ideológicamente, sus intervenciones de voltios elevados en Les Corts que tanto alteraban a la bancada del Botànic se han ido modulando a lo largo de este tiempo. De hecho, sus oponentes políticos reconocen la lealtad a la hora de llegar a acuerdos y la voluntad conciliadora tras las bambalinas del espectáculo parlamentario.
Se puede decir que Bonig lo ha dado todo por un partido que estuvo en la UCI cuando perdió el poder territorial que había mantenido durante 20 años en la Comunitat. Trató de levantar el ánimo de la tropa y "tragó" con el tsunami que supuso el estallido del caso Taula –además de otros asuntos de corrupción–, que provocó que el PP suspendiera de militancia a nueve de los diez concejales del Ayuntamiento de València por estar investigados. Una decisión que deterioró mucho la relación con este sector de la ciudad pero que fue muy a peor con los movimientos para que Rita Barberá abandonara el partido, como así hizo.
De este modo, firmó y votó, junto con el resto de un grupo parlamentario totalmente dividido, a favor de la reprobación de la exalcaldesa de València para que renunciara a su acta en el Senado. Esta actuación con ella y su posterior muerte le afectó a nivel personal y, dentro del PPCV, generó un notable descontento entre la corriente más cercana a Barberá que nunca se superó. Los esfuerzos de Bonig por pasar página de la etapa de corrupción fueron evidentes, al igual que todos los cambios para aplicar la renovación. Pero la citada reprobación fue, posiblemente, el primer gran error a la interna, que partió en dos a los 'populares' en València ciudad.
Junto a él vinieron otros estratégicos que acabaron por no generar la complicidad suficiente con la dirección nacional. Un ejemplo fue el frente común con el PSPV y Compromís al suscribir una declaración institucional en Les Corts que rechazaba el anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado de Mariano Rajoy para 2017. En ella se criticaba que la Comunitat no contaba con las inversiones justas. Génova acabó llamándola a capítulo. Aunque fuera cierto, si hubiera adivinado la benevolencia con la que ahora actúan esos mismos partidos de izquierdas con un Gobierno central del PSOE y Podemos, se lo habría pensado.
Luego llegó el equivocado planteamiento, en opinión de las voces críticas, de enfrentarse con los empresarios porque éstos se situaron del lado del Botànic en la marcha por la financiación justa autonómica contra el Ejecutivo del PP. La frialdad en la relación con este sector que siempre ha estado más próximo a los 'populares' no fue del todo comprendida en el partido.
El momento que probablemente fuera decisivo para su futuro fue el de las primarias del PP en verano de 2018. Bonig se situaba mucho más cercana ideológicamente a Pablo Casado que al resto de candidatos –aunque nunca reveló a quién apoyó se dio por hecho que fue a él–, pero su equipo más cercano realizó campaña por Soraya Sáenz de Santamaría con importantes tensiones e incluso denuncias de presiones a la hora de movilizar el voto hacia ella. Con el triunfo del primero, la manera de actuar de los cargos próximos a la presidenta del PPCV no obtuvieron nunca dispensa de la dirección nacional. El futuro parecía que ya estaba escrito desde que Pepe Císcar renunció a la presidencia del partido en Alicante y se situó en ella a Carlos Mazón.
Desde la llegada de Casado, Bonig se afanó por remarcar siempre que la relación con Génova era excelente y que mantenía interlocución directa con él. Pero los movimientos, mientras, eran ejecutados por García Egea. La líder del PPCV fue perdiendo territorio –Alicante, Valencia y, por último, Castellón– y las piezas de Génova ya han sido colocadas con escasos miramientos de a quién pisaban. Incluyendo ahora a Bonig, quien siempre aseguró que nunca sería un problema para el partido en cuestiones de liderazgos. Y así lo ha cumplido.